En Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC), en la cumbre de 2018 (Polonia), se ocupó de la meta máxima y punto de inflexión de crecimiento (1.5 C°) de la temperatura, respecto a la media preindustrial (15 C°). 1.5 C° está considerada meta extrema para poder conjurar el riesgo de una catástrofe ambiental a final de siglo.
En el COP21 consideraron que el crecimiento no debía superar los 2 C°. Además, predijeron que bajo esa condición, diversas regiones de la tierra se tornarán inaptas para la sostenibilidad de la vida.
Registros recientes indican que en los últimos 30 años, la temperatura media global ha aumentado 0.8 C°.
Son resultados, conclusiones y advertencias que deben preocupar a todo ciudadano, pero en particular a quienes disponen de poder de decisión y acción.
Cualquier ciudadano en el planeta puede verificar efectos concretos del aumento de la temperatura media terrestre. Calores sofocantes durante mayores periodos del día y del año, reducción de fuentes superficiales de agua y manantiales, derretimiento de glaciares, efectos sobre producción agraria, desorden climático, etc.
Hay certidumbre concluyente sobre generadores de gases de efecto invernadero, especialmente CO2 y metano, provenientes del consumo de sustancias fósiles, específicamente, carbón, petróleo y gas. Se calcula que aportan el 98.9% de CO2, del total de gases que producen efecto invernadero.
El consumo de petróleo en el planeta, en 2018, alcanzará los 90 millones de barriles/día y de esa cantidad, el 80% se destina a producción de combustibles para motores. Esa demanda, es hasta hoy, permanentemente creciente, debido al sostenido crecimiento de la oferta y demanda de equipos consumidores de carburantes fósiles.
Son hechos que debe motivar y decidir la sustitución de fuentes de energías.
En la producción de energía eléctrica, el consumo de carbón continúa intensivo. Ante la amenaza cierta del crecimiento del calentamiento global y sus consecuencias, la comunidad mundial y en particular los gobiernos, instituciones, empresarios y sociedad de todo el planeta, deben asumir responsabilidades y tomar decisiones al respecto.
A corto plazo deben fijar términos concretos para la prohibición el uso del carbón, en la generación de energía eléctrica en todo el planeta.
La sustitución de esa fuente puede hacerse con generación eléctrica fotovoltaica, eólica o hidráulica, de acuerdo con las condiciones y disponibilidades de las naciones y regiones.
Está demostrado universalmente que la generación de energía eléctrica mediante utilización de energía solar es ya significativamente menos costosa que las de otras fuentes.
Respecto a sustitución de fuentes de energía, es reconfortante que algunas naciones demuestren con hechos, la sustitución de fuentes de energía de origen fósil por fuentes limpias. Entre otras, la República Popular China, que se fijó cumplir metas de sustitución de generación de energía eléctrica con base en consumo de carbón y carburantes de origen fósil, por energía eléctrica, cero emisiones CO2.
Shenzhen, ciudad china de 12.500.000 habitantes, provee el transporte público con 16.500 buses (tipo padrón Bogotá), 100% eléctricos a base de baterías y además, el 40% de los vehículos pequeños, particulares y públicos son impulsados por energía eléctrica a base de baterías.
Todos los gobiernos mediante políticas de estado y empresarios del sector automotriz y del transporte deben fijar y cumplir metas para sustituir el uso y producción de vehículos de combustión interna, por vehículos impulsados por energía eléctrica, de cero emisiones de CO2.
A manera de ejemplo, registros recientes indican que un articulado tradicional de TM (Bogotá), consume en promedio 1400 galones de ACPM por mes y produce 11.25 toneladas equivalentes de CO2, en el mismo período.
La administración distrital de Bogotá, en el presente año, tuvo la oportunidad de hacer reposición del equipo de transporte público diésel por equipos 100% de cero emisiones de CO2.
El uso de gas como carburante, solo reduce el 50% de generación de CO2, respecto al uso de diésel.
La sustitución por el sistema Euro 5 o 6 no corresponde a los objetivos que se deben y pueden lograr con el uso de energías limpias. No es sensato desconocer la contaminación evidente del aire en el distrito capital.
Son cifras para analizar, respecto al consumo de carburante motor global, regional y local y en Bogotá, máxime cuando el distrito capital se apresta a reemplazar o sustituir, al menos 1400 buses articulados y biarticulados para el transporte público.
Creo que aún podrían renegociar las adjudicaciones de las recientes licitaciones. Basta determinar un razonable costo y cronograma de ingreso de los nuevos equipos, que haga posible la reposición del 100%, con garantía de cero emisiones de CO2.
Las decisiones recientes del Concejo Distrital sobre reposición de equipos para transporte público son muy positivas, pero deben concretar la fecha 2020, como límite para reposición de todo tipo de transporte público distrital.
El gobierno nacional y el congreso deben intervenir inmediatamente y reglamentar la reposición del equipo automotor de carga, por equipos cero emisiones de CO2, a partir de máximo 2020, en todo el país.
Adicionalmente, está probado que la vegetación en su proceso de fotosíntesis capta y transforma CO2. En consecuencia, todos los gobiernos, empresarios y ciudadanos del mundo en general, deben comprometerse a reforestar y proteger la vegetación existente y a restituir los millones de hectáreas perdidas por deforestación.
Si toda la comunidad global y sus representantes en el poder se concientizan y se apersonan de la amenaza climática, es posible responder positivamente a los presagios catastróficos y consecuencias del factible calentamiento global.