Una de las formas de vinculación laboral con el Estado es la selección por libre nombramiento y remoción. Es decir, los funcionarios directivos conducen y orientan las entidades públicas de las ramas del poder público.
Tradicionalmente han seguido las lógicas del clientelismo y son cargos capturados por la clase política gobernante y, menormente, por élites aristocráticas y de universidades. Al frente de estas están representantes de políticos y élites, y no de la sociedad. Ni siquiera es una oportunidad de ascenso para los funcionarios de carrera administrativa de las entidades públicas.
Los grandes escándalos de corrupción han sido protagonizados por estos altos funcionarios.
Se da un concierto entre los políticos que los postulan, los directivos nombrados y empresas privadas para robarse los recursos públicos.
El gobierno duque ha tenido todos sus escándalos de corrupción a partir de esta estrategia. Lo del MinTIC no es espontáneo, forma parte de esas prácticas.
El debate en el Congreso a Odebrecht lo dejo totalmente claro.
Mientras no se modifique la manera de vinculación de estos directivos y la meritocracia constitucional sea la regla los recursos públicos estarán a merced y riesgo de este clientelismo perfumado.