Soñaba con tener un caballo. Tenía apenas 9 años y limpiaba las caballerizas del Club Hípico de Chile. Se quedaba con aquellos animales entrenados para correr, hasta altas horas de la noche, durmiéndolos con susurros. Como sus piernas eran tan largas supo que jamás podría ser jinete. Pero además, como era tan pobre, supuso que solo tendría dos opciones para poder hacerse a un corcel: volverse apostador y esperar que la suerte llegara, o quedarse para toda la vida trabajando en aquel club elitista hasta lograr una pensión para comprar un animal caído en desgracia. Un día Enrique Carreño, el hombre al que ayudaba a sacar la caca de los caballos, lo vio jugar al fútbol y como estrategia se inventó que no le podía dar más laburo. De mala gana le dijo que no regresara porque su vida iba a estar en las canchas.
Pasó mucho tiempo para que Arturo Erasmo Vidal Pardo volviera al hipódromo. La echada lo martirizó aún más porque ya no podría llevar los 300 pesos chilenos con los que le colaboraba a su mamá para que él y sus cinco hermanos menores pudieran comer. Se volvió recio y se convirtió en el hombre de la casa el día que su papá llegó borracho y le prendió fuego al cuarto en el que vivía, exponiéndolos a la muerte. Fue su mamá la que uno a uno los sacó y les salvó la vida. Por muchos años no volvió a saber nada más de aquel alcohólico ni mucho menos de caballos.
Tras la separación, Jackeline entró a ser empleada doméstica e hizo un acuerdo con Arturito: “Te dejo jugar fútbol todos los días pero en las tardes recoges a tus hermanitos y los cuidas”. Jackeline le puso a su hijo mayor Arturo, en honor a su abuelo, un reciclador que trabajaba de sol a sol y que una madrugada lo mató un hombre que conducía borracho su carro. Casi que literalmente Arturo vivía en una cancha. Era solo abrir la puerta de la casa, dar 15 pasos y ya estaba en la portería de aquel polvero que servía como campo de juego en el humilde barrio Villa Huasco, en la comuna de San Joaquín. A los 11 años entró al club Rodelindo Román, el equipo que entrenaba frente a su ventana. Curiosamente empezó a subir de posiciones como siguiendo el camino que conducía de arco a arco: inició como defensa central, por su dominio del balón cambió a lateral, pero metía tanto que subió al puesto de centro campista y jugó hasta de 10. Como no le importaba deslizarse por ese campo aspero, su primer apodo fue Arturo Cometierra.
Cuando ganaron el torneo metropolitano, un entrenador se lo llevó para el Colo Colo. La categoría infantil debía entrenar dos veces por semana pero Arturo iba todos los días, así fuera a darle vueltas al campo. Allá recibió su primer sueldo: 35 mil pesos chilenos que eran como 50 dólares al mes, pero que le servían para pagar la energía y el agua de la casa. En la prejuvenil y juvenil de Colo Colo ya no le decían Arturo Cometierra, sino que por sus chistes y humor en el vestuario le comenzaron a llamar El Celia. Le encantaba imitar a la cantante cubana. Su vida ha sido un coctel de talento, fuerza y suerte. A principios de 2005, el técnico Claudio Borghi fue invitado por el encargado de las divisiones menores para que viera jugar a un delantero que prometía mucho. Pero desde el primer quite deslizante de aquel flaco que jugaba con la casaca número 23, Borghi no volteó a ver otro jugador. De inmediato pidió que Arturo empezara a entrenar con el equipo de mayores.
Su madre se puso tan feliz que partió la alcancía para regalarle unos tenis nuevos porque debía estar bien presentado y un kit de aseo decente para que no llevara su cepillo de dientes, el jabón y su desodorante en bolsas plásticas. Todo empezó a cambiar, le dieron un sueldo de 1.500 dólares mensuales, se convirtió en titular y ganó el campeonato chileno. De ahí ganó dos títulos más y fue convocado a la selección sub-20, con la que quedó tercero. La misma novela se repetiría en el año 2007, un cazatalentos alemán llegó al país austral para comprar a un delantero de la Universidad de Chile, pero en el enfrentamiento vio a un jugador del equipo rival; se trataba de Vidal, de quien quedó impactado por su juego técnico y fuerte. Arturo llegó en sudadera el día que firmó el contrato con Bayer Leverkusen. En un abrir y cerrar de ojos pasó a ganarse 80 mil dólares al mes y ostentar el récord de ser el jugador más caro de su país, teniendo en cuenta que el equipo alemán compró el 70 por ciento de su pase en 7.5 millones de Euros.
En cuatro años jugó más de 100 partidos, hizo 15 goles y fue reconocido en la temporada del 2011 como el mejor jugador del equipo de las aspirinas. Cuenta un utilero del Colo Colo, que justo en esas vacaciones Arturo regresó a Chile y se rumoraba que cambiaría de equipo. “¿Dónde te gustaría jugar, Arturito?, le preguntó su amigo. “En el Real Madrid, es el equipo de mis sueños”, contestó el jugador. Pero como se decía que su futuro estaba en Italia, el utilero agregó: “¿Pero no te gustaría jugar en el Milán o en ‘La Juve’, Arturito?”, insistió. “No, yo quiero jugar en el Real”, sentenció Vidal. Todo parecía que le iba a salir. Florentino Pérez le había preguntado al Iván Zamorano por su paisano, pero los investigadores del equipo merengue después de indagar más sobre el centrocampista de los cortes de pelo exóticos, enviaron un documento donde argumentaron que el jugador tenía problemas de disciplina y podía incomodar el vestuario.
Por el contrario, los directivos del Juventus no dudaron un solo instante en desembolsillar 11 millones de Euros por el versátil jugador. La suerte lo persigue. En su primer partido entró a los 67 minutos remplazando nada más y nada menos que a Alessandro Del Piero, una institución en el club de la «Vecchia Signora». Nadie lo podía creer pero ese día, el volante marcó un golazo desde bien afuera del área. Con el tiempo Cometierra, Celia, Vidal pasó a ser llamado El Rey Arturo. Ese año tras una larga sequía ganaron el scudetto y en seguidilla alcanzaron otros tres, más dos supercopas de Italia y una copa Italia. El Rey Arturo pasó a ser el jugador mejor pagado del Juventus, ganando más de 400 mil Euros al mes, sin tener en cuenta los ingresos por publicidad. “¡Pero cómo no ganarse todo ese dinero!, un chico con ese carácter se los merece.”, aseguraba un periodista de la Gazzeta de Italia. En la revista cuentan que un par de meses más tarde de haber llegado al equipo, Vidal le había preguntado al director técnico sobre quién cobraba los tiros desde el punto penal. “Pirlo, indudablemente”, respondió el entrenador. Entonces El Rey Arturo sentenció: “Si quieres ganar el campeonato y llegar a la final de la Champion, debes dejar que yo los cobre”. Así se hizo y funcionó: la Juventus acaba de disputar la final de la Champions frente al Barcelona.
Sus seguidores se preguntan cuál es el karma que carga Vidal. Por obvias razones buscan la respuesta. Una estela oscura también lo ha perseguido. En pleno mundial sub-20, en el año 2007, fue suspendido por varias fechas después de agarrar a patadas a los policías que vigilaban el certamen. En ese mismo campeonato se iba a devolver a su país porque el técnico José Sulantay no le dio la cintilla de capitán. En el año 2011 también fue multado por haber llegado borracho a la concentración chilena después del bautizo de la hija de su compañero Jorge Valdivia. Al año siguiente los periódicos llenaron sus portadas con su foto y la de su hermana Scarlet quien había sido acusada de un robo millonario en una entidad bancaria. Lo mismo sucedió con su padre, quien fue a juicio por microtráfico. Aunque distante de su progenitor, los abogados los pagó El Rey Arturo.
Parece que lo que sí le heredó a su padre fue el gusto por el alcohol, la fiesta y las apuestas. Cuando la selección chilena clasificó al mundial de Brasil 2014, todo el cuerpo técnico andaba preocupado porque Vidal no aparecía. Lo hizo dos días más tarde, después de una larga rumba con sus amigos de infancia. Saliendo también de otra fiesta, pero esta vez en Turín, protagonizó otro bochornoso hecho al golpear y enfrentarse con unos jóvenes que tuvieron que pedir la ayuda de los carabineros italianos. Y ahora acaba de rematar con el accidente en su Ferrari, en el que iba a 150 kilómetros por hora después de haber estado bebiendo y apostando en un casino desde las tres de la tarde hasta las 10 de la noche.
Pero de todo cuanto le ha sucedido lo que sí lo puso a llorar de corazón fue el momento en que supo que su hijo Alonso padecía de una diabetes Tipo I. Meses más tarde Vidal comenzó a apoyar la Fundación Deportistas por un sueño, que se dedica a hacer partidos y eventos para recoger dinero y ayudar a los menores que padecen este y otro tipo de enfermedades similares. Sus más cercanos dicen que es familiar y agradecido, siempre cuentan aquella escena cuando recogió a su mamá en el aeropuerto y le pidió que lo acompañara a hacer una vuelta al sector donde están las casas más caras de Santiago y viven las personas más ricas de Chile. Entonces estacionó su auto en el condominio Las Vizcachas, caminaron hacia una de las mansiones y antes de tocar el timbre le pasó unas llaves a su mamá y le dijo: “Este es mi regalo, tu propia casa. Te lo mereces”. Se abrazaron y lloraron juntos por un buen rato. Poco le importó a Jackeline que esa casona le hubiese costado a su hijo cerca de 600 mil dólares, porque lo que más le gustó es que él le mandó hacer un jardín tan grande que podía hasta cultivar hortalizas.
Cuando ya tuvo el dinero suficiente, encargó a un primo suyo que trabajaba en el hipódromo que lo asesora para comprar un caballo. Así, regresó al hipódromo como el Rey Arturo, en un Lamborghini blanco, escuchando la canción de reguetón Salió el sol del cantante puertorriqueño Don Omar. Con su peinado de rayas y sus zapatillas brillantes, se instaló en la tribuna a ver ejemplares en venta. Por su porte y potencia en la arrancada le echó el ojo a un potro llamado Global Cat. Aunque esa vez el caballo no ganó, Vidal bajó a verlo y ocurrió algo sobrenatural. El ejemplar tomó la iniciativa, se le acercó y le levantó las tapas. “Este es Il Campione”, dijo Vidal, sin darse cuenta que lo acababa de rebautizar. Lo compró en 90 mil dólares. Il Campione comenzó a ganar todo y los criadores a ofrecer dinero por él. Hoy Vidal es el dueño del caballo más caro de Chile, Il Campione vale dos millones de dólares.
Vidal no se quedó quieto y en menos de dos años compro 39 caballos más. Por estos días se dice que su empresa Stud Alvidal, tiene en su haber más de 70 ejemplares de carrera. También se hizo socio del selecto Club Hípico; incluso, allí se casó. La fiesta fue tan fastuosa que la mismísima Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, asistió a la boda. Su primo Carlos Aliaga se convirtió en su asesor de inversiones y le hizo comprar en época de crisis un terreno de cuatro mil metros cuadrados al lado del hipódromo, un punto estratégico, pues queda ubicado a pocos minutos de Santiago y del aeropuerto. Pero no ha dejado de gustarle la fiesta, de hecho también compró su propia discoteca que se llamará La Veccia. Tampoco ha dejado de andar a más de 150 kilómetros en sus lujosos carros, de apostar en el hipódromo y casinos creyendo que la suerte le durará toda la vida. Sus seguidores lo único que quieren es que su vida cambie y no haga estragos como un caballo desbocado.
Twitter autor: @PachoEscobar