-“Sembré y procesé coca. No me di cuenta y empecé también a consumirla.”
-“¿Y lo dejaste?”
-“Sí. Yo tengo 30 hectáreas. Cuando arranqué la coca la tierra me quedó peladita, puro pasto lleno de químicos. Ahora tengo caña, bosque, animales, y reservé 10 hectáreas para conservación. Con la comunidad tenemos un trapiche y ahora sembramos caña, procesamos panela y ahí estamos en la brega de la comercializada. Y todos los días le pido a Dios me ayude a no volver a consumir.”
-“¿Y esa es tu principal lucha por estos días?”
-“No. Tengo una hija que es técnica en enfermería. Necesita 600 mil pesos para un curso y yo se los prometí. Se los tengo que conseguir (se mira las manos). Y quiero un día escribir mis memorias.”
Arturo Acosta Ortiz.
Puerto Erichá. Caquetá.