Impresión diagnóstica de Jesús Santrich
Adulto medio de 52 años, quien se hace llamar Jesús, un alias a manera de alterego que pretende simbolizar la perfección de un salvador, el cual cree personificar.
En el trascurso de la sesión presenta expresión discursiva coherente, sin embargo, denotando prepotencia y arrogancia sintetizada en nula empatía frente al dolor ajeno y en conductas manifiestas en vías de hecho, a partir de las cuales impone su norma a través de la intimidación, el cinismo y la doble moral. Emocionalmente aparenta profunda estabilidad narcisista, característica del aplanamiento afectivo que le impide sentir empatía y remordimiento al lastimar sistemáticamente a otros. En términos orgánicos, la ceguera notoria del paciente revela el síntoma, la somatización radicalizada de un estado mental y emocional cegado por el desprecio del entorno y el enaltecimiento de su ego construido en fuertes rasgos de sociopatía.
Dx. inicial
Presenta la paradoja de sentirse ciego porque sus ojos no funcionan, sin embargo, no logra entender que, en su caso, la ceguera va más allá de la enfermedad física. En este sentido, los aires de megalomanía le han impedido ver y reconocer a una sociedad que por décadas depositó su confianza en ideales esperanzadores que el mismo traicionó y ajustó a su propio beneficio egoísta.
Recomendaciones
Reclusión en un centro de víctimas del conflicto armado, interviniendo al paciente grupalmente, leyéndole sin descanso una y otra vez todos los capítulos del Ensayo sobre la ceguera y la lucidez de José Saramago, con el propósito de inocular elementos que le permitan entender y trascender las raíces de una mente obnubilada por la alucinación perversa somatizada en sus ojos. Si el paciente se muestra reacio al tratamiento y pregunta si es posible interrumpir la terapia en consideración por su condición, el grupo responderá al unísono,en forma de canto y a manera de mantra: “Quizás, quizás, quizás”.