A Diego Bustamante, mejor conocido en el mundo criminal como Diego Optra, le gustaba celebrar sus cumpleaños con todos los jueguetes. Para sus 28 años había dispuesto de 150 millones de pesos. Parranda vallenata, juegos pirotécnicos, y ríos de whisky, eran el marco que lo saciaba. La fiesta arrancó en la tarde del 3 de octubre y duró 48 horas. Ni siquiera el cerco que le había desplegado la policía desde principios de junio le había quitado las ganas de hacer la más estruendosa de las rumbas. Lo buscaban no sólo por traquetear toneladas de coca hasta México sino por la muerte
Su familia se dio a conocer en Colombia en septiembre del 2014 cuando uno de sus tios, Edgar “Yuca” Buscatamante, y el papá de Optra, Ever Bustamante, creadores de La Empresa, la organización que maneja el narcotráfico y es el rey del blanqueo de dinero en el puerto, cayeron mientras concretaban un negocio en ciudad de Panamá. En ese momento eran buscados por la DEA por haber enviado tres toneladas de coca desde el puerto de Buenaventura hasta Costa Rica. Además eran los responsables de haber perpetrado la masacre del balneario de Potedó en un ajuste de cuentas con Alias El Diablo, quien formaba parte del clan Bustamante pero al que le salió caro la rebelión: él y siete de sus lugartenientes murieron a balazos. Con este mensaje quedaba claro que nadie podía discutirles la supremacía a los Bustamante en el Puerto.
Después de caer Yuca y Ever Bustamante, los reemplazó Lugo Bustamante. Cinco años duró su reinado. Él heredó los negocios familiares, negocios de apariencia legal como una fábrica de aceites para la piel y un complejo turístico en Juanchaco. Durante cinco años Lugo tuvo la capacidad de camuflarse entre la gente. Nadie volvió a hablar de La Empresa, ni del clan Bustamante. Pero todo cambió en abril del 2019 cuando en un operativo en el puerto cayó Lugo. Desde entonces Diego Optra manejó los hilos de la organización. Y fue lo peor que le pudo pasar a la Empresa. Primero quiso doblar la cantidad de droga que exportaban a Estados Unidos y Centro América usando lanchas, aviones, embarcaciones improvisadas y hasta correos humanos. Por eso, desde mayo, las operaciones hacia México se extendieron de 1.5 toneladas a 3 mensuales. Además los contactos con los carteles de la droga mexicanos se afianzaron aún más con Optra en el poder. Con los de Sinaloa se efectuaban negocios para importar clorhidrato de cocaína para usar en los laboratorios que se extienden en todo el puerto. Y luego estaban la rumba, la rumba que Diego Optra no tenía pensado mermar.
Cerraba discotecas en Medellin para llenarlas de prostitutas que repartía entre sus amigos. La droga no paraba y se hacían rifas de cadenas de diamantes, cotizadas en más de 100 millones de pesos, como la que luce en este video que fue el que terminó dándole la pista a la policía para montarle la redada en el camino que lleva desde Rionegro hasta Vía Granja, en donde estaba acompañado por una comitiva de cuatro camionetas blindadas y diez escoltas. El video de la ostentación terminaría por darle el golpe definitivo a la más temible de las organizaciones delictivas del Pacífico colombiano.