Alias Richard está borracho. De pronto decide salir de su moderno campamento en medio de la selva del municipio de López de Micay en el Cauca. Su escolta de guerrilleros lo siguen, se acerca al río, saca su AK-47 y empieza a descargar al aire todo el proveedor de balas como un primate que le han pasado un arma por primera vez. El Atlético Nacional ha ganado el torneo apertura del fútbol colombiano, es el miércoles 17 de julio de 2013. Richard, vestido con la camisa a rayas del ‘verde’, sudadera y tenis Adidas, manda pedir más whisky y pide que el fin de semana le lleven una “prepago”, una jovencita de Cali, porque “esto hay que celebrarlo”, el equipo por el que muere ha ganado su estrella número 12.
Martín Leonel Pérez Castro, alias Richard, nació hace 44 años en en Dagua, Valle del Cauca. Cuando cumplió la mayoría de edad se dejó deslumbrar por el miedo de los fusiles y los camuflados e ingresó a la guerrilla de las Farc. Entró al Frente 30 que tiene injerencia en ese departamento. Sus primeros trabajos fueron de mensajero, después de armerillo, manejó los sistemas de comunicaciones, pero como traía metido en la memoria la actividad sicarial del Norte del Valle, no se demoró mucho para ser jefe de escuadra y realizar terribles atentados terroristas. Pronto el secretariado de las Farc, le dio cierto mando en las montañas del Darien, sobretodo en la carretera que conecta a Buga con Buenaventura. Allí hizo fama por la quema de tractomulas, la extorsión a comerciantes y hasta el cobro de vacunas a pequeños narcotraficantes de la zona que sacaban la droga por el principal puerto del país.
Mientras su mentor, el guerrillero Neptalí Umensa, alias Mincho, se abría paso a bala y muerte en el noroccidente del Cauca liderando el Frente 30 de las Farc, Richard iba haciendo amistad con los narcos medios del Valle del Cauca, algunos de ellos, sicarios que habían sido sus paisanos en Dagua, Calima, Río Frío y Trujillo. Entre los años 2002 y 2004, dicho Frente fue encargado de abrir laboratorios de cocaína en la manigua del occidente caucano: municipios como López de Micay, Timbiquí y Guapi fueron colmados de cocinas y cocineros de cocaína. Mincho, comandante del Frente 30 se internó en la húmeda selva caucana y su segundo al mando, alias Richard sería asignado en los temas de conectar con la gente que compraría las toneladas de cocaína.
No pasó mucho tiempo y por esos inicios de la década del 2000, a Richard se le solicitó que se fuera a secundar a su jefe en López de Micay. El guerrillero se convertiría en un experto navegante de ríos, conocedor de caminos y hasta en un hombre diestro a la hora de la arquitectura de botes que servían para transportar ante todo la droga y la vigilancia de la zona. Antes de llegar a ser el comandante del Frente 30, Richard era un hombre taciturno, solo seguía las ordenes de Mincho y Mincho las del Secretariado. Pero aquel vallecaucano, bajito de estatura, aunque certero al matar, callado iba haciendo un posgrado en narcotráfico.
Richard aprendió: cómo se sembraba la coca, los insumos para acelerar su crecimiento, la época de recoger la hoja, el pago por gramaje de aquella base, dónde se compraban los químicos necesarios para cocinar cocaína, cómo se podían llevar hasta aquellas maniguas, los mejores profesionales para procesarla (es decir los cocineros), el tiempo y todo cuanto tiene que ver la elaboración de un kilo, y la estimación en días para sacar una tonelada. Así como también con quién hacer negocios para vender los embarques, a quien entregarle, cómo cobrar el dinero, dónde recibirlo, cómo cambiar drogas por armas, cómo montar empresas fachadas, cómo enviar la rentabilidad a los altos mandos de las Farc y hasta empezar a lavar dinero como los verdaderos capos del Valle, del Caribe o de Bogotá.
De un momento a otro no volvió a salir de la selva. Desde el año 2007 se tiene conocimiento que se internó en el Cauca. Solo una vez al año iba a visitar a su familia en el Norte del Valle, pero lo suyo era manejar el negocio con teléfonos satelitales desde la selva. Con ese poder a cuestas, su jefe Mincho le dio toda la confianza de manejar el negocio que niegan las Farc. Los expedientes refieren que el Frente 30 comenzó a aportarle a esta guerrilla el 60% de la financiación para el Bloque Occidental. Eran los hombres que prácticamente sostenían a todos los grupos de las Farc en esa extensa región, la dotaban de armas de largo alcance, granadas, dinamita, medicamentos, indumentaria, y un largo y costoso etcetera de todo lo que se necesita para enfrentar al Estado.
En el 2008 las Fuerzas Armadas comenzaron a bombardear los campamentos donde informantes avisaban que ahí estaba el comandante Mincho. Se les escabulló varias veces pero no lo pudo hacer en el año 2011 donde fue abatido. De inmediato la línea de mando la tomó Richard. Su poder militar y personalidad sin miedos hicieron que en poco tiempo le quitara a los Frentes 5, 18, 34, 36, 57, 58 que actúan en Chocó y Risaralda, el control del narcotráfico. La caja registradora de Richard pasó de manejar la producción y venta de una tonelada de cocaína a manejar hasta 40 y 50 toneladas del alcaloide.
De pronto sus hombres de confianza pasaron de ser guerrilleros rasos a experimentados sicarios del norte del Valle, a quienes había contratado porque confiaba más en ellos. Su prioridad fue ampliar el desfibraladero, un taller donde construyeron una decena de botes, lanchas rápidas y hasta inimaginables semisumergibles. Incluso la fuerza pública en repetidas ocasiones incautó estos caseros mini submarinos con toneladas de cocaína.
Richard se convirtió en el capo de capos del narcotráfico vinculado a las Farc. De hecho, en su momento el Presidente Juan Manuel Santos lo comparó con el abatido Negro Acacio, aquel jefe guerrillero que le dejó toda una fortuna a las Farc tras sus negocios de droga con narcos de Brasil. El poder de Richard llegó a tal punto que se pavoneaba en una lancha importada por los ríos, canales y esteros de Micay, Yurumanguí y Satinga; y en camionetas todo terreno último modelo - que pocos se explicaban como llegaban hasta esos inhóspitos paraderos- en lugares como la Saija, Timbiquí, López y Noanamito.
Desde entonces montó un equipo para las operaciones de narcotráfico. Sus hombres de confianza para la compra de base eran alias Chachito y El Evangélico; para el transporte unos lancheros de Buenaventura, mientras que para la venta y recibo de dineros a un par de experimentado sicarios, hermanos entre sí, del norte del Valle del Cauca, quienes ya tenían la aprobación de Richard para negociar con gente del Cartel de Sinaloa.
La droga era procesada en el Alto Naya, enviada por lanchas hasta La Bocana (cerca de Buenaventura) en el mar Pacifico, de ahí seguía su camino hasta Centro América, donde la recibían la gente del Cartel de Sinaloa. La droga que les entregaba Richard a los mexicanos era tan buena, que según agentes en cubierto, poderosos hombres del Cartel de Sinaloa fueron capaces de internarse en la selva para ir a hacer negocios de frente con el capo de las Farc. Incluso, llegando al punto de comprometerse a entregarle el dinero -que bajaban desde Estados Unidos y México mediante otras modalidades-, donde el guerrillero dijera.
En tiempo record Richard amasó una fortuna calculada en los 300 millones de dólares, sin contar con todo el dinero que le inyectaba a la lucha armada de sus jefes de las Farc. Fue así como hubo un cambio abrupto en su comportamiento. Durante cuatro años, comenzó a vivir la vida como un verdadero narco, pero bajo las banderas guerrilleras. Como los comandantes no lo visitaban, jamás se enteraron que Richard le gustaba vestir de civil, con anillos, cadenas, relojes finos, pero sobre todo se le había vuelto una obsesión vestir con ropa marca Adidas, mientras los demás guerrilleros bajo su mando debían portar el camuflado y llevar bien visible el brazalete de las Farc. “Solo se ponía ropa Adidas, así fuera con botas pantaneras”, dice un desmovilizado. Las fiestas comenzaron a ser más seguidas.
Sus sicarios del Valle le enseñaron el mundo de las modelos, reinas y jovencitas universitarias que por 6 y 8 millones de pesos le servían donde indicara. Reconocidos artistas de música popular tomaban lanchas rápidas para cantarle por 50 mil dólares toda una noche al narcoguerrillero. Cuentan que un reconocido artista de apellido Gómez, en una presentación se cayó al río Micay en medio de su borrachera y que lo salvó un corpulento guerrillero: “Gracias negro, si no es por vos me muero, me muero, negro”, cuentan que gritaba el cantante.
Otro de sus socios comenzó a hacer las veces de su asesor financiero. Las autoridades dan cuenta que Richard comenzó a comprar propiedades en el Eje Cafetero, justo en la zona donde siempre ha vivido su esposa e hijos. Llegó a comprar más de 10 propiedades, entre ellas cuatro fincas cada uno avaluadas en más de mil millones de pesos. Manejando las finanzas del Bloque Occidental no escatimó en cambiar todos los aparatos de comunicaciones y además adquirir una colección de cuatrimotos de última generación para moverse en la selva.
La ambición de alias Richard llegó al punto de matar por muchachos que se le robaban las vueltas de las compras: “No los mataba por los 15 mil pesos que se le quedaban, sino que él les daba mucha plata, pero le enfurecía que lo quisieran tumbar. Así mismo, mataba por millones de pesos. Uno de sus socios del Valle le tumbó un millón de dólares, el cadáver de ese señor fue encontrado en Pereira”, cuenta una de las fuentes.
Cuando las autoridades colombianas e internacionales se dieron cuenta del poder de alias Richard en el mundo del narcotráfico, iniciaron una persecución sin descanso. A finales del año 2013 estuvieron a punto de darle de baja. Richard iba en lancha por uno de los ríos del Cauca. Lo tenían en la mira, cuando un francotirador iba a apretar el gatillo, por instinto, Richard pidió acelerar y el tiro le traspasó el hombro. Herido emprendió la fuga por los recovecos de aquellas aguas llenas de caminos y salidas desconocidas.
El domingo 13 de julio de 2014, investigadores de la Dijin recibieron información que alias Richard, máximo comandante del Frente 30 de las Farc, había salido de su reino en el noroccidente del Cauca. Se iniciaron los seguimientos y las interceptaciones de los teléfonos de su esposa. El plan de Richard era dejar de una vez por todas la selva y empezar a disfrutar de sus propiedades en el Eje Cafetero. Por su lado las autoridades panameñas dieron más pistas del papel que ejercía el guerrillero en un cartel de lavado de dinero que habían descubierto en Panamá: primero se incautaron tres toneladas de cocaína enviada desde el Cauca con un precio estimado de 70 millones de dólares, se congelaron 13 cuentas bancarias, se incautaron 500 mil dólares en efectivo y se arrestaron a 56 personas que dieron más pistas sobre el hombre de las Farc.
Las autoridades colombianas se sorprendieron cuando la triangulación de los teléfonos de Richard dieron como georeferencia una lujosísima finca en el municipio de Alcalá (Quindío). El domingo 20 de julio se hizo el allanamiento. Lo encontraron durmiendo en calzoncillos, acompañado de cuatro escoltas, con varias armas de largo y corto alcance en su poder, con dos camionetas de alta gama en el parqueadero de la suntuosa propiedad y con 1600 millones de pesos en efectivo.
Se convirtió en el trofeo de la guerra contra el narcotráfico e hicieron público su prontuario de guerrillero: a Richard se le acusa de decenas de emboscadas en los departamentos de Valle, Cauca y Nariño, secuestros, extorsiones y asesinatos. En total llegó al punto de tener 29 órdenes de captura que iban desde concierto para delinquir, varios homicidios agravados y hasta haber participado en el secuestro de los 12 diputados de Cali, de los cuales 11 fueron asesinados a sangre fría.
Con aquel pasado judicial a sus espaldas y su extravagante vida, en la página de las Farc apareció un comunicado donde niegan al hombre que vistió sus banderas durante más de 20 años, pero quien se habría volado de las Farc hace dos años con 5000 mil millones de pesos:
“El mentado Richard es un desertor y un traidor a los principios e ideales por los que luchan las FARC-EP. Su descomposición ideológica y sus mezquindades personales lo llevaron a desertar de nuestras filas hace algún tiempo, llevándose consigo bienes del movimiento y recursos destinados a la lucha revolucionaria”, decía la misiva. Las autoridades, informantes, desertores y testigos de quienes lo conocieron insisten en que alias Richard, quien fuera jefe del Frente 30 de las Farc, mantuvo durante años a cientos de hombres con los recursos de la droga y la extorsión.
Twitter autor: @PachoEscobar