Cada contienda electoral se divide en una población activa en las campañas, unos imparciales y aquellos que se consideran apolíticos, mientas los candidatos generan estrategia para proyectarse como la mejor opción y pese a que cada periodo de campaña se pasea el rumor del ciudadano de que la gente no cree en política, los salones llenos y las publicaciones en redes sociales defendiendo a un candidato demuestra lo contrario.
Para ser candidato se debe demostrar una capacidad notoria para representar el superyó colectivo, definiéndose estos perfiles por regla general entre:
Los reflexivos que procuran mantenerse fieles a los principios y valore universales comunes y los intuitivos, quienes se dejan guiar principalmente por las conveniencias actuales y la realidad del momento.
El político agitador, que responde a su idiosincrasia, atacando en su discurso a personas o instituciones, mostrándose exaltado.
Lo real es que para un candidato es una carrera física y emocional, intentando cumplir una agenda donde la energía debe mantener a tope, para dar largos discursos de pie, mantener una sonrisa amable para sus seguidores y escuchar cuanta idea, propuesta o solicitud se le plante.
Responder a sus amigos, seguidores y familia las 24 horas del día representa un reto ante el reclamo de las recompensas socioemocionales que piden sus votantes para mantener la moral, por ello muchos candidatos se atreven a decir sí a todo, hacer promesas que no cumplirán y ceder a la presión que ejerce la comunidad para elegirle.
Entre las muchas publicaciones en perfiles políticos encontramos el desahogo del sociólogo e investigador de la universidad de Antioquia, Juancho Muñoz, quien es candidato a la Asamblea con el número 76 del partido Verde.
Un desahogo que me puede llevar a perder votos…😐
- No soporto que me pidan plata. No tengo plata y si tuviera tampoco pagaría por votos o apoyos. Si usted se me acerca en campaña y su necesidad es dinero, busque por otros lados.
- No soy yo la solución para las necesidades de vivienda de su familia, tampoco me dedico a hacer parques ni canchas, tampoco soy proveedor de cemento. No soy el reemplazo del Estado. Quiero luchar para que no haya necesidad de clientelismo y amiguismo en la política. Lucho desde la política para que el Estado atienda las necesidades del pueblo sin necesidad de mediadores políticos. No soy yo, ni ningún político el que logrará que tengamos condiciones de vida digna. Somos todo el pueblo organizado los responsables de esto. Me duele el dolor de la gente, las necesidades del otro las siento como propias, por eso invito más a la organización para la exigencia de derechos que a la caridad.
- No, no soy un banco de hojas de vida. Si luchamos juntos por nuevos modelos de producción es posible el pleno empleo.
- Me dan pereza las reuniones que organizan para llenar salones, con personas que no saben a qué van, que están sin querer estar. No me gustan las reuniones al bulto, prefiero cinco genuinas sonrisas o tres personas que me propongan feroces debates, en lugar que quinientos cuerpos sin alma esperando un refrigerio mientras piensan en cuándo se acabara esa tortura.
- Comprendo a esa gente que le da pereza las reuniones políticas, escuchar la misma carreta de cambio y renovación a decenas de candidatos no es nada chévere. Me conflictúo antes de hablar en cada espacio. Aunque he luchado toda mi vida y las palabras que digo son reflejo genuino de lo que he sido, en una sociedad tan burlada por los políticos hacer este ejercicio a veces me hace sentir sucio, me genera vergüenza e incomodidad.
- Aunque a veces sea muy serio, no soy de piedra: me enojo, me estreso, me entristezco, me deprimo, me desilusiono y me defraudo… como cualquier ser humano, a veces quiero mandar todo para la damier. Pero, así mismo, como cualquier ser humano, una sincera palabra dulce, una sonrisa o un abrazo me pueden rescatar del tedio cotidiano, me devuelven la energía.
- He llegado a sentir que los vínculos de amistad y compañerismo que se establecen en política no son del todo honestos y genuinos. Me preocupa pensar que pesa más el interés político y/o personal que la conexión emocional o ideológica. Eso también es un conflicto permanente, saber quién es genuino en sus bellas palabras y demostración de cariño y quién emplea la dulzura únicamente como ritual político de adulación.
Bueno, esto fue un pequeño desahogo para liberar cargas y seguir con más fuerza, el propósito colectivo es mayor y no admite dilaciones. Como lo decía Celaya: “siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho".
También vale recordar a Roque Dalton al pensar que “mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime, de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos”.
En síntesis, claro que hay pesadumbres personales y cargar con estos roles es complejo, pero alguien tiene que hacerlo para abrir camino y hoy nos tocó a nosotros… ¡Fuerza y nada de aflojar!
Si usted es candidata o candidato a algún cargo público de elección popular, también haga el ejercicio de desahogue, viene bien para recargar fuerzas.
¿Qué ha sido lo más duro de la campaña? Cuéntelo, públicamente o a sus círculos cercanos.
¿Qué no le gusta de la campaña?
Cuéntelo, públicamente o a sus círculos cercanos.
No todo debe parecer perfecto, somos humanos se vale sentir vivamente la campaña.