Mientras los medios de comunicación continúan informando sobre la penosa situación de desabastecimiento de agua en más de 120 municipios de Colombia, ellos mismos y el Gobierno continúan en la campaña mediática de trasladar la culpa de la situación y el medio para mitigarla, a la población, haciéndonos consientes de nuestros hábitos de uso y consumo de agua, sin informar del trasfondo de la situación: “No laves tu carro. Cierra el grifo mientras te limpias los dientes. Báñate en 4 minutos. Multa a partir de cierto volumen de facturación”.
El uso y consumo responsable de agua es una obligación ciudadana y una obligación humana, pero hay que mostrar un mínimo de coherencia y responsabilidad y no se puede trasladar la culpa a quienes padecen los impactos de la negligencia estatal, en torno al cuidado y conservación del ambiente y de las fuentes de agua que hoy hacen falta. Es el Estado quien sigue protegiendo la minería, y el modelo de desarrollo ve en la protección del medio ambiente un obstáculo que debe ser salvado para lograr los 'objetivos estratégicos nacionales'.
El Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 da cuenta de la importancia política real del sector ambiental en Colombia. Se le asignó al capítulo del sector ambiental (Crecimiento Verde) el 1,4% del presupuesto nacional, mientras las asignaciones para el subcapítulo de proyectos minero energéticos es de cerca del 12%, o la de Defensa que supera el 13%. Números básicos que dan idea de una realidad aplastante.
Una noticia de El Tiempo publicada el 12 de enero del 2016 dice: “Expertos explican que el 'Niño' deja en evidencia décadas de abuso a los recursos naturales”. Esta idea se puede completar diciendo que es la evidencia del abuso de los sectores productivos en un estado complaciente y de décadas de abandono del sector ambiental.
Sería interesante revisar cómo está el cumplimiento de la ley por parte de los mandatarios departamentales y municipales en estos 120 municipios y de los otros municipios ubicados en las cabeceras de las cuencas que los proveen de agua. El decreto 953 de 2013 ordena que se invierta, al menos, el 1% de los ingresos corrientes de gobernaciones y alcaldías para la adquisición, mantenimiento y conservación de predios estratégicos para la producción de agua. Una revisión rápida del estado de cumplimiento de este decreto muestra el abandono extremo de la conservación del agua.
Hablando en términos técnicos, el Riesgo Hídrico de desabastecimiento no es algo que se evalúe de manera aislada, es el producto de dos variables independientes: la amenaza y la vulnerabilidad. En la situación actual, el Fenómeno del Niño extremo es una amenaza de origen climático sobre la cual no se puede tener mucho impacto. Existen evidencias del Fenómeno del Niño desde la época preincaica en Perú y se puede evidenciar que el mismo está y estará con nosotros, porque hace parte de los eventos asociados a la variabilidad climática. El Cambio Climático lo hace más intenso, eso es cierto, pero solo hemos hablado de la amenaza. La vulnerabilidad en cambio sí es algo en lo que podemos incidir de manera clara y efectiva, y está asociado al cuidado ambiental de las cuencas y las fuentes de agua, a los hábitos de uso y consumo de agua, entre otros.
La situación actual está asociada a una amenaza que conocíamos y esperábamos y a una vulnerabilidad que crece y crece por causa de la negligencia de los tomadores de decisiones políticas y de la inconsciencia generalizada sobre sus reales causas.
La triste realidad es que conservar un bosque no da votos y lamentablemente ofrece más visibilidad y más votos una nota en un noticiero de mediodía con un alcalde recién elegido dirigiendo un carrotanque de agua a un pueblo con sed. Somos víctimas de nuestros actos, de la irresponsabilidad de quienes tienen las herramientas para mitigar una situación anunciada desde hace años sin usarlas y de nuestro desconocimiento ciudadano de la real situación.
¡Conocer es un derecho, entender en una oportunidad, manifestarse es una obligación!