De destacar, que son 17 páginas (y de suponer, que para que sea muy poco el número de quienes lo lean, y aún menos el de los que se interesen en los análisis que genere).
Leyendo el documento sin conocimiento previo de quién lo suscribe, es difícil identificar un autor, no desconcertarse ante lo incoherente, y no sorprenderse con lo contradictorio entre su contenido y los hechos a los cuales se refiere.
Desde el punto de vista de la forma, pareciera que este documento se hubiera producido delegando en ‘especialistas’ el trato de cada tema específico para que describiera su estado actual y emitiera una propuesta de acción sobre las dificultades que representa. Y que después el responsable de publicarlo hubiera añadido sus propios comentarios cuando consideró necesario emitir una opinión personal. De ahí la mezcla de puntos que analíticamente son interesantes, y/o coincidentes con lo que corresponde a la doctrina e historia del liberalismo como partido político, en contraste con menciones o defensa de posiciones que van en contra de esa tradición.
La explicación por supuesto es que lo produjo César Gaviria y no la institucionalidad del Partido (según Art.28 de los Estatutos son funciones del Congreso del Partido 1. Definir la línea de acción política del Partido Liberal. 4. Autorizar la política de coaliciones y alianzas. 5. Proclamar el candidato del Partido a la Presidencia de la República.)
Como ‘programa’ de lo que interesa al Partido Liberal es notoria la indiferencia ante el tema del desempleo (ni una sola mención); por su persistencia en el tiempo (ni siquiera transitoriamente se ha llegado alguna vez a niveles aceptables) y por ser el más alto en comparación a países de desarrollo similares, sigue siendo el problema estructural más grave tanto para la economía como para la población; pero además, antes de la toma del partido por la teología neoliberal, para el Partido Liberal ha sido -con la Educación- el centro de su propuesta programática.
Es irónico que parece un programa de gobierno, pero presentado a nombre de un partido que no tiene candidato ni definición ideológica, y que lo que está es a la búsqueda de alguna candidatura que los reciba sin importar qué orientación tenga ésta.
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Como ‘programa’ de lo que interesa al Partido Liberal es notoria la indiferencia ante el tema del desempleo (ni una sola mención)
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Las descalificaciones al actual gobierno son en general válidas; pero se olvida que como ‘director’ del Partido lo adhirió a la candidatura Duque y que durante todo el mandato evitó declararlo como partido de oposición. Igual el señalamiento de la responsabilidad de los gobiernos anteriores por casi todos los males actuales, pues omite que tanto el Partido como él como su ‘director’ han tenido cuota y participación en todos ellos.
En cuanto al diagnóstico de ‘falta de coraje’, ‘posición tibia’, sin ‘el brío necesario para transformar la realidad’ en cabeza de los dirigentes del partido, y la descalificación que hace del ‘autoritarismo’, pareciera no tener en cuenta que en los últimos 20 años el partido solo ha tenido su dirección, la cual ha sido tan dictatorial que el resto de potenciales líderes lo desmembraron en nuevos partidos (Cambio Radical, de la U, Oxígeno, etc,), ya que los estatutos que implantó le han permitido manejar todos los nombramientos y órganos del partido sin recurrir a ninguna instancia de control, muy especialmente sin ninguna participación democrática de las bases de la colectividad.
Y la afirmación de una supuesta ‘recuperación’ de las mayorías del partido es puro cinismo ya que, desde que César Gaviria se apoderó de la Dirección, la representación parlamentaria bajó del 61 % al 16 % (no desapareció totalmente porque las microempresas familiares requerían del aval y no podían participar desde otra colectividad en virtud de la norma de doble militancia), y en las presidenciales no pudo volver a tener expectativa con candidato propio, los ‘precandidatos’ -promovidos desde la dirección- no captaron ni siquiera el 5 % del respaldo popular, y en la actual campaña ya ni siquiera apareció alguien a nombre del Partido.
Lo de “No más tanta miseria, no más tanto marginamiento, no más maltrato a sectores sociales históricamente abandonados (…)” y lo de “es hora de asumir nuevamente nuestro papel de partido protagonista en la historia de Colombia” suenan muy acertados como propósitos; pero excluiría que eso se intente bajo la dirección y orientación de quien ha representado y defiende el continuismo del modelo neoliberal, que ha cogobernado desde la Reforma Constitucional de 1991, y que ha mostrado menos interés en lograrlos que en usufructuar del poder que indebidamente ostenta.