En el año 2010, Germán Vargas Lleras aspiró a la Presidencia y, en primera vuelta, y saco 1 473 627 votos. Ayer, después de 8 años en el gobierno haciendo campaña, Vargas Lleras sacó 1 404 484 votos. Es decir, saco menos votos ayer, de los que saco en el 2010.
Sacó menos votos de lo que reunió en firmas durante la inscripción de su candidatura el año pasado, donde superó los dos millones. Sacó menos votos de los que sacó su bancada al Congreso, que se duplicó en marzo. Esos votos se esfumaron ayer. La conclusión cruda, es que ni su propio partido voto por él. Y entonces la pregunta es, ¿quién traicionó a Germán Vargas Lleras?
Los primeros en traicionarlo fueron los gamonales de la costa que le juraron lealtad, le llenaron las plazas, le recibieron todos los proyectos de infraestructura y le aseguraron que le sacarían los votos para llegar a segunda vuelta. Los Char, los Cotes, los Gnecco, los poderosos clanes de la costa que quitan y ponen presidentes, y que han resistido inamovibles los embates de la parapolítica y los escándalos de corrupción, le dieron la espalda a Germán Vargas.
Cuando conocimos los resultados, llamé a quien me mostró hace dos semanas, pueblo por pueblo, los porcentajes de votación esperados por la campaña Vargas Lleras Presidente, y le pregunté, “¿Qué pasó?”, a lo que me contestó: “Esta es la historia de una traición”. Durante la última semana, alertados por la popularidad de Petro, una parte de esa maquinaria electoral de la costa traicionó el acuerdo con Vargas y se fue con Duque directamente. Pero, la otra mitad, fue de gente que se rebeló, se negó a votar por lo que le dijeron sus patrones, y se fue con Petro.
Petro no hablaba en vano. Se sabía que se habían cerrado acuerdos muy grandes en la costa para ir con Vargas, y por eso se anticipó a hablar de fraude electoral y a llamar a sus bases a resistir en la calle. Se equivocó. Ni siquiera él contaba con el fracaso espectacular de la maquinaria el día de ayer.
Pero luego está la otra cuestión. Vargas pasó 8 años por este gobierno haciendo campaña sin sumar ni un solo voto. La pregunta es, ¿a qué juega Santos?
Santos sacó a dos superministros de su equipo para que se dedicaran a trabajar para Vargas, Aurelio Iragorri y David Luna, le consiguió los apoyos de La U, y una fracción liberal, por lo menos de palabra. ¿Qué pasó? Santos cometió los mismos errores del referendo, y es evidente que subestimó a Petro. Este resultado lo deja en el peor de los escenarios: los acuerdos de paz han quedado heridos de muerte.
Con eso en mente, llamé a alguien cercano al gobierno para preguntarle lo que había pasado y me contestó: “Germán sí era el candidato del gobierno, pero en 8 años jamás se sumó a la paz. Es el único que no aparece en ninguna foto. Hasta hace muy poco, se acordó de su sangre liberal. Cuando se dio cuenta de que no podía ser más radical que el uribismo en ese tema, se declaró en favor de la paz. ¡Ya para qué!”.
Pero yo sigo convencida de que es mucho más que eso. La caída espectacular de Vargas Lleras es síntoma de un cambio muy importante en la forma como se ha hecho política tradicionalmente en Colombia. Ayer presenciamos también el fracaso monumental de las maquinarias liberales. Humberto de la Calle, que ya había sacado un resultado penoso en la consulta interna del partido, ayer sacó la mitad de los votos de esa consulta.
El país está muy polarizado, es cierto. Pero también se siente un país cansado de lo mismo, que salió a votar en masa. Entre Petro, Fajardo y De la Calle suman el 50, 88 % de los votos,11 puntos por encima de Duque que movilizó 7 567 078 votos (39,14 %), una cifra muy cercana a la que sacó Santos en la primera vuelta en el 2010 (46 %), con la gran diferencia que esta vez votaron 5 millones más de colombianos.
Duque depende de que el Partido Verde no pueda
endosarle sus votos a Petro
Aun si todos los votos de Vargas Lleras se van él, para ganar, a Duque no le alcanza con las alianzas. Paradójicamente, Duque depende de que el Partido Verde no pueda endosarle sus votos a Petro, de la misma manera como Petro no le endosó sus votos a Mockus durante la segunda vuelta del 2010. El Partido Verde es un partido de opinión, fundado sobre el acuerdo fundamental de rechazar todas las violencias, las de derecha, pero también las de izquierda, por lo que es muy probable que muchos no salgan a votar, o voten en blanco, antes que votar por Petro.
Una centroizquierda tan amplia era algo impensable en Colombia
hasta hace muy poco
Sin embargo, como fenómeno político, esto no tiene comparación. Una centroizquierda tan amplia era algo impensable en Colombia hasta hace muy poco, y refleja la emergencia de un país que no vende el voto, que está harto, que es activo políticamente y que no le tiene miedo a expresar esa posición.
A este punto, tenemos dos escenarios. En el primero, los candidatos tratarán de moverse hacia el centro y abandonarán las posiciones más polarizantes, en favor de establecer alianzas lo más amplias posibles. En el segundo escenario, los candidatos escalarán la polarización, elevando los riesgos de violencia.
Yo acerté: las encuestas más importantes estaban erradas al advertir que no habría segunda vuelta. Pero me equivoqué radicalmente al pensar que las maquinarias seguían siendo tan determinantes en la política.
El resultado de ayer es la fotografía de dos Colombias colisionando de frente. Y eso significa que el próximo presidente, cualquiera que salga elegido entre Duque y Petro, va a gobernar para la mitad, y en contra de la otra mitad.