La historia del hincha europeo a quien un jugador colombiano hizo llorar de la emoción.
Lo que pudo haber sido un vídeo sencillo y muy común en los estadios europeos, se ha convertido en una perfecta muestra de calidez, humildad y una pasión visceral por lo humano. Por un escudo y un equipo que merece los hinchas que tiene.
Confieso que ha sido una travesía tratar de comenzar esta historia, no por compleja sino porque es absolutamente fascinante, y desde luego, ningún detalle importante podía correr el riesgo de estar por fuera.
El video que ahora se ha vuelto viral en las redes sociales, evidencia la manera de cómo un hincha del club Standard Liège de Bélgica se roba la atención del jugador colombiano Darwin Andrade Marmolejo, éste último le obsequia su camiseta sudada, y genera al instante una explosión en llanto de aquel apasionado seguidor, quien en medio del partido contra Cercle Brugge en el imponente estadio Maurice Dufrasne, no dejó de gritar y animar a su equipo.
Pero, detrás de ese vídeo publicado originalmente el la red social de Joan-Albert Torralba, el intrépido hincha, existe una historia maravillosa y de la cual, hasta ahora, se ha podido revelar muy poco.
También debo confesar que tan pronto dejé de ver el vídeo emprendí la búsqueda por contactar al carismático hincha del Standard de Liège, me había conmovido aquella escena, y justo en el momento en que Colombia necesita creer en la esperanza y construir aquella sensibilidad social perdida, valía la pena tratar de entender, desde un abrazo hasta una sonrisa entre dos seres tan distantes, pero tan humanos a la vez.
Logré mi objetivo: pude conversar con Joan-Albert Torralba, un joven que, sin ningún prejuicio e interés accedió a contarme cada detalle, eso sí, con el mayor orgullo posible. Su voz entrecortada, un día después del episodio, delataba cuán dichoso se sentía aún.
De padre español y madre belga, Joan es un joven a quien su vida le ha dado magníficas sorpresas y también grandes oportunidades. Trabaja como empacador de cervezas y junto a sus amigos más cercanos, no pierde un espacio para acompañar a su equipo desde las graderías del estadio.
Sin duda, es un tipo sencillo y muy emotivo. Expresa cada palabra como si fuese un cuento o una historia irreal, me habla de Darwin Andrade con absoluta seguridad, conoce un poco de su historia, admira profundamente su juego, su entrega y sobre todo su humildad.
Joan cuenta que una fecha anterior le había pedido a Andrade, desde la tribuna del tradicional estadio, una camiseta y que éste prometió dársela en el próximo encuentro. La manera de cómo Andrade reconocería al esperanzado hincha fue a partir de visibilizar una bandera colombiana en primera fila, muy cerca del terreno de juego.
Joan sabía que podía darse ese encuentro, por ello, se esmeró en elaborar la tricolor con grandes medidas (1.00 x 1.50) Y que los tres colores pudieran divisarse en el majestuoso Maurice Dufrasne. Sin prestarle atención a las miradas intimidantes y burlescas de sus compatriotas en el bus antes de llegar al estadio, Joan permaneció firme y con criterio de hincha fiel. Cargar la bandera de Colombia en su hombro representaba un orgullo inmenso. E incluso, pudo entrar al escenario deportivo pese a que reglamentariamente no podía hacerlo por el tamaño de la bandera; un guardia de seguridad con mirada cómplice permitió que Joan disfrutara de su momento.
En el estadio, ya con lo planeado y con una fuerza descomunal en su voz, al tiempo en que ondeaba la bandera, Joan gritaba a todo pulmón: ¡qué viva Andrade! ¡Qué viva Montería! ¡Eres el mejor! Ya todo estaba acordado, Darwin había prometido ese detalle y así fue como, después de percibir semejante peripecia, se acercó gratamente al joven español y con un abrazo sentido, le entregó la 27 sudada de triunfo, tal como lo había anhelado.
Es una tradición que los hinchas del Standard de Liège apoyen a los jugadores con tanto entusiasmo, para ello se ayudan con la bandera del país de procedencia de cada uno de los que militan en el club belga. En el caso de Joan, su motivo por el apoyo a Darwin radica, justamente en ese talento innato, esa disciplina de juego y sobre todo en la calidad humana que desde que llegó al equipo lo ha caracterizado.
En esta conversación que sostengo con Joan, es inevitable contagiarse de su entusiasmo, esa pasión desenfrenada de amar al equipo como a un familiar, de tenerlo cerca siempre, e incluso de personificarlo hasta al punto de querer abrazarlo y darle muchos besos.
A la pregunta ¿qué le dirías a Darwin si estuviese al frente tuyo? Joan responde sin titubeos: le diría que es el mejor del mundo, que merece triunfar siempre y aunque se fuera del Standard, lo apoyaría y seguiría donde quiera que jugara para que supiera que es mi ídolo.
Por otra parte, Joan resalta que un verdadero hincha siempre está al lado de sus jugadores, de su equipo, en el triunfo o en la derrota.
Joan no deja de mencionarme también que los jugadores de gran espíritu deben ser humildes, respetuosos con sus hinchas, pues es el corazón el que está en juego, una sonrisa o una mala cara de un ídolo contra sus seguidores es la frontera entre la felicidad o el llanto desconsolado de quien le apuesta todo a su club.
Joan, no busca fama, ni reconocimiento público, sólo es la expresión de quien siente el fútbol desde el ser. Sueña con ver a este humilde y habilidoso lateral en la nómina de la selección Colombia y aunque sabe que por el rendimiento que ha tenido el en el club, pronto estará en otro equipo o en otra liga, jamás dejaría de apoyarlo.
Ahora, Joan (mientras se le salen las lágrimas) me cuenta que se siente muy satisfecho gracias a que puede darse el lujo de mostrar abiertamente que Darwin Andrade le regaló una camiseta, tal como alguna vez lo soñó. Recuerda ese instante como único, valioso e irrepetible. Sonríe cuando piensa en la preocupación e insistencia que tuvo al momento de ser grabado por Angelo, la persona a quien le debe esa filmación sensacional. A Angelo le insistió muchas veces antes de ser grabado, le pidió que verificara si el foco rojo estaba encendido, si tenía el encuadre, pues un momento como ese no podía dejarse al azar.
No cabe duda de que la grandeza de Darwin radica en su calidad humana, en esa sencillez que su madre Germania Marmolejo y toda su familia le han inculcado desde muy pequeño. La profesora Germania lo ha educado en el temor a Dios y el amor de un hogar cristiano. Ella me cuenta muy emocionada la vez que vio el vídeo por internet, relata que lloró de la felicidad y de orgullo por sentir tan expresivo a su hijo, me confesó además que Darwin no pudo contener las lágrimas al ver ese registro audiovisual, ese instante de efervescencia que sólo se vive con los hinchas en el terreno.
Darwin nació en el departamento de Chocó, pero es de Montería, así lo creen sus amigos, una ciudad que reviste la poesía del río Sinú y de donde nace el carisma y la hermandad del hombre Caribe.
A este jugador lo conmueve cada foto que su madre le envía recordando su infancia, sus amigos, no olvida su entorno, menos la comida y la sensación del calor humano que se vive en esta zona del norte de Colombia.
Muy poco se ha dicho de este encuentro en los medios de comunicación colombianos, menos en la prensa local, sólo lo que se observa explícitamente en el vídeo a través de las redes sociales, y es una lástima que haya sido así, pues es aquí en este calor del caribe en donde debería tener mayor resonancia este ejemplo de valor y hermandad. Tal vez lo que sí se deja entrever es que muchas veces, un hincha del exterior valora más, entiende, apoya y da todo por jugador cafetero que los propios coterráneos.
Estas historias son las que valen la pena expandir por el mundo, por cada rincón del planeta, pues es una manera muy clara de volver a creer en el ser, en la sonrisa y en el amor por el prójimo, en la satisfacción por decirle al otro cuánto lo queremos y cuánto lo respetamos.
@carlosoto007
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