Simón Mesa, ganó La Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes con su cortometraje Leidi. Nunca se imaginó que iba a ser un cineasta, que pasaría por la alfombra roja vestido de gala, así como lo han hecho directores y actores de cine como Quentin Tarantino, Emir Kusturica y Jhon Travolta, los mismos que él veía de adolescente en varios de sus acercamientos al cine.
Llegó a los 10 años al barrio Belén Rincón de Medellín desde Envigado porque Victoria, su mamá, una vendedora de seguros, luchadora y vencedora como él la describe, se separó de Juan Fernando, su papá, despueés de 25 años de casados, lo que los dejó sin un lugar donde vivir , hasta que lograron ubicarse en una casa que les rentó su tía Martha. Vivió gran parte de su infancia y adolescencia en este barrio antes de irse becado a estudiar a la Escuela de Cine de Londres.
Con Victoria, su mamá / Foto Archivo: Personal
Su primer amor fue la música, que impulsó gracias a su papá, un ingeniero agrónomo, que lo llevó junto con su hermano Miguel a aprender a tocar guitarra donde un viejo bolerista, de esos que dan serenatas por las calles de Medellín, el que le enseñó a tocar boleros, pacillos, y uno que otro ritmo colombiano.
A los 14 años, formó su propia banda, que después de varios nombres bautizarían Punk Floyd, en honor a Pink Floyd, uno de sus grupos favoritos al igual que Bob Dylan y Radio Head de los que colecciona sus álbumes y discos.
Foto Archivo: Personal
Quiso ser futbolista, tanto que llegó a jugar en la Liga Semiprofesional de Medellín, pero la vena artística y esa sensibilidad de crear siempre estuvieron ahí, esperándolo pacientemente. Pasó de colegio en colegio por la crisis económica que sufría su mamá; no le gustaba estudiar y muy poco iba, aunque paradójicamente sus calificaciones y rendimiento siempre eran muy buenos y lo terminó a los 17 años. Inició sus estudios de Comunicación Visual y Multimedia en la Universidad de Antioquia, haciendo parte de la primera promoción de esta carrera y en la que ahora dicta clases.
Gabriel Brieira, su profesor en la universidad y principal mentor, lo encaminó hacía su primer cortometraje, que hizo a punta de fotos, en donde la protagonista era su novia de la época; en ese momento esas ganas y esa inquietud por querer saber lo que ocurría en el mundo del cine, lo llevaron a sumergirse dentro de este tipo de arte.
La universidad en la que estudió le recuerda a sus estudiantes que por ahí pasó un maestro, al que le hacen honores por haber ganado con su cortometraje Los Tiempos Muertos en la selección especial Caja de Pandora en el Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia en 2009 y de In Vitro Visual, corto que realizó como una opción de grado al finalizar sus estudios y en la que empezó a encontrar su estilo para narrar historias.
Su cortometraje fue seleccionado en Idartes y recibió un estímulo de 50 millones de pesos, y la Escuela de Cine de Londres le otorgó 3.800 libras esterlinas, alrededor de unos 11 millones de pesos colombianos, más una contribución en especie, o mano de obra, para su corto. Una vez obtuvo todo lo que necesitaba para darle forma a su proyecto de cine, emprendió la búsqueda del lugar donde lo filmó, la comuna del barrio Doce de Octubre de Medellín, en donde acompañado por los personajes, equipo técnico, Policía y uno que otro que se quedaba mirando el inusual acontecimiento, trabajarían doce horas diarias (dando inicio desde las 6 de la mañana) con el objetivo de terminar el proyecto cinematográfico de la mejor manera. Finalizado el rodaje, consiguen romper sus propios records: grabar en cuatro días y no en cinco como lo tenían pronosticado.
El corto nunca utilizó actores profesionales, porque para Simón Mesa, su director, era más importante contarle al mundo una realidad universal que muchos tienen que vivir, y la mejor manera de hacerlo era con actores naturales quienes, según él, le daban una riqueza invaluable y más real a los personajes que debían interpretar; ellos, casualmente, se parecían a los de su vida real, como el caso de Alejandra Montoya, que encarnó a Leidi, la protagonista.
Tras el afán por enviar su cortometraje al Festival de Cine de Cannes, hace que entreguen una postproducción sin mezcla de sonido y sin colorización, afrontando el temor de que este detalle hiciera naufragar el sueño de llegar y mostrar su corto en Cannes. Pero como quien no arriesga no consigue, la historia que nació de la Maestría de la Escuela de Cine de Londres, que Simón, desde que salió de la Universidad se propuso construir, fue victoriosa en Cannes.
La alegría, que no se hizo esperar, inundó los corazones de las 69 personas que participaron en la construcción de la universal historia, pero fueron seis los afortunados que pisaron la alfombra roja del Festival de Cine de Cannes y como si se hubiese tratado de una batalla, estos gladiadores le ganaron a 3.450 cortos de 129 países que se postularon a este Festival. Sumado a eso, el presidente de jurados de Cannes Abbas Kiarostami, le dijo a Simón que en la escena cuando la niña se recuesta en los hombros de su novio le impactó tanto que, sin pensarlo, les dijo a los otros jurados que el corto se merecía la Palma de Oro.
De ahora en adelante Colombia y el mundo le conocerá,como Simón Mesa, el colombiano que vale oro para el cine mundial
@Gustavonova_03
