Cuando Pablo Escobar lo echó de Medellín después de discutir violentamente con uno de sus primos, al ex subteniente del ejército José Piedrahita no le quedó de otra que huir a Cali y pedirles apoyo a los hermanos Rodríguez Orejuela. Los capos caleños lo aceptaron con tal de recibir información de primera mano del Cartel de Medellín en medio de la cruenta guerra que vivían a finales de los ochenta. En enero de 1994, cuando Escobar tenía apenas un mes de muerto, volvió a Antioquia y a partir de allí se convirtió en el amo y señor del Bajo Cauca, sometiendo incluso a capos poderosísimos como Carlos Mario Aguilar, alias Rogelio, el ex miembro del CTI que dirigía la Oficina de Envigado, a quien le prestó incluso USD$ 1 millón para que pagara su defensa en Estados Unidos. A cambio, Rogelio le dio su finca Paraná en Planeta Rica Córdoba.
Durante treinta años su poder estuvo camuflado entre las sombras. Cada vez que aparecía su nombre asociado al capo Miguel Rodríguez, su defensa alegaba que se trataba de un homónimo. Era reconocido como un próspero empresario que incluso hacía negocios por más de $3.000 millones de pesos con congresistas como Otto Bula y su esposa Carmen Luz Hoyos Abad. Además le vendieron a Piedrahita una hacienda en Córdoba de más de 1.000 hectáreas. Ambas parten alegan que todos estos negocios se hicieron en el marco de la ley.
Su buen nombre se puso en duda sólo hasta mayo del cuando el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos lo incluyó en la Lista Clinton. Cinco meses después la Fiscalía le confiscó 18 bienes avaluados en $40.000 millones de pesos entre los que se incluían un piano de cola, una sala de masajes, una fuente por la que cae el agua como cantando, un poni de crin larga, un lago estilo zen con un bonsai, un mural tallado a mano, pesebreras lujosas con rotondas para arrendar a los caballos, colecciones de zapatos. Además que sancionó a las empresas de las que tenía injerencia: Subasta Ganadera de Caucasia S. A., Frigorífico del Cauca SAS, José Pieles, Comercializadora Troppo, Constructora Piedra del castillo y Arrocera Contadora.
Unos meses después, el 10 de abril del 2017, un juez de la República frenó la extinción de dominio. La Fiscalía no hizo nada para reversar la decisión a pesar de que los bienes ya habían sido ocupados y embargados por la Dirección de Fiscalía Especializada para la Extinción del Derecho de Dominio con el apoyo de la DEA.
Piedrahita, reconocido como uno de los jefes de la Oficina de Envigado, colaborador del Cartel de Cali y el del Norte del Valle, nunca usó la violencia para amedrentar a sus perseguidores. El soborno fue su arma principal. El más sonado de ellos ocurrió en el 2010 cuando enmermeló con USD$ 20 mil al agente especial antimafia Cristopher VIncent Ciccione quien ocultó más de 150 pruebas que demostraban que Piedrahita era un mafioso. Durante cuatro días hospedó en el hotel Marriot al policía y lo agasajó con whisky Sello Azul, prostitutas y cenas fastuosas.
Ciccione fue fiel al pacto con uno de los jefes de la Oficina de Envigado engañando a la oficina del Fiscal norteamericano y a la dirección de HSI alterando registros del Departamento de Seguridad Nacional para camuflar a Piedrahita. La DEA ha recopilado mails y fotos suficientes para comprobar el soborno y condenarlo a 20 años de cárcel. Ciccione se ha defendido diciendo que nada de esto sucedió. En su contra esta la prueba de que por esa época Ciccione compró un jeep Wrangler por USD$17.000 y la cancelación de una cuantiosa deuda que tenía en su tarjeta de crédito.
Piedrahita era un hombre amante de los trajes caros y los Rolex que coleccionaba con fruición y se la pasaba en un triángulo de negocios en las ciudades de Madrid, Londres y Buenos Aires. A esta última capital era donde pensaba irse a vivir el próximo año. Allí había usado de fachada el emblemático Café de los Angelitos, creado a mediados del siglo XIX y que era frecuentado a principios del siglo pasado por Carlos Gardel, para lavar dinero. La idea era crear un barrio privado en la exclusiva localidad de El Pilar, en las afueras de la capital, y construir un mega centro comercial ahí mismo. En Buenos Aires la policía realizó 34 allanamientos y detuvieron a seis socios argentinos de Piedrahita.
Todo eso se truncó el 29 de septiembre cuando el CTI cayó intempestivamente en su hacienda La Contadora en Caucasia Antioquia. Sobre él pesa una orden de extradición a los Estados Unidos por haber sobornado a un agente federal y por llevar a ese país, cientos de kilos de cocaína. Ahora espera porque la orden se efectúe de un momento a otro.
