El calvario de los cartageneros por culpa de Transcaribe

El calvario de los cartageneros por culpa de Transcaribe

El sistema de transporte TransCaribe no da abasto, pues estaba pensado para 385 mil pasajeros, pero son 600 mil las personas que utilizan ese medio diariamente

Por: Harold Carrillo Romero
febrero 11, 2020
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El calvario de los cartageneros por culpa de Transcaribe
Foto: Javier885

Corría el año 2006 cuando empezaron a materializarse las primeras obras para la construcción de lo que sería el Sistema Integrado de Transporte Masivo de Cartagena Transcaribe S.A., temporalidad en las que ciudades como Barranquilla, Cali, Pereira y Medellín se sumaron a esta alternativa, tomando como espejo el experimento de Bogotá con el Transmilenio. A inicios de esta década que está por culminar, las ciudades mencionadas gozaban, aún con problemas, de sus obras completadas y operativas en algo más del 50%, mientras que en Cartagena, el proyecto se sumía en el olvido, las demandas judiciales, la corrupción y la inoperancia de la administración distrital.
Sin embargo, casi 10 años después de que se iniciaron las obras, en un arranque de filosofía de mercadillo el alcalde la época dijo ante la prensa local y nacional que Transcaribe tenía que echarse andar, independientemente de que el proyecto no estuviera en las condiciones mínimas para su funcionamiento, pues había que “romper la inercia”, es decir, pongamos los buses a rodar como sea y por donde sea, que en el camino vamos resolviendo. Este tipo de iniciativas, lo único que demuestran es que quienes dirigieron a la ciudad, lo hicieron en el vergonzoso mundo de la improvisación.

Hablar del caso Transcaribe en Cartagena, obliga a bajar la mirada y dejarse dominar por la impotencia que solo sabe producir la gangrena de la corrupción; sustento la anterior frase en el hecho de que el proyecto presentó los sobrecostos más altos, si se compara porcentualmente con otras obras de la misma envergadura en el país. A eso se le suma las múltiples demandas que hubo en el desarrollo de las primeras etapas del proyecto y lo que es aún peor, la ineficacia del sistema, la cual se precia de ser incoherente con la demanda que a diario miles de cartageneros tienen del servicio público, es decir, se proyectó una cantidad de 385.000 usuarios diarios, cuando la realidad es que en Cartagena esa cifra rodea los 600.000 pasajeros, tal y como abiertamente reconoció para una entrevista de la Revista Semana, el entonces alcalde Dionisio Vélez.
Resultado de la improvisación, del despilfarro y de la pésima planificación, fue que la movilidad en 2016 de los ciudadanos se convirtió en un verdadero caos; pues al no haber recursos para la chatarrización, al estar el proyecto a medio construir y al no haber los buses alimentadores y troncales suficiente, los tiempos de espera superaban los 9 minutos (véase informe de calidad de vida. Cartagena Como Vamos. 2016) situación que no parece mejorar en los años 2017 y 2018. Por lo que podemos aseverar que Transcaribe tuvo y tiene atorada la movilidad de los cartageneros.
Actualmente, el sistema financieramente es inviable, su funcionamiento en condiciones decentes, si se permite este calificativo, le cuesta a los cartageneros mucho más que al resto de los colombianos que usan un SITM, por lo que la pesadilla de Transcaribe, es una de las más costosas y no favorece en absolutamente nada la movilidad de los ciudadanos y esto en el fondo obedece a un problema estructural que se incrusta en el desarrollo desordenado o más bien en la ineficaz planeación urbana de esta ciudad. Quizá con esos recursos se hubieran adelantado obras que permitieran crear vías alternas que facilitaran el flujo de vehículos, ya que la malla vial de la ciudad hace rato dejó de ser suficiente para la cantidad de habitantes y de vehículos, o se materializará la idea de aprovechar los cuerpos de agua para el transporte público, lo que sin duda reduciría abismalmente los tiempos en los trayectos de los habitantes. Tristemente, lo que ha significado hoy Transcaribe es el reemplazo de los buses en manos de pequeños y medianos empresarios al monopolio descarado en favor de una gran empresa, que a la fecha no ha dejado mejoría en la movilidad de la ciudad, pues los tiempos de espera son altos, los costos también lo son, las rutas limitadas y la calidad del servicio no puede ser la mejor si la mayor parte del tiempo los articulados o buses convencionales van tan saturados que no logras identificar dónde acaba tu cuerpo y dónde empieza el del otro.

Finalmente, hoy se ha seguido la lógica de ir armando como sea en el camino e ir metiendo buses en calles que no están adecuadas para ello, lo que hace más común que a diario tengamos que ver o leer cada vez más que en los accidentes de tránsito están involucrados estos vehículos, que las filas en horas pico son un calvario para los usuarios y que el deterioro y la mala calidad se adueñan del sistema de transporte. No tengo muy claro en este tipo de embrollos, cual sea la solución menos dañina para la gente y para la ciudad, pero lo que si tengo claro es que sea cual sea esa solución, sin lugar a la menor duda, Transcaribe S.A. no la es.

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