“El Código de Policía ha llegado”, así titulaban los principales medios de comunicación de nuestro país a principios de este año; más específicamente, cuando nuestro honorable Congreso de la República (Cámara y Senado) aprobó la ley 1801 de 2016 y nuestro presidente Juan Manuel Santos pasó su firma y sanción presidencial para que empezara a regir desde el treinta de enero del 2017. Sin embargo, desde el inicio el proyecto fue complejo. La razón: más del cuarenta por ciento de los artículos que se aprobaron inicialmente fueron cambiados.
A eso anexémosle que incluso a los policías que tienen la misión de hacerlo cumplir, corren el riesgo de no conocerlo en detalle y caer en inconsistencias que puede ser juzgadas por la opinión pública. Y lo más terrible, que los ciudadanos no lo conozcan, ni les importe saber de qué se trata.
Esta conducta se les atribuye a las personas que no lo conocen, ni se interesan en hacerlo. También a los que crean mitos negativos y no verdaderos sobre su función. Para saber más de esta epidemia, estudiantes del programa de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona realizamos una prueba piloto de investigación, intervención y análisis en la cuidad de Pamplona en el Norte de Santander. Los resultados no fueron nada positivos, reprobando con un 1.0 al Gobierno nacional, que a través del Ministerio de Educación, tenía la tarea de implementar una cátedra de convivencia y cultura ciudadana en las instituciones educativas que impartan educación básica y media en el país. Lo anterior, con el fin de promover la enseñanza del Código y una cultura de respeto a las normas de convivencia y a las autoridades de Policía. Lo anterior está contemplado en el Artículo 235 del Código Nacional de Policía y Convivencia, para vivir en paz.
En ese mismo examen también reprobó con un 0.5 la Policía Nacional de Colombia, que es la institución encargada de diseñar programas, actividades y campañas de promoción y divulgación en todo el territorio nacional (incluido en Pamplona). Así como las disposiciones más relevantes contenidas en el Código, especialmente los comportamientos contrarios a la convivencia y las consecuencias que se derivan de su realización, con el fin de que la ciudadanía conozca y se actualice en torno a los aspectos trascendentales de esta ley.
Pero la nota más baja la sacaron los ciudadanos y residentes de Pamplona con un 0.0. Son ellos quienes tienen el deber de asistir y exigir jornadas de capacitación y formación del nuevo Código de Policía y Convivencia a las autoridades de policía del municipio, a partir de su promulgación desde este año y en cualquier momento que lo requieran. Y no lo están haciendo.
En nuestro proceso de intervención piloto, preguntábamos algunas personas que habitan en Pamplona, si ¿conocía algunos artículos del Código Nacional de Policía? o ¿sabía cuáles eran sus deberes y derechos que consagra la nueva norma para preservar los derechos colectivos sobre los individuales y generar un nuevo espacio para que las autoridades puedan cumplir su papel como garantes de la convivencia?
También si conocían cuáles eran las infracciones que más ocurrían en la ciudad o que ellos consideraban que podían pasar. La respuesta a esos interrogantes es bastante preocupante, ya que la mayoría no lo conoce y si lo conoce no tiene clara su verdadera reglamentación. Esto también nos sirvió de ejemplo para conocer el concepto que tienen nuestros ciudadanos acerca del Código y las leyes que surgen, su vigencia y los resultados que deberían producir en la vida diaria de cada habitante.
Se puede empezar hacer pedagogía del Código, como la que realizamos en el marco de 100 en un día (el sábado siente (/) de octubre del 2017). Además se puede trabajar en unión con todas las instituciones (Policía, Academia, Gobierno). Y sobre todo, nosotros los ciudadanos podemos tomar la iniciativa de empezar a aprender, conocer y difundir esta herramienta; que nos permitirá tener una convivencia con valores, respeto y responsabilidad con el entorno.
Para lograrlo debemos tener presente que el Código Nacional de Policía y Convivencia es de carácter preventivo (no es sancionatorio), y siempre busca establecer las condiciones para la convivencia en el territorio nacional al propiciar el cumplimiento de los deberes y obligaciones de las personas naturales y jurídicas, así como determinar el ejercicio del poder, la función y la actividad de policía, de conformidad con la Constitución Política y el ordenamiento legal vigente.
Asimismo, apunta a corregir comportamientos que afectan las buenas relaciones humanas con su entorno. Correspondiéndoles a las autoridades de Policía el conocimiento y la solución de los conflictos de convivencia ciudadana.
En conclusión: al código aún le falta camino por recorrer, aunque los recientes hechos ocurridos demuestran que sí podemos lograrlo, adaptarlo y vivir bajos sus reglas. Es importante que todos nos comprometamos y exijamos a las instituciones de nuestro país. Pasar el examen se puede, lo único que debemos hacer es tener el conocimiento, entrega y tiempo. Ahora, ¿estaría usted dispuesto a conocer más el Código de Policía y no ser más un zombi?