La serie El Circo en la obra de Fernando Botero, se inauguró en el Museo de Antioquia y estará en Medellín hasta el 27 de mayo. La exposición que representa las diversas aproximaciones entre el 2004 y el 2007 tiene tres compromisos en otros museos.
El Circo, es un período pictórico donde Fernando Botero festeja el mundo del color sobre la forma. El Circo nos cuenta anécdotas de su infancia donde los hermanos jugaban con las arañas. Ellas tenían nombre propio según las habilidades de cada una; en el patio interior de su casa el maestro jugaba con estas arañas en vez de juguetes, sus mundos eran más emocionantes.
Qué tenis y juguetes cuando los carros eran ratones que Botero compartía con sus hermanos en carreras de carros dentro de una tina. En esos tiempos la imaginación es verdad. Así y en un momento extraordinario y precario. Esa imagen tuvo eco es su memoria, años después cuando fue a un circo pobre en Ziguatanejo. Y esa vivencia nómada y pobre que lleva puesta en la vida el disfraz del espectáculo, le conmovió, un mundo de risa feliz.
En esta alegre fiesta Fernando Botero muestra la huella invisible de una habilidad entrenada. Los territorios del pintor Frenando Botero tienen sus propias huellas, la parafernalia de la fiesta: los juegos de luces sin sombras, la capacidad de que cada color tenga proporción y que cada detalle sea su medida monumental.
El circo es un recorrido de un imaginario del artista que ha sido constante en su trabajo. Su último acierto es la monumentalidad en el espacio pictórico como la obra que muestra la estructura nómada de ese mundo que conjuga, las mismas composiciones de los personajes de sus mundos donde la composición de los elementos que sugieren un movimiento estático dentro de una percepción del arte surrealista, como en la desproporción de los enanos al lado de la carpa haciendo énfasis en la desproporción y el desborde. Interesa como en la serie de La Corrida, el movimiento estático como la bola en el aire o en el circo la fuerza de un látigo.
Lo monumental tiene sus pretextos en los pequeños detalles de una boca inexpresiva o un botón que detiene una masa inconmensurable que busca la enorme forma, un espacio pictórico, un lugar para expresar el color vibrante del manejo atrevido que conoció en el arte popular mexicano.
Como siempre en el arte de Fernando Botero se une la vida por la belleza y la solidaridad por la tristeza. Pero también están sus referentes sobre el Circo en la historia del arte como la obra de Chagall, un ruso francés que nació en1887 y murió en1985, de quien dicen fue el último sobreviviente del modernismo, su profesión vivía en la premisa de que la obra de arte no es un sueño de la gente si no un hilo conductor de la humanidad.También los protagonistas de la historia nostálgica de Picasso en la serie azul y rosa donde interpretó la tristeza y la pobreza del mundo nómada, los afiches del espectáculo de Toulouse Lautrec que misionera cadena de hacer reír a los otros. O Watteau, que fue considerado como el último barroco de su época quien creyó en la representación de la gente que representa la comedia.
El cinco de abril Felipe Grimber, comerciante de arte internacional, lanzó la historia de su vida detrás de Fernando Botero, que recoge la de un comerciante privado que desde los 20 años supo conocer y encajar la vida del maestro con sus propias obsesiones a los que les debemos un comentario más detallado. Buena suerte.
