Hace 22 años Carlos Arturo Trujillo compró un terreno en la vereda La Campiña, ubicada en el municipio de Caldono, en el departamento del Cauca. Su propósito era trabajar la tierra y construir, poco a poco, un hogar para su familia. La tradición cafetera corre por sus venas; su padre y toda la familia cultivaron el grano que se ha convertido en la base de la economía regional de muchas zonas del país y que por su calidad es catalogado como uno de los productos más representativos de Colombia a nivel mundial. A este caucano no se le ocurría hacer otra cosa con su tierra, entonces siguiendo la tradición de sus raíces se propuso llenar sus cuatro hectáreas con árboles de café, así nació Patio Bonito.
Al estar en una zona de conflicto sufrió las inclemencias de la guerra y tuvo que alejarse de su sueño durante un año. Guerrilleros de las Farc asesinaron a su tío y el próximo sería él, teniendo en cuenta que la familia no sucumbió ante las exigencias del grupo alzado en armas. Empezaban los años 90 y lo mejor en esa época fue dejar que las cosas se calmaran, proteger a su esposa, a sus dos hijas y regresar 12 meses más tarde para retomar el proyecto que la guerrilla le había hecho dejar a medias.
En 1993, mientras iba construyendo su sueño, se vinculó a una empresa de origen vallecaucano que buscaba fomentar a nivel nacional la investigación participativa en el campo colombiano. Durante 26 años tuvo la oportunidad de viajar por todo el país enseñando a los campesinos a trabajar de manera sostenible sus tierras.
Al ver que cada día sus conocimientos en el agro eran mayores, se dio cuenta de la necesidad de terminar su bachillerato para poder entrar a la universidad y así validar el aprendizaje adquirido en terreno. Su familia lo apoyó y sus jefes, como los mejores padrinos, patrocinaron sus estudios. En el 2004 decidió hacer una validación en Santander de Quilichao (Cauca), presentó el Icfes y quedó en primer lugar de aquella institución. Su puntaje lo hizo merecedor de una beca para estudiar en cualquier universidad del país, premio que tuvo que rechazar: “Con mucha pena tuve que decir que no, mi familia, la finca y mi trabajo eran prioridad, por mis constantes viajes sabía que de entrada perdería el semestre por faltas”. En algún momento había escuchado sobre la posibilidad de estudiar de manera virtual. Aunque le parecía todo un desafío el uso de tecnologías para la educación, le apostó a este tipo de aprendizaje que le permitía prepararse profesionalmente desde cualquier lugar: “Tenía que asistir algunos sábados a talleres y clases prácticas, pero la mayoría del tiempo podía hacerlo todo desde un computador”. En el año 2009 se graduó como profesional en Ingeniería Agroforestal de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD-
El mejor lugar para implementar todo lo aprendido era su pedazo de paraíso, su Patio Bonito. Incluso, la UNAD lo invitó a ser tutor para que los estudiantes pudieran realizar algunas clases prácticas en la finca; durante tres años se convirtió en el profesor de diferentes materias como manejo de suelos y biología. Su paso por la academia le dio un reconocimiento en la región. Esto lo ha hecho merecedor de participar en diferentes programas como experto en caficultura, cambio climático y seguridad alimentaria.
En el año 2013 Patio Bonito cumplió 19 años, Carlos Arturo pensaba que estaba consolidado en la región y que su café era de buena calidad. Por esos días, escuchó sobre la interesante iniciativa de una empresa exportadora que se dedica a comercializar cafés especiales de Colombia: Banexport. Esta compañía promueve desde hace 10 años el comercio justo y prácticas responsables entre los productores de café del país, reconoce el trabajo de los caficultores que logren cosechar un producto con los mayores índices de calidad y poder venderlo a países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Su hija lo incentivó a hacer parte de este exclusivo grupo; sin embargo, su café no clasificó con los requerimientos de calidad. “Nos dimos cuenta que el café de Patio Bonito no era tan bueno como pensábamos”. Aunque fue como un baldado de agua fría, también fue un motivo para reinventar la manera de producción del patrimonio de su familia, poder competir y asegurar la permanencia de Patio Bonito en el tiempo.
Para clasificar como productores de café de calidad prácticamente tuvieron que empezar desde cero. Trabajaron en el mejoramiento de la semilla y métodos de recolección, buscaron otra manera de fertilizar la tierra y cambiaron toda la maquinaria. En menos de seis meses, la tierra de Patio Bonito entendió que debía dar un mejor fruto; y así fue, lograron entrar al mercado con un café Doble A (AA), que en el mundo de los apasionados cafeteros significa un puntaje de catación de 85 a 86.9 puntos; es decir, que obtuvieron un estándar de calidad competitivo. Pero esto no fue suficiente y en un año, luego de ensayos y largas jornadas de trabajo, lograron obtener un grano de calidad Triple A (AAA). Su café de 87 puntos atravesó los océanos y hoy se comercializa en Estados Unidos y Australia y, próximamente, esperan abrir mercado en Singapur.
Ahora Carlos Arturo es proveedor exclusivo de dos grandes tostadoras ubicadas en diferentes continentes. Sus clientes realizan una visita anual para ver cómo está su café y cuál es el tratamiento que se le da a la tierra. Además, se encuentran en constante comunicación a través de reportes donde cuenta todo cuanto sucede en ese territorio en el que tiene sembrados 25.000 árboles de café. Aunque el protagonista de Patio Bonito es el café, en su suelo fértil y generoso también se dan más de 50 productos entre los que se encuentran el maíz, plátano, yuca y diferentes frutas. Su empresa familiar garantiza a los consumidores que todo lo que producen es hecho con amor, ese es el sello y su valor agregado. “El café ha logrado que nuestra familia permanezca unida”, dice Carlos. La finca Patio Bonito es reconocida en la región como un espacio abierto al público en el que los visitantes pueden aprender sobre la historia del café, conocer su manera de producción, probarlo y realizar caminatas a lo largo y ancho de los cultivos.
Este caficultor, que ha trabajado toda su vida por el gremio, se llena de orgullo al hacer cuentas sobre la evolución de las plantaciones de café en su región. Tras ser parte del comité municipal de cafeteros de Caldono por más de 15 años tiene en la cabeza todo el comportamiento del cultivo a través de los años: “En 1986 Caldono tenía 850 mil árboles de café, hoy tiene 22 millones. Carlos Arturo cree que el grano es un regalo de la tierra para el Cauca y por eso espera en un futuro seguir educando a los productores de café, mostrándoles nuevas alternativas de producción y comercialización con el fin de promover una economía dinámica y justa. Este líder asegura que la tierra está más tranquila desde que iniciaron los diálogos en La Habana, espera que las promesas de paz se cumplan y que el café de Patio Bonito siga conquistando países lejanos para que todo el mundo pueda probar la calidad de este producto colombiano hecho con amor.