En las consultas interpartidistas de la última elección presidencial, realizadas en marzo de 2018, la llamada Inclusión Social para la Paz, de izquierda, la ganó Gustavo Petro con 2,8 millones de votos; y la llamada Gran Consulta por Colombia, de derecha, la ganó Iván Duque, con cuatro millones de votos. Tanto Duque (7,6 millones) como Petro (4,8 millones), sacaron dos millones de votos más en la primera vuelta de los que había sacado en la consulta (si se le suman a Duque los 1,5 millones de votos de su compañera de fórmula Marta Lucía Ramírez del Partido Conservador, claramente de derecha). Esos dos millones de votos adicionales para cada uno les permitieron a Petro y a Duque pasar a la segunda vuelta, en la cual el primero sacó 8 millones y el segundo 10,4 millones.
En la segunda vuelta, aunque perdió por 2,4 millones de votos, cerca del 10 % del total, la votación favoreció más a Petro, 3,2 millones adicionales, que a Duque, 2,8 millones adicionales; hubo además 800.000 votos en blanco y 300.000 nulos. O sea, hubo cuatro millones de votos válidos adicionales, dos por la derecha y dos por la izquierda, que se decidieron por uno u otro candidato luego de las consultas y 6 millones de votos que se decidieron en las tres semanas que van de la primera a la segunda vuelta y que no habían votado antes por los finalistas. Esos 10 millones son los votos del centro, con inclinaciones a la izquierda o la derecha, pero lejos de los extremos, y son los que definen la elección presidencial en Colombia.
Y si seguimos con esas cuentas de la lechera, serían 5,2 millones por el centro izquierda y 4,8 millones por el centro derecha, que se fueron decidiendo en el camino electoral luego de las consultas. Así que, el centro está lejos de ser una entidad homogénea. Es voluble, pero elige. La encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos que acaba de publicarse dice que el 71% de los consultados se consideran de centro, 17 % de izquierda y 12 % de derecha. La votación total de las elecciones de 2018 fue de 19 millones. El 71% serían cerca de 14 millones de votos. Así que las cuentas de Cifras y conceptos no andan muy descaminadas, para decir que el país es de centro, vota centro y elige el centro.
Así ha sido desde la creación del Frente Nacional, hoy tan desprestigiado por los politólogos que le atribuyen el haber impedido otras maneras de expresión política diferentes a los dos partidos tradicionales. Pero en su momento cerró una gran herida en el alma de la patria creada por la violencia política. Otro gallo nos cantaría si esos partidos hubieran incorporados en sus filas las nuevas manifestaciones sociales, que es la razón de ser de cualquier partido que quiera mantenerse en el tiempo. No fue así. 16 años de Frente Nacional convirtieron al Estado en una maquinaria burocrática excluyente que dejó a los partidos con poder y sin el respaldo ciudadano.
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Iván Duque sorprende hoy al país diciendo que el próximo presidente saldrá del centro, cerrando sin querer queriendo las puertas extremas de uribismo y quizás otras
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A pesar de ello, ninguno de los presidentes del Frente Nacional ni los que siguieron hasta hoy fueron extremistas. Todos de centro, recogieron a su alrededor las corrientes políticas necesarias para sacar adelante iniciativas que han producido hoy un mejor nivel de vida para el grueso de la población, lo que se olvida con frecuencia por las calamidades cotidianas. El caso más dramático de todos el del presidente Iván Duque, claramente un hombre de centro, obligado por las frágiles circunstancias de su escogencia, a pesar de la fortaleza de su elección, a seguir una agenda de extrema derecha. Ello le impidió reconocer el hecho elemental de que los votos que lo eligieron presidente, como lo dicen las cifras, no fueron los de su partido y que lo que estaba a la orden del día, desde el primer día, era construir una coalición que representara de verdad ese electorado. Él mismo sorprende hoy al país diciendo que el próximo presidente saldrá del centro, cerrando sin querer queriendo las puertas extremas de uribismo y quizás otras.
Nada indica que esa sólida tradición política colombiana vaya a interrumpirse. Así que comenzaremos a escuchar en la inminente jornada electoral los cantos de sirena de políticos de todos los pelambres tratando de seducir al centro y a parecer de centro. Corresponde al electorado de centro, que no es tonto y conoce su poder, diferenciar el trigo de paja, entre tantos candidatos que dicen lo mismo, pero sin que sus palabras alcancen a esconder ni sus verdaderos propósitos ni sus verdaderos patrocinadores, y sin que generen confianza en el electorado, que debe estar basada en sus realizaciones.
Publicada originalmente el 5 de octubre de 2021