Vivimos una época desafiante para los jóvenes, los más afectados por el desempleo y la informalidad. La incertidumbre y el miedo hacia el futuro son cotidianos tanto para los que trabajan como para los que estudian y, por supuesto, para los que “ni-ni”. Los tiempos son, también, de oportunidad.
En esta época de pandemia el impacto sobre los mundos del trabajo y la educación no tiene precedentes, como tampoco los efectos, que aún desconocemos, sobre la salud y la vida, convertidos en una estadística más. ¿Cuántos hogares quedaron acéfalos? ¿Qué efectos secundarios permanentes relacionados con la salud sufren parte de quienes transitaron por la infección del covid?
Las oportunidades están, también, a la vista, para los jóvenes: para aprender, emprender, conectarse al mundo, para sacar adelante las regiones. Estamos en una época de tender puentes. Los jóvenes, por ausencia de orientación de los mayores, empresarios o políticos, por ausencia casi total de la academia, son los llamados a ejercer su rol de liderazgo en éstos tiempos de cambios profundos y veloces que la humanidad no conocía.
Escuchamos mucho, con razón, de la revolución en las tecnologías digitales. El cambio de vértigo que estamos viviendo es, no obstante, una especie de “confabulación” entre varios campos, además del alza exponencial del poder computacional : la biología, las energías renovables y el ámbito de la producción manufacturera.
Los jóvenes presenciarán, hacia los años 40 del presente siglo, cómo los insumos de la producción global provendrán de procesos biológicos, amén de la lectura del genoma humano, que hacia el 2025, se habrá aplicado a 2.000 milones de seres humanos, dada la reducción dramática de los costos.
El cuento de los líderes criollos acreca de la importancia del petróleo y prácticas como el fracking quedará sepultado por los costos decrecientes del uso de energías como la solar y la eólica y la necesidad conciente de proteger el medio ambiente y, por esa vía, la vida humana.
Tecnologías como la de 3D, también conocida como de manufactura por adición, harán posible, en algún momento, la “impresión” de puentes y viviendas, de zapatos y ropa, de piezas para avión, prótesis y miles de productos más.
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Los jóvenes colombianos deben vérselas con los vacíos en la conectividad a internet que afecta importantes regiones del país
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Los jóvenes colombianos deben vérselas con los vacíos en la conectividad a internet que afecta importantes regiones del país, que arrincona a los jóvenes del campo. Aún así, las ideas de asociación y de emprendimientos en épocas de pandemia son notables en regiones en las que el acceso a internet y a los dispositivos es deficiente.
A pesar de tales dificultades, la época actual es, también, de retorno a la importancia de las regiones. Los jóvenes “no tienen que pedir permiso” para conectarse con el mundo y Florencia (Caqutá) es tan cercana como Florencia (Italia).
Los jóvenes necesitan, sí, de apoyo. En la conectividad universal, en la constitución de fondos de capital riesgo que apoyen las iniciativas productivas, en el bilingüismo. Las universidades regionales tienen también, una oportunidad, para alinearse con las necesidades de los jóvenes… y del país.