Chile, un país de 17.619.708 habitantes, vivió una dura dictadura (1973-1990). Hoy y gracias a la Copa América 2015, una cruel y horrorosa verdad es conocida por millones de personas. En septiembre del año 1973, y un día después del golpe de estado a la dictadura, el Estadio Nacional de Santiago de Chile se convirtió en un campo de concentración.
Al menos 20.000 personas estuvieron retenidas en los camerinos del estadio, siendo sometidas a torturas, fusilamientos de prueba y la muerte misma. Los sobrevivientes de este hecho cuentan que en los fríos días del mes de septiembre y mientras el viento soplaba constantemente a ellos los sacaban a las tribunas del estadio y los golpeaban por cualquier cosa.
La escotilla o tribuna ocho era la preferida de todos aquellos que estaban recluidos, pues según cuentan desde allí se podía ver la calle y todos los familiares que buscaban a sus hijos, esposos o padres mientras ellos, en un acto de tranquilidad, mostraban alguna de las prendas más representativas para que supieran que aún se encontraban con vida.
Aquella tribuna ocho nunca fue remodelada, aunque el estadio nacional fue arreglado y su estructura cambió. Aquel lugar sigue con sus sillas en madera y rejas que los separan del campo de juego. Este lugar no es utilizado por ninguna persona y solo se puede ver un letrero que dice “Un país sin memoria es un país sin futuro”, frase escogida por aquellas personas que lograron sobrevivir para recordar siempre que aquel golpe de estado que no se supero con facilidad y que muchas personas fallecieron en este lugar.
El estadio dejó de ser un campo de concentración dos meses después de haberse iniciado, pues para quizás la fortuna de los retenidos se iba a disputar un partido contra la Unión Soviética para poder clasificar al mundial y ,aunque el equipo rival nunca apareció, Chile logro clasificar al mundial.
Pinochet, que fue el que encabezo esta época de terror, despidió a los jugadores de la selección antes de su partida al mundial, y recuerdan los chilenos que el jugador Carlos Humberto Caszeley fue el único que no quiso darle la mano al nuevo Presidente.
Este espacio, la escotilla ocho, ahora es un museo lleno de fotografías tomadas por algunos periodistas en aquel momento; también en sus paredes se pueden ver aún rastros de palitos con los cuales llevaban la cuenta de los días que iban pasando para así no perder la noción del tiempo. Aquel museo representa la época de terror en Chile y mientras no se derrumbe el estadio, o se construya otro, este seguirá siendo el espacio de reconocimiento a aquellas personas.
El próximo 4 de julio, el día de la final de la Copa América el reconocimiento a aquellas gradas será importante, especial y único; no solo Chile no olvidará esa época, sino que los demás países reconocerán la historia de un país orgulloso de superar su pasado.