Sí, duele admitirlo pero es la cruda realidad: Protagonistas es el retrato más fiel de lo que somos como sociedad. En la casa estudio tenemos una serie de personajes de estratos populares que buscan un espacio en tv porque sienten que el reconocimiento público los eleva a un nivel superior dentro del escalafón social. En la lucha por alcanzar ese ascenso de clase, pelean, lloran, se enamoran, se revuelcan en el barro; hacen lo que toque. Sin embargo, esta lucha colectiva es transmitida en televisión nacional ante un país que se burla de ellos porque ingenuamente piensa que representan a lo más bajo de su población. Lamentablemente, lo que tiene RCN en su parrilla de programación es una pequeña versión de Colombia comprimida en una pantalla.
Partamos del punto de que Colombia es un país del tercer mundo, y mientras la mentalidad de sus habitantes no cambie, no saldremos de ahí. En Colombia privilegiamos todo lo que venga de afuera y suene raro. Nos descresta un apellido impronunciable o un diploma de universidad europea. En días pasados, una amiga me contaba que se iba para España a hacer una maestría allá porque un diploma europeo deslumbra a entidades públicas y privadas. Ni siquiera importa que sea universidad de garaje o que se haga más rápido y con menos estudio que una maestría acá. En Colombia, lo único que miran es el nombre de la universidad.
En este país creemos que una cirugía plástica o una cartera nueva nos hace mejor persona. En Colombia hay negación tanto de clase como de raza. Todavía creemos que el cabello rubio es más atractivo que el negro, y así lo preferimos sin importar cuan negra se vea la raíz. Solo hay que escuchar cuando alguien dice que no ve televisión nacional porque prefiere Netflix. Creemos que ver series gringas nos eleva por encima del que ve RCN y Caracol. Más aún, celebramos la desgracia de RCN criticando al canal por el reality que tiene al aire, pero sorprendentemente el tema es tendencia en twitter durante cada capítulo.
En la casa estudio hay personajes populares, que representan al mismo pueblo que debían entretener. El casting fue cuidadosamente escogido para que la audiencia sintiera identificación o rechazo hacia ellos. En cualquiera de los dos casos la relación que creara el espectador garantizaba que éste no sería indiferente al programa. Aunque las cifras de rating no han sido favorecedoras para RCN, lo cierto es que el tema vende. La actitud del colombiano promedio es de criticar al programa pero está enterado al detalle de lo que pasa en él y lee cada cosa que en redes sociales sale en su contra.
Personalmente pienso que tanto RCN como Caracol están lejos de desaparecer. Aunque el rating diga una cosa, lo cierto es que este país gira en torno a su televisión. Lo que pasa es que es un proceso inconsciente. El colombiano piensa que no tiene nada que ver con ellos y no se da cuenta que lo que hay en la pantalla es un reflejo de sí mismo.