En las últimas horas se oficializó la candidatura de Ariel Ávila al Senado, y con ello se disipan los rumores sobre la candidatura del concejal de Medellín Daniel Carvalho (el concejal del candidato presidencial Federico Gutiérrez) como su fórmula.
Ariel Ávila es un analista político muy cercano a la línea del verde del fajardismo en el que militan también Claudia López, alcaldesa de Bogotá y Angélica Lozano, la senadora de las jugaditas.
Daniel Carvalho es el concejal de Medellín que repite este período y quién durante cuatro años fue coalición del exalcalde Federico Gutiérrez, al que le capturaron el secretario de seguridad.
Todos los personajes arriba mencionados están en una pelea por demostrar que pertenecen al centro y que representan la salvación de Colombia. Pero, qué cambio puede representar una persona que durante cuatro años guardó silencio con escándalos gravísimos.
Carvalho se ha destacado durante los 6 años que lleva viviendo del sector público en Medellín a no presentar propuestas que contribuyan a la calidad de vida de las personas, lo único por lo que quizás se caracterizaba en la ciudad se invisibilizó en los últimos dos años y para intentar dar un poquito de resonancia se ha unido a un discurso político carente de ideas, propuestas o respuestas a las soluciones de las personas.
Lo más delicado del actual concejal es que además de que no propone se ha alineado con la derecha en el concejo de Medellín: Alfredo Ramos, hijo de Luis Alfredo Ramos (hoy condenado por parapolítica) y el concejal de los Paolos, Simón Molina. Aunque con Simón su cercanía es obvia, su exalcalde condecoró a la senadora Paola Holguín.
¿De qué cambio, renovación u oportunidad hablamos entonces? Quieren hacerse pasar como alternativos por usar mochilas y tener rastas, pero alineados a los mismos políticos que han llenado el país de inequidad, que se roban las oportunidades y que ven en la guerra la solución a los conflictos más profundos de un país cansado de esa dinámica.