Soy un colombiano común y corriente, modelo 55, nacido en la hermosa ciudad de Pasto y caleño por adopción. Con menos de un año de edad, mis padres antioqueños de raca mandaca, de esos que buscaban horizontes por toda Colombia, decidieron radicarse definitivamente en Cali, donde dí mis primeros pasos, crecí, estudié, trabajé y me hice profesional. Viví en Cali, durante 45 hermosos y extraordinarios años y allí tengo mis mejores amigos y también mis hijos.
Amé y amo su gente, blancos y negros, conocí su idiosincracia, disfruté de su gastronomía, bailé salsa al piso y me la gocé como cualquier hijo de vecino. Allí me casé y tuve mi hogar y familia. A raíz del coletazo del narcotráfico, cuando Cali se volvió violento y sus gentes agresivas, ya no hacían las colas en los paraderos de buses, ya no pedían la via sino que se la tomaban con revólver en mano, cuando ya no hubo trabajo para los profesionales ni para nadie, en las calles se veían solamente pistolocos que su único oficio fue manejar un arma y el impacto económico quebró a muchos conocidos y amigos que decidieron tomar otros caminos o emigrar al exterior.
Decidí buscar nuevos rumbos en Bogotá, gracias al apoyo de un compañero de la Universidad Libre que era y es un éxitoso político en la gran urbe. Llegué a Bogotá en el año de 1998, como un provinciano con mucho miedo y a trancazos fui conociendo la ciudad, sus gentes buenas y malas, sus costumbres, sus aceleres, sus desaciertos y hasta hoy la ciudad me ha tratado muy bien, con sus trancones y todo, con sus excelentes ofertas culturales, su comida, y sus oportunidades laborales.
Amo a Bogotá con todos sus problemas y su caos vial. Amo la Bogotá que me recibió con los brazos abiertos y no me estigmatizó, así la conocí cuando llegué. La Calle 80 estaba en plena reconstrucción para el Transmuylleno, la Caracas era un circo, la séptima, la 68, la Boyacá, la 26 y la Av. Cali se transitaban bien y los grandes problemas de tránsito todavía se veían venir.Es aquí donde quiero centrar mi artículo, salir y llegar a Bogotá actualmente tanto por el norte como por el sur fines es una tarea colosal sobretodo los fines de semana. Una o dos horas para salir y otras dos para regresar a casa.
Generalmente viajo a mi Cali, unas veces por tierra y otras cuando el bolsillo lo permite por avión. El fín de año 2014 decidí viajar por tierra, más para acompañar a un hermano que también iba para La Sucursal del Cielo. Era el 22 de Diciembre para salir de Bogotá y demoramos dos horas por la autopista Sur hasta salir de Soacha, y tanto la ida hasta Cali como el regreso a Bogotá el 04 de Marzo de este año sufrimos dos calvarios: 14 horas de ida y 16 de regreso, no hay derecho; ni cuerpo que lo resista. Los peajes se convirtieron en torturas, no venden los prepagados, ni ponen más empleados, sobre todo al prefinal del primer puente más largo, el 04 de Enero del 2015, la policía replegada en ciertos sitios muerta de la risa; los consecionarios no utilizan todas las casetas de los pejaes, solo dos o tres empleados para 10 y 12 cubículos y los interventores de estos contratos no se dan por enterados.El paso del peaje a la bajada de la Línea, ni se diga, fatal. Pero lo peor sobretodo al regreso a Bogotá son los peajes; en el departamento del Tolima, en Gualanday se gastaron miles de millones de pesos para construir un viaducto que acorta el viaje, seguramente con CVY incluido que a la ida para llegar a Ibagué es excelente, y al regreso a Bogotá uno espera que lo mínimo que hagan es dejar la doble via para regreso, que suponemos es lo que se planeó, pero no; los sabios de tránsito del Tolima parece que se hubieran confabulado esa fecha con las autoridades similares de Cundinamarca, no abrieron las dos calzadas, una sola calzada desde el Tolima en Gualanday hasta Bogotá. Todos los vehículos represados en Fusa, en Gualanday solamente pasó una moto de salida del pueblo, y en la ruta Melgar- Girardot - Fusa, no pasó ni un vehículo, pero tampoco dieron al servicio la otra calzada, mientras los viajeros que deseabamos llegar a Bogotá impotentes veíamos este desafuero.
En Girardot intentamos coger la vía antigua para entrar por la 80, pero un policía nos lo impidió. Se inventaron una explosión de una polvorera en el sector de Granada para justificar cierre de vía pero cuando pasamos por allí pudimos constatar que el sitio de la explosión se encontraba muy lejos de la carretera central como para haber ameritado cerrarla por varias horas. Simplemente buscaron la salida más fácil. No hubo autoridad en la carretera, no se explica por que rayos no pusieron las dos calzadas para entrar a Bogotá desde Girardot, ni en Melgar, ni en Gualanday y los policías del camino hacían lo que les venía en gana, como hacer retenes de control documental en vez de ir a lo fundamental, al problema de acceso a Bogotá.
He decidido ante este panorama tan grotesco, que no vuelvo a viajar por tierra a mi Cali La Bella. No soy masoquista ni soporto la tortura. Jamás vuelvo a hacerlo por tierra. No vuelvo a soportar 14 o 16 horas de viaje por tierra. Dejo en manos de Dios los problemas del tránsito de Bogotá que no tienen arreglo, y los de Cundinamarca en las de los funcionarios. Ojalá para la Semana Santa que se avecina los viajeros que vayan por tierra para Cali y deban regresar a Bogotá no tengan que soportar dos agonías: la que se celebra en semana santa y la ocasionada por la falta de planeación de las autoridades viales.
