Es más fácil sostener la verdad que la mentira
(J.M.L.)
El capítulo XIII de este libro, escrito por Jesús Morales León, nos explica cómo está conformada la información y, a su vez, cómo el comunicador profesional debe actuar teniendo en cuenta cada concepto que conforma la información y su labor ética y moral.
“¿La objetividad es utópica o alcanzable?”, “¿es realmente recomendable conocer la verdad, por más dolorosa que sea, o está bien seguir sumergidos en la mentira si es más amena?”, son algunas de las preguntas que me he planteado por varios años, tanto académica como personalmente, y este capítulo me ha ayudado a comprender más sobre estos conceptos y darles respuesta a estas preguntas.
El autor nos hace entender que el ser humano es social por naturaleza, como comenta al inicio del capítulo, y por ende debe estar en constante interacción con sus semejantes.
Posteriormente, comienza a adentrarse más en la palabra clave: la información, y cómo está regulada, conformada y su relevancia para un comunicador profesional.
La información está compuesta por otros cuatro conceptos: objetividad, veracidad, certeza y error, el cual no hace parte de aquellos que conforman nuestra palabra clave del capítulo, pero sí es de vital importancia tenerla en cuenta para, precisamente, evitarla, pues puede destruir toda la información que hayamos acumulando.
Cuando leí la primera línea del subtítulo de objetividad, el cual decía: “Un elemento básico e indispensable en el manejo de información es la objetividad”, no pude evitar preguntar en voz baja “¿no se supone que la objetividad no existe?”, ya que es algo que he ido dando por verdad con lo que he aprendido académicamente.
El autor se encarga de confirmarme esto unas líneas después; estrictamente la objetividad no existe debido a que hay tantos factores internos, como la experiencia y el estado de ánimo, y externos, como la propia realidad y otras personas, que siempre intervendrán, se quiera o no, en la información utilizada por emisor y receptor.
A pesar de no existir estrictamente, la objetividad posee características que el comunicador debe tener en cuenta para percibir los eventos dejando de lado sus intereses personales y gustos.
Al tratar la veracidad, se vuelve interesante entender que el comunicador debe luchar por la verdad, por más miedo que se tenga por aceptarla, ya sea por la crudeza de la misma o porque es muy difícil de recibirla, aunque siempre se debe dar la verdad en la información.
A su vez, la certeza es algo que va arraigada a la verdad, pues hay que transmitirla con la certeza moral y lógica. El comunicador debe tener la paz mental de que su acción está regulada bajo los principios éticos del ser humano, dejando de lado la duda que se encarga de quitarle firmeza a la información.
Y el error, que se puede dar en muchos contextos, como a la hora de hacer juicios precipitados, sin conocer bien la situación o el acontecimiento. La causa más común del error es la insuficiencia de datos y evidencias para compartir la información que se quiere afirmar.
Todo esto es algo que los comunicadores profesionales deben tener en cuenta y ejecutar a la hora de compartir información.