El tema de la minería genera todo tipo de polémicas que se centran en aspectos económicos, ambientales, sociales, culturales, políticos y jurídicos. Algunos de los que defienden la actividad minera pueden iniciar su discurso afirmando “Desde la sal que le puso a los huevos en el desayuno, hasta la mina de su lápiz provienen de la minería”. De quienes atacan dicha actividad podemos escuchar expresiones como: “No existe minería sostenible ni responsable”. Estas líneas, sin embargo, no van dirigidas a analizar dicho debate.
Sea lo primero indicar que Colombia es bastante atractiva para el extractivismo minero en la medida en que aquí se encuentran una serie de minerales metálicos y no metálicos, en mezcla o independientes, que se destinan a la construcción (mármol, arcilla, yeso, calizas, arenas, gravas, arcillas, rocas ornamentales); para la generación de energía (petróleo, carbón, uranio); para la industria en general (níquel, cobre, arsénico, barita, talco, mica, magnetita, feldespato, dolomita, azufre, granate); para la industria del acero en particular (hierro, cromo, cobalto); y para la elaboración de artefactos como las joyas (oro, plata, platino, diamante, esmeralda).
En la enunciación anterior se omitieron el asbesto, cuya explotación, producción, comercialización, importación, distribución y explotación fueron prohibidas por la Ley 1968 de 2019, a partir del 1 de enero del presente año; y el coltán, mineral para el cual se han negado los títulos solicitados de exploración y explotación desde julio de 2014, pero no precisamente por un interés de tipo ambiental.
Revisemos alguna información relacionada con el coltán. Se trata de una aleación de minerales, compuesta en su mayoría por columbita y tantalita (de ahí su nombre); que por sus características de resistencia a las altas temperaturas y a la corrosión, es usado preferentemente en la fabricación de elementos electrónicos para dispositivos móviles y soluciones aeroespaciales. En Colombia se han encontrado yacimientos principalmente en los departamentos limítrofes con Venezuela y Brasil como Guainía, Amazonas, Vaupés y Vichada.
La Agencia Nacional de Minería, cuenta con información de producción de coltán en Colombia entre 2012 y 2016, con máxima producción en 2015, sin embargo se conoce de su explotación desde 2009. El Servicio Geológico Colombiano (antes Ingeominas) presentó un informe titulado "Áreas con potencial mineral para definir áreas de reserva estratégica del Estado" que fue tenido en cuenta por el Ministerio de Minas y Energía para emitir la Resolución 180102 del 30 de enero de 2012, en la cual los minerales de coltán (niobio y tantalio) se incluyeron dentro de los grupos de “minerales de interés estratégico”. Posteriormente la Resolución 0045 de 2012 de la Agencia Nacional de Minería confirmó un área específica de minerales estratégicos de más de 17,5 millones de hectáreas en varios departamentos colombianos.
Dos años después, en julio de 2014 el gobierno nacional decidió negar las solicitudes que se habían interpuesto ante la Agencia Nacional de Minería para la exploración y explotación de coltán. Uno de los argumentos esgrimidos para negar el otorgamiento de licencias fue el de facilitar las medidas para enfrentar la explotación ilegal, controlada en buena parte por grupos al margen de la ley. El entonces ministro de Minas y Energía se centró en que había que reservar áreas estratégicas para posteriormente realizar una ronda minera y subastar títulos a los mejores oferentes del mercado. En ningún momento afloraron razones como la existencia de coltán en la Reserva Nacional Natural Puinawai, en el Escudo de Guayana que se comparte con Venezuela y Brasil (formación geológica de las más antiguas del planeta); ni la presencia de comunidades étnicas en dichas zonas.
Actualmente, producto de la Sentencia T-766 de 2015 de la Corte Constitucional (con ponencia del magistrado Gabriel Eduardo Mendoza Martelo) las resoluciones mencionadas quedaron sin valor y efecto, debido a que no realizaron consulta previa para futuros proyectos mineros sin el consentimiento de la población presente, que abarca las comunidades indígenas. De todas formas, la reciente incautación de coltán en el departamento del Guainía confirma que este mineral sigue siendo un gran negocio que no contempla las consecuencias negativas en los territorios. (Por curiosidad ingrese a la página de QuimiNet.com y revise los anuncios de compra de coltán por parte de empresas de diversos países).
Esperamos que en Colombia no suceda lo del Congo, donde se afirma que cada kilo de coltán le cuesta la vida a dos personas…