El arzobispo de Cali, por enésima vez y en abierta participación partidista, se despacha contra el gobierno. Según informes de prensa, el arzobispo de Cali reaccionó duramente a la estrategia mediática del presidente Iván Duque de dejar la imagen de un Gobierno de cuatro años con resultados positivos. Monsalve escribió el siguiente trino contra lo que él considera un "desastroso gobierno": “Desmiento el triunfalismo publicitario y manipulador del actual gobierno. La cruel realidad de masacres, persecución, revocatorias, desbarajuste socio económico y ambiental, torpeza diplomática, derroche burocrático y talante autoritario, ajeno a toda política estructural de paz.”
En vía diametralmente opuesta a lo ordenado tanto por el Vaticano como por las autoridades ecleciásticas, Monsalve de manera premeditada y alevosa, desconce un reciente pronunciamiento de la Conferencia Episcopal: “Toda intervención proselitista del clero, como dice la declaración citada, distorsiona la misión pastoral de la Iglesia, por lo que resulta imperativo no provocar la confusión de los valores evangélicos con una ideología determinada.”
Monsalve parece no entender que él es el pastor de un número plural de feligreses que tiene todo su derecho de profesar las preferencias ideológicas que les venga en gana. Muchos de ellos, igual y más católicos que el prelado, son profundos admiradores del presidente Iván Duque. El arzobispo de Cali, al colocarse en el bando político manifiestamente en contra del gobierno, toma unas posiciones que no le permiten accionar a favor de la totalidad de su grey.
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Monsalve parece no entender que él es el pastor de un número plural de feligreses que tiene todo su derecho de profesar las preferencias ideológicas que les venga en gana
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Hace unos años, el prestigioso abogado español, Antonio Garrigues Walker, escribió un artículo al respecto del activismo político del clero: “La Iglesia tiene que aplicar en términos estrictos el mensaje del Concilio Vaticano II, que dice textualmente lo siguiente: «Cristo no dio a su Iglesia una misión propia en el orden político, económico o social. La Iglesia no se liga en virtud de su misión y su naturaleza a ninguna forma particular de cultura humana, a ningún sistema económico, político o social.» Nuestra Iglesia ha ido perdiendo, poco a poco, su «clientela» típicamente religiosa y ha incrementado fuertemente su clientela política, defendiendo en el campo económico fórmulas socialistas y en el político, una democracia de estilo europeo. Aunque existen dentro de la Iglesia «fuerzas reaccionarias» favorables a soluciones autoritaristas, en su conjunto, prevalecen los partidarios de un progresismo en su acepción marxista.”
En Colombia, una democracia en el sentido más amplio de la palabra, es legítimo ejercer la crítica ilimitada a los gobiernos. No así, en las sociedades marxistas que Monsalve admira, en que aquel que se atreva a criticar, muy seguramente termina en las húmedas mazmorras del Estado.
Dario Monsalve, a pesar de simpatizar con una ideología atea, tiene todo el derecho a manifestar su afinidad con el marxismo. El arzobispo, sin embargo, debería tener la entereza de colgar los hábitos y dedicarse de tiempo completo a hacer poítica. No nos cabe la menor duda que el prelado sería bienvenido en las filas de los “Comunes”, el partido de los desmobilizados de la narcoguerrilla. Una vez despojado de forma voluntaria de su sotana, el ‘púlpito’ del mitrado pasaría de las iglesias a la plaza pública.
Me temo que Monsalve, que ama escudarse detrás de su investidura, ¡no tiene ni el carácter, ni los pantalones para renunciar a su cargo y ejercer públicamente la política!