El camino que señala María Corina…
Opinión

El camino que señala María Corina…

Inspirarse en la oposición venezolana puede llevar a la oposición local a provocar la peor situación: estimular y consolidar un largo período del Pacto Histórico

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septiembre 29, 2024
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—¿Qué hacemos? Usted que es analista, conoce el país y a la gente del gobierno… denos ideas —me dijo un dirigente gremial tras su asamblea. Le solté una sonrisa que dibujó un mago cuando, de niño, después de ver brotar palomas de su sombrero, le pedí que me hiciera volar a mí también. La anécdota no le pareció graciosa, no estoy esperando que me diga que ni Mandrake arregla esto, pero ¿escuchó a María Corina?

Sí, dejó claro que la oposición venezolana lleva 25 años sin lograr un cambio del gobierno, sin incidir en la economía, sin recuperar bienes expropiados, sin frenar la diáspora y sin volver a la vieja institucionalidad democrática. Invitar a los empresarios colombianos a hacer lo mismo parece un error, suponiendo que Petro representara la misma amenaza que Maduro.

—Pero los aplausos que recibió indican el respaldo a ese camino, —insiste. —Sí, aunque las evidencias demuestren que con la polarización solo han logrado radicalizar y consolidar al régimen. Muchos empresarios reaccionan con emotividad, sin tener certeza a qué se enfrentan con la izquierda gobernando, ni qué es en concreto a lo que le temen. Deberían hacer una reflexión metódica sobre los riesgos que plantea el gobierno, sin partir de supuestos equivocados.  Por ejemplo, creer que Petro-Maduro, que Bukele-Uribe o Michelei-Trump. Son simplificaciones que llevan a equivocaciones en el actuar.

Luego, entender que ante la desaparición de los partidos, los empresarios necesitan un centro de pensamiento para estudiar la evolución del gobierno. Un Fedesarrollo social que informe sobre la salud de las instituciones a la luz de los hechos que produzca el gobierno. Para hacerlo deben guardar sus sesgos en una caja fuerte y olvidarse de la clave: los sesgos ideológicos, el desprecio a los actores oficiales por su origen, raza, formación y trayectoria, la descalificación permanente de los funcionarios…  

Reconocer que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos es fundamental. Negros, indios, pobres de izquierda o de derecha tienen también incluido el derecho a gobernar. Derecho que como se ha ejercido por estos sectores, implica “chambonear” como dijo el presidente López Michelsen cuando lo criticaron por nombrar funcionarios jóvenes y sin experiencia. Son los costos que se pagan para ensanchar la democracia.

Recoger y ensayar nuevas ideas para buscar una sociedad más justa y pacífica es legítimo.  Si hacen este ejercicio de análisis y tolerancia, seguramente aprenderán que Petro no es Maduro y que su equipo no busca destruir el país sino hacer las reformas que necesita la ciudadanía. El actual diseño institucional dificulta realizar ajustes para lograr un mejor modelo de desarrollo económico y social. Esta realidad no se debe confundir con un deseo destructivo de las instituciones, pero si se debe controlar y modelar esta tendencia en la que pueden caer los gobernantes del cambio.

¿A quién le quedan dudas sobre la necesidad de renovar la democracia? Las elecciones no permiten elegir representantes de los ciudadanos, son castas políticas que redujeron los partidos a cárteles para controlar los elegidos; el andamiaje burocrático y reglamentario impide avanzar en cualquier reforma; las oportunidades para las nuevas generaciones son escasas y los retos para ver cómo se integran los colombianos a la economía digital, ni se plantean. A Petro no lo enviaron ni del cielo ni del infierno, lo eligieron los ciudadanos para que intentara hacer la tarea.

Son las democracias electorales las que están en crisis en todo el mundo porque ya no responden a las necesidades de las sociedades. Hay que facilitar que la sociedad civil asuma ese rol ante la desaparición de los partidos como intermediarios. Las élites empresariales pueden ayudar a crear instancias de participación en vez de improvisar candidatos, o financiar las campañas de la clase política que se amaña con cualquier presidente, o de adoptar fórmulas fracasadas para frenar la acción del gobierno.

De manera que inspirarse en la oposición venezolana puede llevar a la oposición local a provocar la peor situación: estimular y consolidar un largo período del Pacto Histórico. Los empresarios que expresan su descontento con titulares escandalosos, denuncias y desinformación, podrían entender que polarizar impide construir la dinámica gobierno-oposición. Podrían dejar de confundir liderazgo con agresividad.

Cuando asumen que Vicky es el antídoto para derrotar al Pacto Histórico, confirman su incomprensión de la situación que llevó al triunfo del Pacto Histórico. No importa si es Vicky, Claudia o María Fernanda, la crisis no se resuelve con otra competencia para buscar redentores, sino entendiendo la obsolescencia de la democracia y descubriendo las medidas que se deben aplicar para resolver las necesidades de millares de grupos ciudadanos con intereses específicos.


Cometer los mismos errores de la oposición venezolana con Maduro sería lo peor


Cometer los mismos errores de la oposición venezolana con Maduro sería lo peor. Sus empresarios organizaron en 2002 un paro en Pdvsa para sacar a Chávez, que ante la amenaza respondió despidiendo a los 18.000 trabajadores. Fue el inicio de la destrucción de la industria petrolera. Luego los empresarios organizaron un golpe militar que incluía asesinar al presidente. Fracasaron, pero polarizaron a Chávez y lo fortalecieron al punto que ganó 14 elecciones sin sombra de fraudes.

Años después, inspirados en quien sabe qué manual, montaron un presidente ficticio que se convirtió en un hazmerreir global, que ferió los recursos que algunas potencias le entregaron con las mismas prácticas corruptas que le critican al chavismo. Después promovieron los clásicos bloqueos del Tío Sam desconociendo que afectarían sobre todo a los ciudadanos, al pueblo. El frenazo productivo desató la migración masiva y llevó al país petrolero a consolidar alianzas con las potencias antinorteamericanas.

El último desastre: después de abstenerse de participar en las elecciones durante años, aceptan unas sin garantías. Olvidaron que Maduro lleva 11 años en el poder y que los nuevos autoritarios vienen aprendidos: de Allende, a no dejarse convertir en mártires; de Fidel, a construir un aparato de seguridad infranqueable, a resistir los bloqueos y a construir alianzas con los enemigos de Washington; de la nueva geopolítica, que existen poderes globales dispuestos a apoyarlos. De manera que seguir el camino Machado en el país, tiende a crear las condiciones para polarizar y perpetuar al Pacto Histórico.

Hay que entender también que la izquierda, después de gobernar cuatro años, no va a desaparecer, se va a fortalecer. Será un factor de poder por muchos años más. Va a madurar, aprenderá a gobernar y afinará su modelo. La oposición empresarial debe aprender a convivir y a aprovechar esta nueva realidad porque la historia viene sin reversa. A Petro le sobra sagacidad. Tiene tripas, pero desconectadas de su sistema nervioso. Sabe cómo actuar si los desplazados del poder siguen el camino María Corina. Cercar al gobierno por la vía de los paros, la propaganda, la desinformación y las alianzas con la derecha internacional, lo consolidará.

El gremialista, desconcertado, hizo un gesto cortés y mostró la parte trasera de su arrugada guayabera. Hubiera preferido no haberse encontrado con este analista, que las palabras se estrellaran en el piso o se disolvieran entre los muros, sordos por naturaleza. Pero alguna idea le produjo un corto circuito y se volteó. ¿No hay solución? Sí, aprender a hacer oposición, reconocer que la democracia que tenemos es obsoleta, que debe actualizarse, y que es necesario actuar antes que el populismo lo impida y nos lleve al autoritarismo que tampoco resuelve nada, pero restringe las libertades.

Invitar a tolerar, a intentar que las reformas funcionen y sean sostenibles. Así se crea un ambiente de negocios favorable. Ayudar a que las reformas fracasen no es un triunfo para los opositores, es una derrota para la sociedad, para todos los colombianos. La idea de convocar una constituyente puede funcionar si la diseña una comisión representativa de la sociedad civil, que elabore una agenda para modernizar las instituciones y consolidar los principios que permitan levantar un modelo de desarrollo económico y social que integre al país con mayor equilibrio social, con reglas refrendadas por el constituyente primario. Se les haría un gran favor a los colombianos si en vez de espantar la democracia, se rediseña.

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