El "carácter subversivo" de las propuestas de Petro

El "carácter subversivo" de las propuestas del presidente Petro

Como Petro, cuando las futuras generaciones quieran hacer cambios socioculturales serán calificados de extremistas, populistas y subversivas. Es la historia

Por: CARLOS ENRIQUE GARCIA PRIETO
agosto 24, 2023
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¡Seamos los padres de nuestro futuro, y no los herederos de nuestro pasado!

En el plano político colombiano se nos presenta una observación espontánea, y es que, en este proceso por la reivindicación social que ha propuesto el señor Gustavo Petro desde hace varios años y que ha puesto en marcha desde la Presidencia de la República, el conjunto de los hechos que constituyen la agitación política de la actualidad concierne en su mayor parte a tesis contrapuestas para el desarrollo nacional.

En relación con estos, ni siquiera los más avezados analistas políticos han podido especificar y concretar hechos y circunstancias que se le puedan imputar a los actores en controversia (Gobierno del Pacto Histórico y los partidos en oposición) sino que siempre se han atenido a voces vagas, a la opinión pública y, casi siempre, a apreciaciones muy generales de cada uno de los personajes políticos y de la gran prensa en general. No basta que los analistas recurran a hechos generales que no se sabe cuál es su fuente o que sabiéndola la deforman hasta el punto de acusar a uno u otro de hechos de los cuales son ajenos o que, siendo ciertos, han sido sacados del contexto histórico y político para buscar resultados negativos en la sicología social; es necesario, oportuno y equitativo que el análisis incluya un componente histórico para entender las propuestas del presente.

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Pero en respuesta se dice, por parte de los medios y de los analistas adeptos a la política tradicional, a los partidos en oposición, que aquí no se trata de recordar la historia, ni de poner el retrovisor, sino de mantener el "statu quo", o sea, el estado de crisis y frustración social de la comunidad, tesis recogida por la oposición, con unas modificaciones generales que de una u otra manera mantiene el estado de frustración de la sociedad, agravándola en muchos casos como en la determinación de hundir los proyectos de reformas que se requieren para hacer de Colombia una nación soberana, justa y próspera y recortar derechos ya conquistados.

Por su parte, el Presidente Gustavo Petro propone y comienza a desplegar un programa de gobierno tendiente a desarrollar aspectos sustanciales de la vida en comunidad, las libertades, los derechos, el desarrollo humano, la defensa de la naturaleza, la justicia social, etc. que en no pocas oportunidades han sido calificadas de extremistas, populistas y subversivas. En la fisonomía de la historia de la humanidad encontramos el "carácter subversivo" de las propuestas del presidente Petro.

No me inquieta esta afirmación sobre las tesis del señor Gustavo Petro y antes bien la explico, sin admitirla, observando que este es el destino común en la historia del progreso humano: para todo derecho de cuyo ejercicio gozamos hoy, siempre las primeras reivindicaciones dirigidas a obtener su reconocimiento fueron calificadas de acciones subversivas, y como tales fueron perseguidas.

El derecho de hoy es la aspiración calificada ayer de subversiva; porque, siendo todo progreso alcanzado un obstáculo para los progresos que han de venir, estos no pueden llevarse a la práctica sin una lucha por la reforma del orden establecido.

Hay algo eminentemente humano que puedo recordar para sostener esta afirmación: el movimiento del cristianismo, que tenía carácter de renovación religiosa y social a un mismo tiempo, y que, aunque ahora es considerado como uno de los avances más gloriosos de la humanidad en el camino del bien y como una firme base del orden social, fue entonces atacado como una actividad subversiva, sectaria e inmoral.

Este hecho, como que corresponde a un instinto de la vida humana (la ley de inercia en virtud de la cual el hombre, adaptado a determinada condición, rehúye a las innovaciones y cede solo a la obra de quien lucha por conquistar un puesto en la vida) es un caso que se repite en todas las manifestaciones de la vida social; y es una de las leyes de esa evolución natural, por la cual la humanidad se preocupa sin cesar por la consecución, nunca total, de sus ideales; evolución que debe ser gradual pero incesante, porque de otra manera, al ser detenido violentamente su curso por quien intente impedirla, termina en la explosión revolucionaria. Esto siempre ha ocurrido así.

Al finalizar el mundo romano, el cristianismo, aurora de un mundo nuevo, pide la igualdad de los hombres, la abolición de la esclavitud y una sociedad justa. La sociedad establecida entonces se opone y se ensaña en los martirios y en las penas; pero la humanidad pasa triunfante y ahora aquella obra, calificada entonces como subversiva, se considera hoy como justa reivindicación de la conciencia humana.

Resuelto este problema, otro se opone en el camino de la humanidad. La Edad Media se agita en la lucha por la igualdad religiosa, por la libertad de conciencia, que entonces se calificó también como agitación subversiva, pero que en las páginas de la historia política se levanta como una nueva reivindicación del derecho humano.

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Al terminar el Medioevo, cuando una vez resuelto, este problema desapareció en las tinieblas de un pasado sin retorno, se empeña otra lucha por la igualdad política que se somete también al destino común de ser calificada como actividad subversiva, pero que, por mil heroísmos y sacrificios, y también por excesos dolorosos, nos ha conducido a la moderna civilización, con la cual la libertad política se ha convertido ya en una nueva reivindicación de la conciencia humana.

En nuestra época el mundo se preocupa por la solución de otro problema, la igualdad económica, no ya en el sentido fantástico de una igualdad material y absoluta en las condiciones económicas de todos y de cada uno, lo que es imposible de alcanzarse porque se opone demasiado a las inevitables desigualdades naturales entre persona y persona, sino en el sentido relativo de un mínimo de subsistencia asegurado a todo ser humano, para que toda persona tenga con su trabajo lo suficiente para una vida digna: trabajo, salud, educación, vivienda, alimentación, libertades y derechos etc.

Un episodio de esta lucha que preocupa a Colombia es la violencia que soporta desde hace más de cinco décadas no obstante los Acuerdos de Paz suscritos entre el gobierno y los contrincantes en el conflicto armado, y que quiere dejar atrás como un recuerdo oscuro de su historia. Pero si el instinto irreflexivo corre súbitamente a tachar de actividad subversiva la consecución de una Paz Total y una igualdad real y a invocar los rigores violentos de la represión, nosotros, a la luz fecunda de la historia, debemos considerarla, en cambio, como una fase inevitable de la presente evolución social y examinar las condiciones naturales para mantenerla en los límites de la equidad social, tanto reconociendo sus justas exigencias como atemperando sus excesivas prevenciones, inevitables en el despertar de un pueblo que aspira a la luz y a la vida.

Y, sobre todo, inspirándonos en aquel principio que fue el alma del cristianismo, la fraternidad humana, tratemos con buen sentido de hacer cesar los choques y los odios, evitando la común y peligrosa ilusión de que las detenciones en masa, las desapariciones, los crímenes contra los líderes sociales, las cortes en lo criminal, la judicialización y condena de quienes piden a gritos estas reformas, que no es otra que la juventud colombiana, son suficientes para sofocar los movimientos del pueblo que obedecen a una voz irresistible de la humanidad en marcha.

Estamos viviendo una época histórica de evolución social cuyos beneficiarios de los derechos conquistados serán las generaciones venideras quienes, cuando quieran cambiar el orden que dejemos establecido, sus propuestas también serán calificadas de extremistas, populistas y subversivas. Es la historia.

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