Según Friedrich Nietzsche, existen tres formas de relacionarnos con la sociedad: camello, león y niño. Mas por estos lares la metamorfosis es distinta pues quién no recuerda que de niños, cuando preguntábamos por qué, se nos decía: “Eso no se pregunta. No sea impertinente”. Entonces fuimos matriculados en la educación elemental. Las preguntas fueron desapareciendo, dado que para todo existían las respuestas en los deberes con la patria y con Dios. Así las inquietudes y las dudas se quedaron en el olvido. Las izadas de bandera dieron el sentido de ser el mejor y la primera comunión llevó al camino de la salvación.
Mas floreció la adolescencia y prendió la llama del león. La rebeldía se hizo posible. No se acepta la autoridad, tampoco la obediencia. En la U semestres de libertad, pues se podía o no asistir a clase o vetar un profesor. Pronto comenzó la ira contra el status quo. La rebeldía se convirtió en el deseo de cambio del rumbo en la sociedad. Participación en manifestaciones y protestas, como partidario de la transformación del mundo, con la esperanza del hombre nuevo. Y, por el puente de los últimos semestres la radicalidad dio al traste ante el horizonte de los derechos humanos. Y la ilusión del día de grado condujo a estar en la calle.
Y entonces se llega a la edad del camello, de hoja de vida sin experiencia… El período electoral abre las puertas de esperanza en los diferentes directorios políticos. Pero hay un problema, ¿a cuál se inscribe? En otras palabras, cuál será el ganador y sí quizá abrirá las puertas de la burocracia del Estado. Conseguir un cargo público, por influencia de los amigos o familiares es una expectativa, porque si se trata de los cargos públicos en el exterior se tiene que ser parte de la mafia. Así se está en la boca del lobo pues, si bien se ganan los exámenes de la meritocracia, el nombramiento no es fácil, así se gane el concurso. Pero si por ese lado no funcionan las palancas los contratos de prestación de servicios pueden dar un chance. Puede que duela, pero a lo mejor por ahí no es el asunto. Entonces se recurre a la sociedad civil y las diferentes organizaciones. Si el aspirante es ingeniero con suerte puede conseguir 1.500.000 pesos y es bueno que no se afilie al sindicato que, no luchará por nada político, sino por reivindicaciones económicas. Por chiripa un bachiller consigue una curul en el Congreso. Pero el país es de contrastes temporales. Multitud venden empanadas, tinto, arepas, minutos, o consiguen moto… Sin afiliación al seguro social ni salud ni la esperanza de una pensión.
Por lo tanto, la metamorfosis por esto lares es distinta, pues si bien el filósofo traza la posibilidad del camello que se convierte en león y este en niño, por estas latitudes el niño llega a encarnar la bravura del león, pero es difícil llegar a conseguir un buen camello.