A comienzos de 2018 el senador del Polo Democrático Iván Cepeda recibió dos noticias importantes: una personal y otra judicial. Una buena y otra mala.
A mediados de febrero la Corte Suprema de Justicia lo absolvió de una investigación que se había iniciado en 2012 por los delitos de abuso de funciones, fraude procesal y calumnia. El demandante en su contra fue el expresidente Álvaro Uribe quien lo denunció ante la Corte Suprema de Justicia luego de que en un debate en el recinto del Senado Cepeda lo vinculara –y a su hermano Santiago– con la formación de grupos paramilitares.
Dentro de la misma decisión judicial en la que la Corte exoneró a Cepeda, vinculó a su demandante. La alta sala pidió investigarlo por manipulación de testigos en contra del demandado. Fue un fallo que sorprendió a todos, empezando por el expresidente Uribe. En octubre de ese mismo año 2018, recién reelegido senador por el Centro Democrático, el magistrado José Luis Barceló llamó a indagatoria al expresidente, quien entonces consideró renunciar a su curul, decisión que acaba de tomar este 18 de agosto. El proceso se le volteó en contra y comenzó un camino que dos años y medio después lo tiene detenido.
Había pasado un mes de su absolución cuando al senador Iván Cepeda le llegó la noticia no grata. Y grave. Sus médicos le confirmaron un temido diagnóstico: padecía cáncer del colon. Al tiempo en que lo hacía público el 27 de marzo, comenzó su batalla silenciosa. Cirugías, quimioterapia, reposo, viajes suspendidos e incertidumbre y recuerdos tristes. Recordó que la misma enfermedad se había llevado a su mamá, Yira Castro, en 1981, cuando él apenas tenía 18 años y ella solo 39, en un momento en que sobresalía como una gran batalladora desde el Partido Comunista al lado de su padre, el senador Manuel Cepeda asesinado en 1994.
Iván Cepeda sigue siendo el mismo, a quien la vida no lo doblega fácil. Frío como el gélido invierno ruso donde estudio filosofía, educación que luego completó en Francia con una maestría en Derecho Internacional Humanitario. Poco sonríe. Es serio, con temple, y así afronta los problemas.
Y así también sobrellevó el cáncer. La noticia lo cogió por sorpresa y le dolió, pero no tuvo tiempo para derrumbarse. Se sobrepuso para tratar de combinar el tratamiento con sus obligaciones legislativas. El campanazo de su salud resultaba mucho más alarmante que las amenazas a las que ha sobrevivido y que saben que pueden conducir al asesinato, como le ocurrió a su padre, el reconocido dirigente comunista.
Un campanazo que le sirvió para tomarse los temas con más calma y poner cada cosa en su lugar. Iván Cepeda completa dos años y medio en su batalla personal contra el cáncer. Lo sabe traicionero y por esto es metódico con el cuidado que debe seguir. Pasó por tres cirugías, los postquirúrgicos y las quimioterapias, sin dejar de asistir a las sesiones del Congreso. Prefirió no postrarse en su casa sino exigirse y cumplir con el legislativo y con eventos claves como la instalación de la Comisión de la verdad en noviembre de 2018.
Nunca consideró pedir licencias y el trabajo se convirtió en una terapia para sobrellevar el tratamiento. Se rodeó de personas cercanas además de su esposa Pilar Rueda, una abogada ocupada en su responsabilidad como asesora en la JEP pero quien estuvo siempre para acompañarlo.
Se acerca a los 30 meses del diagnóstico y cada día que pasa es un día ganado. Los controles rutinarios continuarán hasta que complete los cinco años que se necesitan para darlo completamente de alta. Sin embargo, para él es una página que ya pasó y por esto prefiere no hablar de la enfermedad y situarse en el presente.
Compara el cáncer con la pandemia del Covid-19 que está atacando el mundo y dice que experiencias como estas, que tocan la esencia de la vida y de las creencias nos deberían convertir en mejores seres humanos. Tiene una nueva perspectiva de la vida.
El cáncer me ha hecho experimentar una especie de renacimiento, de poder darme la oportunidad de revisar todo lo que he hecho; preservar lo que ha sido bueno y desechar algunas cosas en la que tal vez me he estado equivocando.
Esta batalla, que no ha sido tan sonora ni dio tantos titulares como la que ha sostenido y mantiene para que el expresidente y ahora exsenador Álvaro Uribe responda frente a la justicia, ha sido la más importante de las que ha tenido que dar.