Cuando Fernando Mazuera Villegas, el fundador de la Constructora que lleva su nombre, llegó a Bogotá, tenía 15 años y dos pesos en el bolsillo, que no vendrían a ser más de $10 mil al día de hoy. Tras cinco días de viajes en tren, se desembarcó en la estación de Facatativá. Venía desde Manizales, de donde salió huyendo de la pobreza. Lo poco que conseguía su papá no alcanzaba para los 10 hermanos. Comenzaba entonces la segunda década del siglo pasado.
Con el bachillerato dejado a medio hacer y con un curso de mecanografía y taquigrafía, que el mismo se pagó después de abandonar el colegio, su hermano mayor Leonidas, quien ya estaba en la capital, le consiguió trabajo como secretario en el entonces Banco de Colombia, presidido por aquellos días por Ernesto Michelsen, quien años después se convertiría en un gran amigo suyo y en su primer benefactor económico.
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La velocidad para escribir a máquina lo disparó en el banco, le doblaron el sueldo y darse lujos que hasta ese momento no se imaginó, cómo hacerse socio del Country Club, donde se acercó al poder social y político de Bogotá que mandaba en el país, del que llegó a ser presidente y donde dedicó a jugar golf. Antes de cumplir 20 años ya tenía encima tres campeonatos nacionales y con ello encontró el camino para meterse en el bolsillo a la élite bogotana.
La destreza para los negocios se la topó. Con un préstamo que le hizo Ernesto Michelsen, compró una carga de azúcar que terminó vendiéndosela a Gaseosas Posada y Tobón (hoy Postobón). Las ganancias le mostraron que lo suyo eran los negocios. Su tiempo estaba por llegar.
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A sus 22 años, por otro golpe de suerte, empezó a trabajar en la inmobiliaria de Benjamín Castillo. Mazuera era el cobrador de los arriendos de las muchas propiedades que tenía Castillo y trabajó con él hasta su muerte en Estados Unidos. En ausencia suya pudo quedarse con un negocio que le permitió su primera acumulación: un contrato con Ferrocarril del Nordeste para venderle los rieles de las líneas férreas. A los 24 años se convirtió en el mayor proveedor de rieles en el país con siete plantas de producción en Cundinamarca y Boyacá y fue su despegue económico. Invirtió los excedentes en Avianca e Icollantas y fundó también la empresa Modelia S.A, una fábrica de medias veladas.
Los negocios iban de la mano de las relaciones sociales y en 1947, con 41 años, Mazuera se postuló para ser alcalde de Bogotá y el presidente Mariano Ospina Pérez lo nombró. Después de un año sucedió Manuel de Vengoechea, quien, ante el caos durante El Bogotazo del 48, se esfumó de la ciudad. Ospina Pérez no encontró mejor candidato para llenar el vacío de poder que proponerle regresar al cargo a Mazuera Villegas. Comenzó entonces su camino en ese cargo que ocupó en 4 oportunidades, la última vez entre junio de 1957 a octubre de 1958.
Fue un constructor de grandes obras como el inicio de la Calle 26, la ampliación de la Carrera Décima con la que separó el centro del comercio del centro histórico de Bogotá. Adquirió los terrenos para del parque La Florida, creó 40 centros de salud, levantó colegios y tendió los primeros rieles del tranvía.
Supo aprovechar la información sobre los planes de expansión de Bogotá y estos fueron la base de su exitosa constructora Fernando Mazuera y cia. Que fundó en 1965. Con su compañía construyó al menos 20 unidades residenciales en áreas que colonizó, a sabiendas de por donde irían el trazado de las vías, todas bautizadas con nombres que comenzaban con la M, de Modelia, que con el tiempo se convertirían en cómodo barrio residencial con buenas casas y zonas verdes.
A Modelia lo siguió Floralia y empezando la década de los años 70, la constructora, ya en manos de sus hijos Luis Fernando y María del Rosario, levantó otro barrio casi entero, Mandalay, en la localidad de Kennedy. Siguieron el edificio Malibú y el barrio Milenta; Magdala y Madelena.
La violencia de los años 70 lo sacó del país con su familia y se instalaron en Nueva York. donde vivió sus últimos años hasta su muerte en 1978 a causa de una trombosis. Delegó en sus hijos la constructora, especialmente en Luis Fernando, el menor de los dos que tuvo con su esposa Elena Aya Schroeder.
En la década de los 80 se multiplicaron las ‘M’ con las urbanizaciones del norte de Bogotá: Maranta, Mazurén, Milano, Murano, Madeiros, Málaga, Manzanares, Malta y Nuevo Mazurén.
En 1992 murió Fernando, y la constructora quedó en manos de su sobrino Lorenzo Kling Mazuera, hijo de su hermana Rosario. Después de más de 50 años en el mercado de vivienda y con más de 50 mil unidades construidas el negocio hizo crisis y en 2019 le pidió a la Super Sociedades acogerse a la Ley de insolvencia. Las deudas superan los $ 20 mil millones y después de cuatro años la emblemática Fernando Mazuera y cia. aún ve luz al final del túnel.
