El exabrupto hubiera sido el mismo, pero al revés, si en lugar de burdel nos hubieran llamado paraíso. Por eso todo en el informe da grima: el titular atrapapúblico de la cadena británica, Channel 4 News: Virgins for sale in Colombia in “world´s biggest brothel”, la reacción inmediata de la administración municipal precisando que burdel sí, pero solo un poquito, y los testimonios lacerantes de los entrevistados.
Desatinados los editores que, según el periodista peruano Guillermo Galdós —autor de la nota—, echaron mano de una frase atribuida a un colombiano: “si a Medellín le pusieran techo sería el burdel más grande del mundo”, para titular este video (11:53 minutos) y, de paso, alzarse con la sintonía. Y desatinados los funcionarios locales que montaron en cólera porque la ciudad tiene cosas muy buenas, la susceptibilidad de tantos paisas que llevan una semana mesándose los cabellos, y las declaracionesde algunos políticos que, ante los micrófonos, olvidan que por la boca muere el pez.
Entre los montones de airados, ¿cuántos habrán visto el video? No creo equivocarme si sospecho que muy pocos. Donde manda titular… Que digan que Medellín es un burdel como cualquiera otra ciudad importante del mundo, es soportable, incluso halagador para los competidores a ultranza. (Con tal de estar en las grandes ligas…). Que la califiquen de burdel a secas, sin punto de comparación, es una bofetada. Pero si somos la más educada, la más sostenible, la más innovadora, lloriqueamos. Y hasta con razón, las generalizaciones, de entrada, resultan inexactas. Más, si el péndulo va de un extremo al otro como aquí sucede: un día somos objeto de reconocimiento y, otro, de señalamiento. Hoy el World´s Biggest Brothel es el espejo en el que no nos quisiéramos mirar, la imagen que nos devuelve es desagradable; incluso, sesgada. Así también somos, qué le vamos a hacer.
No hagamos, pues, más publicidad gratuita a Channel 4 con nuestras pataletas. De la misma manera que un periodista extranjero opta por publicar un artículo hablando bellezas de la ciudad —cosa que, por supuesto, nos fascina y enorgullece—, otro puede elegir la opción contraria. Ambas son válidas y respetables. Refutable —la segunda, obvio— solo con hechos concretos, que la palabrería se nos puede devolver como un bumerán. Por algo el alcalde, Aníbal Gaviria, y su secretario de Gobierno, Wilson López, tuvieron que bajar el volumen a sus protestas —entendibles, son los responsables de la ciudad— luego de que el señor GG no solo se ratificara por varias emisoras en lo denunciado, sino que diera a entender que el material que utilizó en su trabajo era solo la punta del iceberg de una pandemia social más peligrosa que el trabalenguas del chikungunya. “El título del reportaje —dijo con razón— no es el problema, cualquiera hubiera sido sensacionalista. Oféndanse, mejor, por lo que se ve en las calles. Vayan y miren a esas niñas que están ofreciendo servicios sexuales a dos cuadras de la Alcaldía. Las autoridades lo saben pero están atadas de manos porque no pueden detener menores si no los capturan en flagrancia. No es normal que una sociedad que se las da de las más modernas de América lo permita. He estado en más de 40 países y he presenciado en pocos sitios situaciones similares”.
Yo sí he visto el video. Varias veces. El título me sigue pareciendo una frase de marketing y el comienzo, con las socorridas imágenes de Pablo Escobar, un recurso poco original. Mas no me siento maltratada, creo que lo que Galdós deja en evidencia, es verdad. Lo creo porque en mi trabajo periodístico lo he visto y lo he oído de personas (fundaciones) que trabajan con la niñez y la adolescencia de barrios marginales y del centro de la ciudad. Son tan del diario la venta de la virginidad y la explotación sexual de menores de doce años —las tristemente célebres terneritas, por ejemplo—, que prevenir tales prácticas ha traspasado los límites de lo imposible; en la mayoría de los casos, la asistencia es a posteriori, cuando ya el daño no tiene reversa. Luego, lo grave no es que el asunto se sepa, es que suceda.
No todo son flores, Medellín de mis amores.
COPETE DE CREMA: Que el video no tiene la versión oficial, es cierto. Que refleja solo una de las caras de la ciudad —recordar que Medellín padece de personalidad múltiple—, es cierto. Que le falta sustancia para ser una cátedra de periodismo, es cierto. Y que su divulgación no nos hace ni justos ni pecadores, es ciertísimo. (Por cierto, en abril de 2012, The New York Times publicó un artículo titulado: In Spain, women enslaved by a boom in brothel tourism. ¿Y España? Fenomenal, gracias).
Fecha de publicación original: 25 de septiembre de 2014