El otrora jefe de las autodefensas unidas de Colombia, Salvatore Mancuso, que en otros tiempos era venerado por la casta política, económica y cuerpos policiales, ahora como caso curioso le temen su lengua, que podría delatarlos inclementemente de sus andanzas ilegales cuando caminaban en un estado fallido.
Lo verídico de toda la violencia paramilitar, fue que muchos gobiernos colombianos apoyaron indirectamente el surgimiento de estas organizaciones armadas, sin mirar las consecuencias que podría surgir de esta confabulación criminal. A la hora de la verdad la alcurnia de los diferentes sectores del Estado se aprovechó vilmente de la brutalidad desatada por los grupos paramilitares.
Después de haber purgado durante varios años pena de prisión en establecimiento carcelario estadounidense, el exjefe paramilitar regresó al país para declarar en la Jurisdicción Especial para la Paz, que es un órgano que investiga y juzga a los miembros de la Farc-EP, policías y terceros, que participaron en el denominado conflicto armado interno de Colombia.
El exjefe de las Autodefensas Unidas fue aceptado excepcionalmente en la JEP por la Sala de definición de Situaciones Jurídicas, como sujeto funcional y materialmente incorporado a la fuerza pública entre 1989 y 2004. Pero además, Mancuso Gómez ha sido reconocido por ser un elemento determinante de conexión con los cuerpos de seguridad del Estado, políticos y representantes de los gremios económicos.
Lo que se puede analizar de este caso, es que, durante el gobierno de Iván Duque, catalogado como el peor presidente de la historia de la nación, no efectuó acciones para que el señor Mancuso pudiera haber declarado nuevos hechos en la JEP dentro de la guerra paramilitar acaecidas en Colombia en un periodo determinado, que no había sido expuesto en la justicia colombiana. Es indudablemente un grave error, siempre obstaculizaba que Mancuso Gómez ampliara información en dicha Jurisdicción Especial. ¿A quién quería encubrir Duque? ¿Por qué obstruyó la investigación?
Otra cuestión que me llama poderosamente la atención es como se expresa el expresidente Álvaro Uribe Vélez, políticos afines a él y sus abogados, cuando se dirigen al gestor de paz Mancuso Gómez. Se puede analizar que emplean términos soeces, lo cual, a mi juicio, sería para restarle credibilidad a sus nuevas declaraciones en la Justicia Especial de Paz. En otras palabras, la guerra psicológica la han puesto en acción contra el ex jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia con el objetivo de ganar las mentes y los corazones del ciudadano.
Para que se conozca la verdad no debe haber sobresalto de los hechos nuevos que relate Mancuso Gómez en los tiempos más funestos de la confabulación gobierno-políticos y sectores económicos. Se podría pensar que existe miedo que ex paramilitar denuncie a altos personajes colombianos y empresas internacionales que entregaron apoyo logístico a estos grupos armados ilegales.
Es trascendental abrirle la puerta de la legalidad a exlíder de la AUC, pues de seguro que en su actividad de gestor de paz las demás organizaciones paramilitares que subsisten en Colombia podrían ingresar a la desmovilización y vincularse a la paz duradera del gobierno.
Esto se ampliaría al resto de los actores armados ilegítimos, entregándoles como estímulos curules en las corporaciones públicas. Igualmente, muchos deberán recibir formaciones académicas, pero es fundamental vincular en este proceso a varios países.