Desde que se dieron los primeros asentamientos ligados a la explotación de los yacimientos perleros, Riohacha se ubicó como una de las localidades más importantes, por ser el epicentro del comercio del Caribe con Europa. Hoy somos casi invisibles en la región Caribe, pero fuimos grandes protagonista en el Gran Caribe insular, el que marcó nuestro origen y nos extiende siempre sus brazos. Es por eso un mar en el que debemos encontrar tanto las huellas del pasado como las señales del futuro.
La Guajira, y en especial Riohacha, son parte inseparable e indispensable del litoral Caribe; apenas 44 años atrás se integraron al Estado nacional colombiano con la inauguración del puente sobre el río Magdalena. La barrera natural de la Sierra Nevada obligaba a mirar al Gran Caribe de donde fue parida y amamantada Riohacha y aún sigue unida a su cordón umbilical. Fueron los multiculturales y mestizos isleños de Cubagua, los padres pobladores, origen que nunca debe desprenderse y olvidarse. Hoy más que nunca la tiranía centralista del poder lo confirma.
El fuerte legado y tradición da el sentido de pertenencia con Punto Fijo, Maracaibo, así como con el círculo de islas Aruba, Curazao, Margarita, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, entre otras localidades. De allí somos y allí nos toca regresar para poder sobrevivir. Allí están nuestros ancestros y es ese mar nuestra esperanza, la que perdimos porque la marimba y el carbón enceguecieron a muchos, especialmente a una clase política cortoplacista, negligente, mediocre y corrupta. El Gran Caribe inmenso y hermoso nos espera. Somos su despensa agrícola y pesquera natural.
El distrito de riego del río Ranchería, es decir, la adecuación de sistemas de riego presurizados y por gravedad para 20 mil hectáreas de tierra para cultivos de lujo, que permitan generar desarrollo económico y social a La Guajira es una necesidad. Hay que hacer un desarrollo agrícola de primera condición, con productos de valor agregado, con cultivos nuevos que puedan ser exportados a ese Gran Caribe. La conectividad marítima y aérea es urgente. En la posminería la infraestructura ferroviaria y portuaria será la salvación de La Guajira.
La Guajira cuenta con 403 kilómetros de litoral y hermosas playas. Además, es rica en recursos ictiológicos y cuenta con una localización ampliamente estratégica frente al Caribe, Centroamérica, la Florida y el Golfo de México. Eso sin contar con el acceso directo a Europa y África, así como al oriente por el Canal de Panamá. Allí está el potencial infinito para generar riqueza material a la población cada vez más pobre y excluida. El hambre no da compás de espera y con toda seguridad se puede vivir del campo y del mar.
Toca repensar a La Guajira, desde la academia y la investigación. La ingeniería agropecuaria, tecnologías del campo, ciencias agroambientales, las Ingenierías pesquera, marítima y portuaria, la biología marina, oceanografía, ictiología, acuicultura, ecología, la navegación marítima, el turismo, las nuevas tecnologías pesqueras, entre otras ciencias, son las más pertinentes a nuestra realidad presente y futura. Se hace necesario preparar nuestro capital humano para que maneje el potencial que tenemos. El desempleo ha empujado a la población económicamente activa al comercio irregular y a la delincuencia que crece en progresión geométrica.
Es el momento de que los guajiros se apropien de esa facilidad con las que los caribeños se adaptan a las circunstancias. Es claro que el Caribe es una región compleja y pluralizada; para entenderlo hay que convertirse en caribeño, lo que significa saturarse de su historia y cultura. El arte de la supervivencia desarrollada por el Caribe, el mestizaje, las fuertes tradiciones africanas, los idiomas sincréticos que allí se hablan, son un reflejo de la capacidad de respuesta inherente al ser humano, a través del cual se generan respuestas adaptativas frente a situaciones de crisis o de riesgo.
Hoy La Guajira, inviable por falta de recursos, podría convertirse en el paraíso soñado. Necesitamos por lo menos dos décadas de gobiernos decentes y sensatos.
