En tiempos que ya parecen remotos, el diario El Colombiano era considerado uno de los decanos del periodismo regional y era ejemplo para muchos periodistas y medios de comunicación que querían abordar la política local de una manera crítica y constructiva.
Lastimosamente esa vocación ya se perdió, y aunque muchos tengan a la trilogía paisa como lo mejor del país, creo que fue eso lo que impulsó la caída en picada del otrora importante medio.
Un primer paso hacia el abismo es precisamente esa alianza inventada por el GEA, Empresa – Academia – Estado, una alianza que dejó al margen de las decisiones, de los presupuestos y de la política a millones de personas, movimientos sociales y políticos, y claro, a los habitantes de las periferias de Medellín que siguen deambulando descalzos buscando un pedazo de pan, mientras la ciudad en apariencia, se hacía la más “educada” y la más innovadora.
Hace ya 20 años que esa alianza hizo trizas la vocación periodística de El Colombiano, que poco a poco se fue convirtiendo en un medio pro empresa, no en vano, sus directores eran a la vez gerentes de empresas, sus financiadores eran a su vez empresas y Estado y sus crónicas, ensayos y columnas pasaron a ser el pregón de los intereses de ese espiral de exclusión.
Pero mientras el tapete aguante la mugre que se le pone debajo todo está bien. El problema es que con la llegada de Quintero se comenzaron a mover los cimientos de esa alianza y se levantó el polvero.
Las empresas se habían lucrado del Estado con los contratos de Alcaldía y Gobernación alternados, la academia se hizo más negocio construyendo un relato de que en la ciudad de la Eterna Primavera todo estaba bien y los pobres se hicieron más pobres, las mafias paramilitares se consolidaron y todo se convirtió en eterno otoño.
Ahora, El Colombiano, secuestrado por la alianza empresa, que se quiere mostrar como rescatadora de la moral y las buenas costumbres, despide a 15 de sus columnistas en pleno día del periodista, se vende a los peores postores (Conconcreto, Acierto, Londoño Gómez, Arquitectura y Conconcreto, Coberta, Premex y Cristal) y pierde el poquito de credibilidad y objetividad que tenía.
Por ahora todo indica que la caída libre de El Colombiano no la para nadie y el paracaídas nada que abre, más bien es otro peso que lo empuja contra el piso.