“Tímido pero noble”, describe Rusbel Achagua al campeón del Giro de Italia. Rusbel es un amable padre de dos adolescentes y esposo de Claudia Díaz quien nos recibe amablemente en su casa ubicada en municipio de Arcabuco. Es admirador de ‘Lucho’ Herrera y Fabio Parra y aunque nunca fue ciclista, le gustó estudiar a profundidad sus técnicas, al punto que en su pueblo le dicen ‘la biblia del ciclismo’.
Nos contó, entre otras cosas, que Nairo nació en Tunja, fue registrado en Cómbita y creció en Arcabuco y cuando está en Boyacá aún entrena por las vías que lo vieron convertirse en profesional, eso sí, en compañía de sus escoltas.
Rusbel fue el primer tutor deportivo que vio a Nairo montar su bicicleta cada mañana por la vía que de Tunja conduce a Bucaramanga, haciendo un recorrido obligatorio: ir de su casa en la vereda San Rafael de Cómbita para llegar a su colegio en Arcabuco, pedaleando 18 kilómetros de ida y 18 de vuelta. Desde aquella época, cuenta Rusbel, Nairo Quintana se perfilaba con tan solo 14 años, “como un deportista extraordinario; desde el comienzo se veía que iba a ser muy bueno”. Más adelante ese talento sería constatado por técnicos de la talla de Vicente Belda, Luis Fernando Saldarriaga y Eusebio Unzué.
Para el año 2004, Rusbel Achagua trabajaba en un proyecto para impulsar el ciclismo con el apoyo de la Alcaldía de Arcabuco, que consistía en convocar un grupo de jóvenes estudiantes de bachillerato apasionados por la bicicleta y entrenarlos para competir en las carreras organizadas por diferentes colegios departamentales y nacionales, y allí estuvo Nairo Quintana, enlistándose en el equipo igual que su hermano Dager Quintana y su amigo Cayetano Sarmiento, entre otros.
Fue precisamente en esa, su pesada bicicleta todoterreno -comparada con aquellas que costaban hasta 5 millones y que usaban algunos compañeros- en la que Nairo empezó a subir montañas y recorrer determinadas distancias bajo la instrucción de Achagua, quien con cronómetro en mano vigilaba los tiempos de los jóvenes que conformaban el equipo llamado ‘Alcaldía de Arcabuco’. El entrenador veía a un prototipo de escalador cuando en las montañas, Nairo asumía con tranquilidad el momento y en zigzag iba dejando atrás a los demás.
La fascinación de Quintana por escalar lo llevó pronto a destacarse en Boyacá, Santander, Cundinamarca y Antioquia; Así como a Rusbel, inscribirlo en cuanta competencia escuchaba. Cada una significaba un potencial triunfo pero también un reto porque viajar implicaba invertir dinero en vehículos para ellos y las bicicletas, combustible, peajes y alimentación incluyendo desayuno y almuerzo, pero también la dieta recomendada para los ocho ciclistas del equipo (avena, pasta, malteada, maní, chocolate y bebidas hidratantes).
Por eso, Luis Quintana y Rusbel Achagua recorrían los establecimientos comerciales de Arcabuco y alcaldías de municipios vecinos en busca de recursos para las competencias del prometedor ciclista. El entrenador indica que fue fundamental la ayuda de Raúl Malagón*, quien tenía en Arcabuco una tienda y taller de bicicletas llamada ‘Ciclorama’, donde Nairo acudía para hacerle mantenimiento a la suya y asesorarse en asuntos de mecánica.
Víctor Hugo Silva, entonces alcalde de Arcabuco aportó ruedas, licras, zapatillas, y un vehículo que estaba a disposición del equipo de vez en cuando, pero cuando no estaba libre debían arreglárselas para viajar a como diera lugar, con dinero de su bolsillo o realizando rifas.
El día que Nairo tuvo un accidente donde resultó averiado el tenedor que sostenía la rueda delantera de su primera bicicleta, su vida le cambió. Un grupo de concejales reunieron dinero y le compraron un nuevo marco, más liviano, con rines de aluminio que les costó $1.000.000, pero además, le compraron accesorios marca campagnolo por $2.000.000, una bicicleta que el pequeño boyacense en ese tiempo jamás sonó con tener.
El pequeño siempre se jugó la vida entrenando. Era común que Nairo llegara al colegio con el uniforme roto porque los carros lo hacían caer contra el pavimento. En una ocasión en el año 2006, Nairo estuvo inconsciente por tres días luego que un taxi lo atropellara en Tunja
Achagua afirma que el más convencido de las características deportivas de Nairo era Luis Quintana, quien no se perdía una carrera de su hijo, y dice: “don Luis era muy emotivo, vivía al extremo cada recorrido incluso con lágrimas de felicidad que nos contagiaban y lo apoyaba desde su Renault 4 con pitos y palabras de aliento”. Nairo por su parte, recomendaba le llamaran la atención cuando se quedaba atrás.
“No teníamos todas las ventajas de otros equipos, pero pedaleábamos con las piernas, la cabeza y el corazón”, señala Achagua.
El equipo incentivó el espíritu competitivo de los jóvenes, y con el empeño puesto en cada sábado de entrenamiento que constaba de chequeos físicos con relación al tiempo gastado en determinada distancia, o la velocidad alcanzada tras una moto en la recta que del sitio Peña Blanca conduce hacia Moniquirá, fueron dejando huella en los lugares que visitaban y donde competían durante uno y tres días.
Uno de los triunfos iniciales de Quintana fue la contra reloj en Tunja, en las etapas Tunja-Moniquirá-Tunja y Tunja-Sutamarchán-Tunja en el año 2007, cuando por primera vez, curiosamente, lució la camiseta rosa al posicionarse como el mejor de la categoría juvenil.
De ahí pasó a la sub 23 y a la elite, mientras era señalado y escogido para pertenecer al Piramis Team, Boyacá Orgullo de América, Colombia es Pasión y al Movistar Team. su equipo actual.
Rusbel Achagua, asesor comercial de una empresa de televisión por cable además de coordinador de competencias ciclísticas y técnico empírico, en la actualidad asesora a los padres de 12 jóvenes entre los 10 y 14 años de edad mientras se forjan como deportistas, pues cree que se necesitan semillas para cosechar más campeones.
En el Giro de Italia, una de las tres competencias mundialistas más importantes del ciclismo junto al Tour y la Vuelta, habían ganado rusos, suizos, italianos, españoles y canadienses, nunca un pedalista de Suramérica. Pero esta vez, la historia de la 97ª edición es escrita por un colombiano y boyacense: Nairo Alexander Quintana Rojas.
*Raúl Malagón falleció hace un par de años en un accidente sobre una bicicleta.