Quiero tomar este espacio para difundir las historias que no son contadas en Colombia, quiero darles crédito a la sociedad marginal. El proyecto “EL CANAL” -fue mi trabajo de grado- está dedicado a todas a las personas que luchan en la calle, que han participado de los documentales “Lo que se quiere ocultar”, “Cali, Ciudad Marihuana”, “Destinos de Dakota” y “Urimaco lucha por su Tierra”, y que de alguna manera u otra, a pesar de vivir en condiciones deplorables, reprochables e injustificables –sin ellos saberlo- nos enseñan la importancia de la vida.
La investigación se centró en evidenciar la dinámica social y los diferentes fenómenos colectivos que aqueja el uso indebido de las sustancias psicoactivas (SPA) en Cúcuta y en Colombia. Tras un año de investigación y consultar fuentes, las personas con las que se trabajó –adultos y jóvenes- presentaron características de: analfabetismo y con antecedentes penales y judiciales, trastornos conductuales, carencia de educación primaria y secundaria, abandono familiar, traumas infantiles y carencia de un estilo de vida digno y confortable.
Para ellos fue una oportunidad de mostrar sus memorias y relatos de calle, además de protagonizar el cortometraje y recordar esa vida difícil. La participación de estas minorías -segregadas por la sociedad- fue fundamental, valioso y primordial, además que contribuyó en sus tratamientos, reforzando sus fortalezas y construyendo un ser digno y con facultades emprendedoras.
Entre otras, el cortometraje fue grabado en su totalidad en atmosferas reales, y se logró hacer en el mítico “Barrio Chino” la olla más peligrosa en la ciudad en años anteriores. Nadie se atrevía a entrar en ese lugar a menos que fuera jíbaro, consumidor o líder de una banda criminal que dominara el sector.
Sin embargo, esta vez, los territorios de marginalidad, violencia y guerra, se convirtieron en zonas culturales para el aprendizaje y el cine. Muchos consumidores estuvieron en medio del rodaje y lo apoyaron, puesto que cada uno había vivido en esas circunstancias y les parecía interesante que se dieran a conocer. Además, el cortometraje logró dar reconocimiento estético al Canal Bogotá. El arte de darle belleza a lo que es considerado un lugar pútrido y benigno en este caso toma importancia por la connotación de fidelidad y veracidad con la que se expone.
El desagüe, donde según las leyendas, habrían sido lanzados más de 100 cuerpos de personas asesinadas en el “Barrio Chino”.
El cortometraje lo hicimos, sin un peso. Nadie aportó dinero, el proyecto lo financié de mis ahorros y dinero de mis familiares para gastos de producción solamente. Esto no fue impedimento para que mis compañeros y amigos contribuyeran enormemente en esta aventura, al igual que los directores de la Fundación el Camino, Martín Manzano y Nancy Ramírez y la Policía Metropolitana de Cúcuta, esto habría sido imposible.
Los internos de la Fundación el Camino se capacitaron en talleres de dramaturgia, guión y apreciación cinematográfica por tres meses. Luego, basado en sus historias de vida, se realizó el cortometraje protagonizado por ellos mismos.Esta es una pequeña reseña de todo lo que sucedió, hay muchas más historias que contar. Acá les dejo el tráiler del cortometraje y espero que apoyen estas iniciativas sociales que se construyen a través del cine, con gente real, la gente que usted ve todos los días a través de su ventana.
http://www.youtube.com/watch?v=qoecSJFGQhE&hd=1
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