El pasado 1° de enero de 2021 se celebraron los cien años del nacimiento del escritor y poeta Guillermo Payán Archer (originario de Tumaco, Nariño, e hijo de Federico Payán y doña Rosita Archer, dama con ancestros guapireños).
El escritor tumaqueño es célebre por el poemario La bahía iluminada (1944). Fue un poeta, navegante por el cielo y los cuerpos como por el mar y los sueños; viajero y periodista, navegante de verdad en el mar y en el aire; relacionista público y privado; y, sobre todo, amante impenitente.
Payán da, como nos lo quiso decir con su seudónimo (Puro Alegría), una idea engañosa de hombre suficiente y superficial, risueño y hedonista, cuando los que lo conocen bien y lo han leído en Solitario en Manhattan (1953) saben cómo inexorablemente, tras sus días luminosos y sus Cuerpos amados (1962), viene la Noche que sufre (1948) y Ceniza viva (1940).
Payán Archer no perteneció a ninguna escuela literaria. Incansablemente buscó el camino que lo condujo a sí mismo. En sus versos no hay rastros de García Lorca, de Pablo Neruda, de piedracielismo o subrealismo. Aquí lo que está reflejado es el cielo de Tumaco florecido de estrellas, el turbio Patía, el indómito amor de las mareas, el vaivén voluble de las palmeras y la mujer negra.
También podemos destacar de su producción literaria: Cinco estampas (1957), La palabra del hombre (1958), Poemas de éxodo (1971), Trópico de carne y hueso (1974), Los soles negros (1980), El mar de siempre (1983) y La cábala y el signo (1987). También escribió el libro Cinco estampas sobre personajes nariñenses.
Fue Payan Archer uno de los dos más grandes poetas del Pacífico Sur, junto con el guapireño Helcias Martan Góngora. Así mismo, en el departamento de Nariño está considerado, al lado del venteño Aurelio Arturo, como uno de los más representativos poetas. Por otro lado, estuvo nominado por la Fundación de Escritores y Artistas del Pacífico colombiano (Fuespacol) para llamar con su nombre el Premio Pacífico Literario Vida y Obra.
Desde esta nota sugerimos a los entes culturales de Tumaco y del departamento de Nariño, a los entes educativos como la Universidad de Nariño, al periódico El País de Cali, al Ministerio de Cultura de Colombia y a la Academia de la Lengua de Colombia que este centenario sea celebrado con gran altura, y que sea la oportunidad para recordar a este ilustre poeta marino, que le cantó con emoción profunda asentada en su propia realidad.
El cantor del mar murió en Riohacha, La Guajira, un 16 de octubre de 1993.