Hace algún tiempo uno de esos tipos agoreros que tienen capacidades de adivinación creíbles o increíbles —no cabe preguntar por qué pues nadie sabe— supuso que Trump dejaría de existir más o menos para esta época; aunque no dijo de qué iba a morir, ni la forma que asumiría su cadáver visto desde alguna Cámara Demócrata… Kirlian.
Por ejemplo, podría morir en Venezuela a manos de Maduro en virtud de un nuevo directo al mentón que le propine sobre todo si la ayuda rusa, y ojalá china lograra tomar el sesgo de ser verdaderamente humanitaria, sin intereses político ideológicos de por medio. La verdad es que Maduro lo encontraría ya groggy en virtud de la paliza que acaban de propinarle los chinos al ganar y salir fortalecidos de la evidentemente fácil guerra comercial; amén de esa otra venganza, al mejor estilo coreano, de su encuentro cuerpo a cuerpo con Kim K(J)ong Un. Y ni qué decir, del deshuesamiento que de su catadura moral hizo su exabogado Cohen. Lo de Cohen fue una auténtica carnicería: yo miraba en ese momento el video de un tigre que atraviesa un río caudaloso llega hasta donde un inmenso cocodrilo, lo ase para asfixiarlo y regresa por el río con él cargado entre dientes, a pulso de su tensado y gigantesco cuello. Claro el cocodrilo al sol, se supone, apenas recargaba baterías y en esa condición endeble fue atacado. Y así están las cosas, cualquier tigre inteligente y codicioso que ataque a Trump asoleándose en Mar a Lago, que no hecho más que eso, ahora obtiene una victoria.
Entonces, cabe preguntarse, ¿estamos ante aquella muerte anunciada y el cadáver de Trump será paseado en andas, cuan largo es, cuando ya Stormy Daniels nada puede hacer por él? ¿Es Trump un cadáver insepulto? ¿Dejarán los Estados Unidos que recorra las calles del mundo disfrazado de walking dead o finalmente el Comité Demócrata de la Cámara irá a por sus huesos?
Parece que ya ha empezado a hacerlo.
Otro que ha empezado a ir por la carroña es Larry Hogan, que tiene un nombre legendario que cultivaría Marcial Lafuente Estefanía o, más tétrico, Keith Luger. Este tipo tiene estirpe de recogedor de cadáveres o, algo más conspicuo, de marshall republicano que como en esas viejas películas del Oeste finalmente decide poner orden en la situación. Leamos:
El Sr. Hogan es un político popular con una historia personal interesante, y quizás profética: su padre, como miembro del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, fue el primer republicano que se presentó al juicio político del presidente Richard M. Nixon, y fue el único congresista republicano en votar por los tres artículos de juicio político”.
Hogan apenas estuvo repartiendo las armas entre quienes lo acompañarían a capturar al forajido: “se ha convertido en el avatar de la facción: 'Never Trump' del Partido Republicano, posicionándose cuidadosamente como el reluciente salvador listo para intervenir en su partido ante la gran caída de la bomba”. En vez de leer, Nunca Trump, lea una mejor traducción: nunca en la puerca life Trump, que es lo que Hogan, asqueado, realmente quiere decir.
El caballo relincha inquieto. Mientras se calza el cinto canana, Hogan flama: "Supongo que acabo de dejar la puerta abierta diciendo: 'Nunca digas nunca'". "No sé qué sucederá en los próximos meses". Ya para estos momentos cabalga internado en algún bosque buscando allende ese pedregal donde Trump abre huellas en la roca desesperado: “Hoy estuvo en Iowa para un evento de la Asociación Nacional de Gobernadores. Un viaje a New Hampshire más tarde esta primavera está siendo considerado”. ¿Es el olor mortecino de Trump que lo guía? Los caballos abrevan al pie de un riachuelo… Hace calor.
Auguramos: si Hogan es un cazador moral nunca perderá el rastro. Trump hiede a leguas.
Hogan hace un alto y recapacita. “Nunca había pensado mucho en ser presidente antes de que lo abordaran destacados críticos de Trump, como William Kristol, un líder del equipo heterogéneo de republicanos moderados, libertarios y halcones de la política exterior que conforman el movimiento Never Trump”.
Mientras tanto en la Cámara… ardiente del Congreso se alistan los clavos. Ha ordenado recibir documentos de 81 sitios prometedores. Es casi colocar carteles como: Se busca. Vivo o muerto. Una foto de un demacrado Trump que no ha podido echarle los tres últimos polvos a la Daniels; y el valor de la recompensa.
Mientras tanto en alguna guarida cercana esperan que Trump burle el cerco. No cabe un alma más de republicanos asustados. A cual más uno que otro todavía regurgita, más que dice, mientras sostiene un bastón.
“1. Ningún presidente en ejercicio en la era moderna ha sido derrocado con éxito en una primaria".
“2. El Sr. Trump sigue siendo muy, muy popular entre los republicanos. Un sondeo de NBC News / Wall Street Journal publicado el fin de semana encontró que casi el 90 por ciento de los republicanos aprueban al presidente”.
Sin embargo, no recuerdan que este tipo jamás ganó ninguna elección. Hillary lo hizo. Obviamente, esta gente tampoco cree que un adivino pueda haber augurado la muerte anticipada de alguien.
Yo tampoco lo creo, pero de que huele a podrido, huele a podrido.
¿O será un pedo?
Nota. La expresión groggy traduce: débil e inestable en los pies o en acción, según el diccionario Merriam- Webster en Google. Las citas son tomadas de The New York Times, On Politics, de Lisa Lerer.
