En los años 50 y 60 del siglo pasado se presentó en Colombia un fenómeno muy particular, que los medios llamaron ‘repúblicas independientes’. Estos territorios eran llamados así porque se constituían en enclaves en los cuales el gobierno no tenía una presencia clara y definitiva. Es más, quienes hacían las leyes impartían justicia y garantizaban el orden público en esas regiones eran campesinos armados que se habían declarado en rebeldía, primero contra los gobiernos conservadores y luego contra el establecimiento gubernamental en general.
Estas ‘repúblicas’ de hecho fueron los primeros embriones de lo que más tarde se llamarían las FARC. Marquetalia, Gaitania, Planadas, Riochiquito, El Pato, Guayabero, eran regiones de Colombia en las que no llegaban las autoridades y los campesinos y colonos tomaron la administración en sus manos.
Hoy, en pleno gobierno de la prosperidad democrática de Juan Manuel Santos, en momentos en que se está a punto de negociar una paz histórica con las FARC, siguen existiendo ‘repúblicas independientes’. Una de ellas es el Catatumbo, una región del departamento de Norte de Santander recorrida por el río que le da su nombre. Hace 50 años era una región apenas visitada por el hombre, aún habitada por indígenas con fama de fieros y antropófagos, los motilones. Ahora es una zona en la cual las autoridades colombianas no pueden ejercer soberanía porque son los grupos armados, los señores de la guerra, quienes determinan quienes pueden transitar por la región, a qué hora pueden hacerlo, qué se puede comerciar en la zona… en fin. Acá no hay presencia del Estado.
Lo que sucedió con la periodista colombo-española Salud Hernández-Mora es buena y triste prueba de ello. La reportera viajó al municipio de El Tarra, a tres horas en carro de Cúcuta, capital del Norte de Santander, con más de 600 mil habitantes. Su objetivo era adelantar un trabajo periodístico sobre los problemas económicos y sociales que agobian a la región. Salud es una periodista que se cura en salud y toma todas las precauciones posibles para evitar ser víctima de los peligros que acechan en estos parajes.
No obstante, el peligro es uno de los gajes del oficio de la profesión. Quien haya sido periodista sabe que los riesgos hay que correrlos por motivos de una fuerza mayor: informar bien y correctamente al público. Cumpliendo ese mandato es que Salud está desaparecida en El Tarra. Lo grave es que la prensa, por cubrir este suceso, está siendo objeto de agresiones por parte de los grupos armados.
La Defensoría del Pueblo informó, sin darle claridad a la opinión pública sobre los autores, que “actores ilegales con presencia en esa jurisdicción, particularmente en la vereda Filogringo, habrían retenido a algunos comunicadores, personal de apoyo y equipos tecnológicos enviados para el cubrimiento de esta noticia”.
Para nadie es un misterio que en esta región geográfica se mueven como peces en el agua dos actores armados: el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y un reducto del antiguo Ejército Popular de Liberación que estaba bajo el mando de ‘Megateo’, dado de baja en octubre del año pasado.
Sí lo es para el gobierno nacional, que tan acostumbrados nos tiene a sus declaraciones desabridas y sin rumbo. Según Santos, hasta ahora las autoridades no tienen rastro del paradero de la comunicadora. Esta afirmación contrasta con la certeza que mostró el alcalde de El Tarra, José de Dios Toro, quien reconoció que “Salud Hernández está “con un grupo guerrillero”, no se sabe si en calidad de retenida o realizando un trabajo periodístico”.
Los medios que han llegado a la zona registran la falta de fuerza pública en la zona. El ELN, como fuerza armada dominante en la zona determina quiénes pueden desplazarse por las vías de El Tarra y los municipios aledaños y hasta qué hora. De hecho todos los días hay toque de queda desde las 6 de la tarde hasta las 5 de la mañana. El ELN no responde por su seguridad.
Es irónico que el gobierno de la paz no sea capaz de garantizar la misma en distintas regiones del país. Lo del Catatumbo no es una excepción. Sucede lo mismo en la bota caucana, en el cañón del Patía, en todo el curso del río Atrato, en la zona aurífera de la Serranía de San Lucas, entre otras zonas abandonadas por el Estado. Por eso para la actual administración es un punto de quiebre la recuperación de Salud Hernández sana y salva. De lo contrario es muy posible que el tan buscado plebiscito por la paz no le resulté a favor como lo espera el Presidente. Mis votos por el regreso de Salud.