Da la impresión que el tiempo se fuera detenido en el Chocó, insólitamente hoy cuando los chocoanos llevan seis días en las calles protestando por mejores servicios públicos: agua potable, energía eléctrica, salud, vías y en general obras de infraestructura para salir del atraso. Se cumplen 49 años del paro cívico del 22 de agosto de 1967, cuando un grupo de estudiantes del Colegio Carrasquilla salieron a las calles de Quibdó a pedir suministro de agua potable y energía eléctrica.
Hoy, 22 de agosto del 2016, 49 años después, los chocoanos protestan en las calles de sus 31 municipios por los mismos motivos que generaron una de las protestas más violentas en la región en el siglo XX. Aquella mañana de 1967, los estudiantes, cansados por la falta de agua y energía, organizaron una manifestación que se convirtió en un grito de inconformidad en todo el departamento.
Fue una escaramuza estudiantil que, con el paso de las horas, se transformó en el motor que exacerbó el sufrimiento de un pueblo agobiado por la desesperanza, pobreza y que reaccionó violentamente contra la indolencia del gobierno central por falta de servicios públicos, obras de infraestructura y fuentes de empleo. Esta son, increíblemente, las mismas obras que exigen hoy desesperadamente en las calles de sus municipios y aldeas.
Esa mañana de 1967, las exigencias de los estudiantes carrasquilleros se transformaron en una protesta generalizada en todo el departamento por los incumplimientos en la ejecución del Plan General de Obras Públicas que se había suscrito 38 años atrás con el gobierno del Presidente Miguel Abadía Méndez, y renegociado en el mandato del general Gustavo Rojas Pinilla, luego de la ola de protestas que generó su intención de desmembrar el Chocó en 1954.
El gobierno del general Rojas Pinilla se había comprometido a ejecutar las mismas obras anunciadas en el cuatrienio de Abadía Méndez, que consistieron en construcciones de carreteras, puertos, programas de electrificación, saneamiento básico y de fomento para el desarrollo económico del Chocó.
Aquel 22 de agosto habían trascurrido 12 años de las promesas de Rojas Pinilla. Los habitantes de Quibdó seguían sufriendo los mismos problemas de antaño e una crisis que se había agudizado por el incendio que destruyó, en 1966, el centro histórico de Quibdó.
Por eso, en pocas horas, las apacibles calles de la capital chocoana se volvieron epicentros de una enardecía turbas de afros y mestizos quienes en los enfrentamientos con la Fuerza Pública, dejaron un saldo trágico de varios muertos, cientos de heridos y finalmente la firma de otro acuerdo con el gobierno nacional sobre las mismas obras que se habían pactado en 1928 y 1954.
El balance en los 88 años que van desde que se firmó el primer acuerdo Chocó- Gobierno central en la administración de Abadía Méndez -- 62 años después de haberse pactado las construcciones de las mismas obras con la administración de Rojas Pinilla y luego de 49 años de los trágicos hechos de 1967-- es sencillo: los chocoanos siguen viviendo un drama social y económico de idénticas proporciones.
La situación de 1967 a la fecha no ha cambiado mucho porque por la burocracia fracasó el Plan Fadul de 1968, un programa estructurado en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo para impulsar el desarrollo económico del Chocó.
El Gobierno planificó un desarrollo integral del Chocó con la creación de la Corporación Nacional para el Desarrollo del Chocó. Toda esa política de planificación fracasó por la falta de continuidad en los gobiernos de Misael Pastrana y Alfonso López Michelsen, pese a que en el gobierno de Pastrana Borrero se inauguró la interconexión eléctrica del Chocó con Antioquia y hace algunos años con el Eje Cafetero, pero el suministro eléctrico sigue siendo deficiente.
El panorama continuó siendo sombrío y obligó a chocoanos a regresar a las calles en 1987 en el gobierno de Virgilio Barco. Las peticiones fueron similares a las de las protestas anteriores. Igual suerte se corrió con otro paro en el gobierno de Andrés Pastrana y con las protestas por los mismos motivos en el gobierno de Álvaro Uribe.
Ahora en el gobierno de Juan Manuel Santos, los chocoanos han vuelto a las calles, pese a que del 2012 al 2015 Chocó recibió recursos por $ 497.345 mil millones para inversión en proyectos de desarrollo de la bonanza de las regalías. Éstos marcan un hito en la en la historia regional después de la reconstrucción de Quibdó, dado que jamás se había tenido ese flujo de dinero para inversiones públicas. Sin embargo, sus líderes los dilapidaron en obras fantasmas e inconclusas.
La situación del Chocó sigue siendo crítica. El departamento continúa inmerso en una crisis administrativa y una galopante insolvencia económica, cuya responsabilidades son compartidas entre un Estado central negligente y un poder regional indolente e ineficaz. Por eso sigue siendo el departamento más pobre del país, uno de los más aislados y con los índices de calidad de vida más bajos. El 40% de sus habitantes no tienen acceso a servicio de energía eléctrica; los habitantes de su capital no cuentan con un adecuado suministro de agua potable, y el 70% de su población vive con menos de un dólar diario.
@j15mosquera