Tal vez esta va a ser la columna más corta y más extraña, ya que estoy con el famoso bloqueo del escritor. Estar de viaje lejos de tu hogar no sé si tendrá algo que ver. Lo que sí sé es que cambiar la rutina cotidiana transforma nuestras neuronas, nuestros pensamientos, nuestras emociones y por tanto aquello que hacemos a veces con facilidad se puede volver difícil.
Al mismo tiempo un viaje nos expone a nuevas experiencias y en este caso la que voy a relatar ha hecho un impacto tan profundo en mí, que quiero compartirla.
Visitando un acuario, uno como tantos hay, en tantas ciudades del mundo, me encuentro por lo que me da por llamar el círculo de la muerte. Esto es, aquello que producimos como humanos sale a la naturaleza y regresa a nosotros para producir enfermedad y posiblemente muerte. La prueba es evidente lavar la ropa en lavadora hace salir innumerables fibras de ella misma, que se van con el agua hasta el mar, los peces las ingieren y nosotros las comemos al tener una cena con estos peces. Es algo ya demostrado. ¿Cómo no enfermar? Y seguro que hay muchos otros así.
Alguien me hace caer en cuenta, el círculo de la muerte también está en la carne que comemos. Producimos antibióticos que inyectamos al ganado, los cuales finalmente también llegan dentro de nuestro organismo y enferman, o producen resistencia en las bacterias, lo cual hará más difícil que curemos de una infección más adelante. En este caso la pregunta que me dejó mudo fue ¿cuáles serán las condiciones en que se produce el ganado para que necesiten los antibióticos? Muchas veces no sabemos o no queremos saber o no queremos investigar, de dónde vienen nuestros alimentos. El círculo de la muerte entre lo que producimos y comemos vuelve a estar presente.
Importante tomar consciencia y ayudar a que los métodos de producción
sean más humanos, consumiendo solo los productos
que tengan una cadena de producción en que las condiciones sean dignas
Finalmente los dejo con la reflexión que hicimos en el grupo que estamos, sobre cómo es importante tomar consciencia y ayudar a que los métodos de producción sean más humanos, consumiendo solo los productos que tengan una cadena de producción en que las condiciones sean dignas tanto en lo material como en lo emocional para quienes fabrican estos productos que nos sirven en la vida diaria, sean los que sean (ropa, alimento, electrónicos, muebles, todo) No necesito entrar en profundidades sobre la mano de obra barata en países asiáticos o tercermundistas, como los llaman o en mitad del mar con barcos que no pagan impuestos a ningún país y en que las condiciones son infrahumanas.
Qué bueno será obrar acorde a la protección de nosotros como seres humanos, no entrando en los círculos de la muerte, sino con plena consciencia de aquello que obramos, producimos, consumimos sea más favorable con el planeta.
Esta parece ser la lección que yo mismo recibo, durante este viaje.
