Cuando Javier Pinto era niño, sólo lo dejaban jugar videojuegos durante una semana cada seis meses, porque a su familia le preocupaba que el pequeño se enviciara, pero el plan de su padre fracasó y su vicio lo convirtió en el mayor coleccionista de consolas de Bogotá. Entonces era imposible imaginar todo lo que vendría después con este hobby se convertiría en un estilo de vida y una película de Super Mario Bros que hará que en 2023 sigamos hablando de la importancia de los juegos retro.
En la actualidad, también tiene casetes, juguetes o afiches relacionados con el mundo de los gamers. En esa época en la que su padre restringía los horarios de juego, Javier Pinto tenía un Nintendo de los normalitos y una gran pasión por los juegos como Super Mario Bros y Pacman. Su primera consola fue un Atari 2000, un aparatejo, un poco más rústico, donde los niños tenían que arreglárselas y divertirse con una palanca y un solo botón.
Uno de los videojuegos más recordados de la Nintendo original con la que Javier Pinto y sus amigos jugaban en su casa del barrio Casa Blanca, fue Super Mario 3. Los fanáticos de los videojuegos de Super Mario, lo recuerdan por ser el primero de la saga que permitía que el protagonista se desplazara por un mapa, con lo que por primera vez era posible elegir el orden en el que se realizarían las misiones.
Un año más tarde salió una nueva consola, que se convirtió en una de las más vendidas de la historia y se lanzó con el que hasta el día de hoy es el videojuego favorito de Javier Pinto dentro de la historia del célebre superhéroe italiano: Super Mario World.
Ese es un clásico de la marca donde muchas de las virtudes de Super Mario 3 estaban potenciadas: el juego tenía el mapa, nuevos poderes, nuevos personajes y –al haber sido creado para una consola más potente– tenía un mejor diseño que todos los títulos anteriores.
Su restaurante temático Mundo Gamers 80’s
Javier Pinto abandonó sus estudios en Ingeniería Electrónica, pero su pasión lo inspiró a ser un comerciante de consolas y a poner su local de comidas rápidas llamado Mundo Gamers 80’s, ubicado en Ciudad Montes, en el sur de Bogotá.
Así fue como se inspiró en las historias de los personajes de consolas como Nintendo, Sega o Playstation para abrir lo que en sus inicios fue una pizzería temática. Probablemente inspirado en la herencia italiana de Super Mario o en que esta comida era lo único que les apetecía a Las Tortugas Ninja, protagonistas de otro popular videojuego de la época.
En la actualidad, su local también vende perros, hamburguesas y tiene videojuegos originales de arcade retro para que sus clientes puedan jugarlos.
Los arcades son máquinas que todavía se venden, pero eran mucho más populares en esa época, en los años ochenta y noventa eran la gran atracción de los comercios donde se podía ir a jugar videojuegos.
Estas maquinitas tenían un atractivo adicional, que eran los títulos exclusivos que no estaban disponibles en otras consolas como por ejemplo una versión de Pac-Man donde el popular muñequito amarillo podía saltar, a diferencia de las otras versiones.
Es probable que Javier recuerde este arcade porque él no solo es un gran fan de Super Mario y de toda su franquicia, sino también de Pac-Man. El coleccionista tiene la primera versión del videojuego de Atari, una consola temática inspirada en el muñequito amarillo y hasta un teléfono de línea con la forma del devorador de fantasmas más famoso del planeta. Su hijo Tomás heredó su pasión por las consolas y desde los cinco años mostró gran experiencia en el manejo de los arcades.
Coleccionar consolas y el sueño de abrir un museo
En 2001, cuando compró una Playstation 2, comenzó coleccionar videojuegos, consolas y todo tipo de objetos relacionados con el universo gamer. También se volvió un crack para preservarlos y negociarlos. Por ejemplo, si un coleccionista quiere revender un videojuego, que esté en su caja original es un detalle crucial.
Su colección es una de las más apetecidas de Colombia y ha sido exhibida en eventos como el Campus Party o el SOFA, especializados en reunir a los fanáticos de los videojuegos.
Entre consolas, videojuegos, afiches y demás artículos supera los 8.000 artículos, que están avaluados en más de 5.000 millones de pesos. Su sueño es tenerlos algún día en un museo que la gente pueda visitar.
| Le puede interesar: Videojuegos colombianos, una industria con potencial de exportación