Política, histórica e ideológicamente no tiene ningún sentido negar el conflicto armado en Colombia de los últimos 60 años, la clave es saber quién es el responsable, y eso no tiene discusión, así la mamertería meta alaridos buscando entelequías para torcer la verdad, porque ya sabemos del carácter criminal y genocida del marxismo durante su tenebrosa existencia, resaltando que bandas terroristas en el país han abrazado esa doctrina perversa, por ello no hay necesidad de empantanarse con disquisiciones sobre el tema, recordando que en un documento presentado al gobierno de los EE.UU, a principio de 1989 llamado “Santa Fe ll”, reconocía que en Colombia se vivía un conflicto de baja intensidad y agregaba que el país tenía una doble amenaza a su seguridad y a sus instituciones democráticas fundamentales, siendo ellas la insurgencia comunista y los carteles de la droga; más claro no podía ser el documento.
Un organización fantasma denominada “ Coalición Internacional de Sitos de Conciencia” sacó como miembro al Centro Colombiano de Memoria Histórica que dirige el doctor Darío Acevedo Carmona, por no estar de acuerdo con las posiciones ideológicas de dicha entidad, que quiere que el organismo nacional cuente la historia de acuerdo a las invenciones comunistas, subrayando que los mamertos son ciegos ante lo que no quieren ver y sordos frente a lo que no quieren escuchar, cuando de lo que se trata es de dar el debate acerca del conflicto interno que ha vivido el país, en donde los sofismas comunista no tienen ningún asidero dentro de la rigurosidad histórica y por eso salen con excusas bastante peregrinas.
La historia como madre y maestra, sirve para comprender el presente, de ahí que no se puede pasar de agache acerca del único responsable del conflicto político militar en Colombia, que sin lugar a dudas es el comunismo totalitario que ha pretendido la toma del poder mediante la violencia, por lo que es necesario que la democracia impulse un amplio debate a ese respecto, ya que están de por medio millones de víctimas, entre los que se cuentan 250 mil asesinatos, 7 millones de desplazados y unas pérdidas económicas de más de 300 mil millones de dólares que hubieran servido para reducir la pobreza de manera sustantiva para que Colombia no fuera un país tan desigual, entonces es hora de establecer responsabilidades, superando esa reverencia supersticiosa que algunas élites del país le han tenido al marxismo, el cual usa diferentes tintes para engañar a los cándidos, observando sin lugar a dudas que el marxismo leninismo ha sido el componente ideológico del conflicto, desprendiéndose de esa manera las desgracias y sufrimientos del pueblo colombiano.
Cuando se habla de amenaza terrorista, se puede pensar que el terrorismo solamente está al acecho para realizar sus acciones macabras, pero en Colombia por el contrario ha actuado con saña en contra de la sociedad y el Estado, luego el terrorismo que han practicado las bandas armadas comunistas en las ultimas 6 décadas, lo ha sentido la ciudadanía con todo su rigor, así que una cosa es la amenaza y otra la práctica del terrorismo.
Se ha dicho que con el terrorismo no se negocia, y eso se ha visto a nivel internacional con grupos como el Isis o Al Qaeda, sin embargo, en otras ocasiones ha habido diálogos, como sucedió con la OLP de Palestina y en Afganistán hubo acercamiento con los talibanes, también, sin ir muy lejos en Colombia se ha negociado con grupos como el M-19 y EPL a principio de la década de los 90, y después con las FARC, todo ello de acuerdo a las condiciones peculiares de cada país que ha vivido el flagelo del terrorismo.
No vale la pena negar el conflicto armado en Colombia y hay que ir a la esencia del mismo, que demuestra inequívocamente sobre quien recae la responsabilidad absoluta, pues al negarlo, directa o indirectamente se está exculpando al comunismo totalitario, algo que no contribuye para nada a la verdad histórica, que tanto se necesita para no caer en los mismos errores.
No solo en Colombia surgió un conflicto político militar que propició la doctrina marxista a principio de la década de los sesenta del siglo pasado, sino que ello también tuvo ocurrencia en 13 países de Latinoamérica con 26 grupos guerrilleros, patrocinados por el régimen cubano de Fidel Castro y con la anuencia de la URSS, quedando patentado que todas esas guerrillas seguían las orientaciones doctrinarias del totalitarismo comunista y buscaban igual que en Colombia tomarse el poder, demostrándose que si ha existido un conflicto armado impulsado por un proyecto político absolutista.
Se ha señalado que por el hecho de que la guerrilla comunista en Colombia cayó en el narcotráfico para financiar sus actividades criminales, dejó de tener objetivos políticos, lo cual es un argumento muy insólito, cuando indudablemente el delito ha sido un medio para lograr fines políticos como lo hacía el genocida de Stalin a principios del siglo XX en la URSS”. Entonces negar el conflicto en nuestro país crea confusiones, desconociendo la catadura criminal del marxismo con sus agrupaciones armadas, que ha tenido como estrategia la combinación de todas las formas de lucha.
Eludir la existencia del conflicto armado en Colombia no contribuye en nada a la auténtica comprensión de la tragedia, por lo tanto, lo que se debe de analizar sin atenuantes es ¿dónde está la responsabilidad?