A sus 29 años Eleider Álvarez es una promesa del boxeo colombiano. Se consagró campeón de los juegos panamericanos en 2007, participó en los juegos olímpicos en 2008 y se hizo profesional en el año 2009. Desde entonces se radicó en Montreal (Canadá) y continuó sumando triunfos a su carrera. Hasta hoy, cinco años y 13 peleas ganadas después, está a un paso de pelear por un título mundial y le sobran ofertas de entrenadores que lo quieren en sus gimnasios. El futuro pinta prometedor para este joven boxeador que soñaba con ser cantante.
Álvarez nació en Puerto Girón, un corregimiento de Apartadó, en el Urabá antioqueño, pero 9 años y medio después se trasladó a Turbo con sus padres y sus dos hermanas. Allí empezó a boxear. Nadie en su familia tenía nada que ver con este deporte. Por herencia familiar lleva en la sangre la nariz chata y el cantar, sobretodo vallenato, el boxeo fue más una casualidad impulsada por su madre Aida Elisa -una mujer muy disciplinada, de carácter- como la describe Eleider, que preocupada porque su hijo no “andara la calle”, decidió ponerlo a entrenar boxeo. Aprovechando también porque el entrenador era el vecino de enfrente. “Mi mamá me levantaba a las 5 de la mañana, si no me despertaba, iba y me quitaba las cobijas y me decía: ‘párate pues, que vos estás despierto y lo que no querés es levantarte’”.
Para entonces Álvarez entrenaba boxeo a diario, luego iba al colegio y como no, se reunía con sus amigos a cantar vallenato. “Por mi mamá empecé a entrenar boxeo, pero a mi el boxeo no me gusta, ni siquiera todavía, yo lo que quería era ser cantante” advierte el púgil, curiosamente un hombre corto de palabras a la hora de hablar del deporte en que se destaca.
El amor que tiene por el canto vallenato es incondicional y genético “el canto se lleva en la sangre” asegura, pues sus dos hermanas cantan, su cuñado toca el acordeón y su padre tiene una colección que alcanza los 3000 LPs. Eleider por su parte con tan solo 10 años formó una agrupación con sus amigos y se la pasaban cantando por todo Turbo, “teníamos uniformes y la gente nos reconocía”. Hasta entonces Eleider estaba convencido que sería cantante como mandaban sus sueños y su herencia, pero dos inesperados acontecimientos cambiaron su rumbo por completo y lo metieron al cuadrilátero.
Todo comenzó cuando fue invitado a cantar en un festival vallenato que se celebra anualmente en Turbo. Con solo 14 años se montó a la tarima ansioso por cantar y demostrar su talento delante de casi la totalidad de los turbeños que asistían al festival. En la segunda estrofa de la que era su canción favorita algo pasó, quizás los nervios o simplemente el destino, pero Eleider olvidó la letra que seguía, improvisadamente volvió a cantar el coro que si recordaba y se bajo de la tarima triste y decepcionado, se fue a su casa llorando y prometió jamás volver a cantar. Sus hermanas aún se burlan de ese desafortunado suceso. Pero la estocada final fue la muerte de su madre, su consejera y quien lo había encaminado en el deporte de las narices chatas, Álvarez decidió que el boxeo sería la mejor manera de honrarla. “Comienzo a hacerle un homenaje porque ella quería que yo fuera boxeador. Además que quería demostrar que era el mejor” expresa Eleider con firmeza.
“Qué filet mignon ni que nada” repara Álvarez mientras disfruta de un sancocho de pescado en un pequeño restaurante en Turbo, “a mi lo que me gusta es el banano frito en patacón o cocido con huevito y queso. Se me eriza la piel cuando pienso en eso”, esas son de las cosas que más extraña desde que está en Canadá, por eso en las cortas ocasiones que viene de visita aprovecha para hacer todas las cosas que le gustan: la fiesta, unos tragos, el domino y la música a lo que den los bafles que brincan como si fueran a estallar, “eso solo se puede hacer aquí, en Canadá uno prende el computador y le llaman la policía”.
En Montreal entre el frío y la tranquilidad se dedica nada más que al boxeo. Entrena dos veces al día y el resto del tiempo está en la casa descansando o en la peluquería, donde tiene cita cada 8 días para improvisar un nuevo corte. “Yo en Turbo pasó más desapercibido, en Canadá si me toca hacer entrenamientos públicos, ruedas de prensa y montarme al ring con 20 cámaras filmando, soy una estrella” por eso procura estar siempre bien y un buen corte es fundamental.
“El apoyo de la gente de Quebec ya lo tengo pero me gustaría más apoyo de la comunidad Latina, de Colombia, sobre todo los que están en Canadá” y recuerda cómo en la pelea del pasado septiembre, en la que por segunda vez en la historia se enfrentaban dos púgiles colombianos en el exterior, tuvo que medirse ante Edison ‘la pantera’ Miranda, un boxeador experimentado pero no muy nombrado en el país. En el séptimo asalto Miranda le propinó un golpe que lo desinfló, Eleider pensó en irse al suelo para coger un poco de aire pero se dio cuenta que la gente gritaba su nombre, “el público estaba conmigo, entonces me quedé parado y aguante hasta el final del asalto”.
Esta pelea tenía un significado especial para el turbeño y no dudo en hacérselo saber a su oponente, aunque él no suele hablar mucho antes de las peleas “A mi sí el boxeador me provoca yo no hablo, se la meto de una vez. Yo hablo es en el ring”. Pero a Miranda se lo hizo saber “ese día va a haber problema, mi hija está cumpliendo años”, dijo, pues el triunfo sería su regalo. Su hija Aida Elisa, que lleva el mismo nombre de su madre es su fan número uno, por eso siempre relata a sus amiguitos del colegio las peleas, no duda en lanzar unos cuantos puños al aire y dejarse caer al suelo imitando a los contrincantes cuando tocan la lona. Aquel día no hubo mejor regalo que el triunfo. Pero al hablar de su hija, es inevitable recordar que cuando ella nació, él viajó desde Canadá para conocerla y cuando quiso regresar le fue negada la visa en cuatro ocasiones.
Ese año fue una época dura. “Ahí me relajé, me engordé feo. Un año de poco entreno, perdí un año de mi carrera”, pero no perdió la esperanza e insistiendo volvió a obtener la visa y regreso a Montreal con ansias de triunfo. De ese año lo que más le afectó fue la falta de apoyo de la gente, “muchos creyeron que ya no volvería, que no lo lograría”. Evocando al Pibe Valderrama recuerda una frase de éste que lo llenó de valor “el Pibe en un partido contra Argentina les dijo a los compañeros: el que le pida la camisa a Maradona yo mismo lo levanto a trompadas. Es que nosotros también nos tenemos que dar valor”.
Estando en Canadá, Eleider ha peleado 13 veces, 8 peleas las ha ganado por Knock Out y 5 por decisión de los jueces. Además ha ganado dos cinturones: el de la NABA en 2013 (Asociación Norteamericana de Boxeo) y el de la NABO en 2012 (Organización Norteamericana de Boxeo) que lo ganó por Knock Out en el primer asalto.
Storm (tormenta) es el apodo que le puso su entrenador, aunque en principio quería ponerle Huracán, ya que decía que Eleider parecía un huracán tirando golpes. Pero Eleider le explicó que la primera pelea protagonizada por dos Colombianos en el exterior el 11 de septiembre de 1990 fue entre Luis “Chicanero” Mendoza y Rubén Darío “El huracán” Palacio, por eso aclaró que “no quería utilizar ese nombre que ya era de Rubén”, el entrenador buscó algo lo más parecido posible y salió Storm aunque Álvarez hubiera preferido apodarse “El atarbán” pero no insistió porque siempre pensó que sería difícil explicar en el exterior el significado. “vos te imaginas yo explicándole a la gente qué es eso, un man que no copia de nada para volearle puño al que sea” dice Eleider entre risas.
No importa si es Storm o Atarbán, la manera rápida y agresiva de lanzar puños siempre ha sido la misma, desde que empezó a representar al Departamento de Antioquia, luego a Colombia ganando medalla de bronce en los Juegos Suramericanos de 2006 en Buenos Aires o cuando se consagró campeón panamericano en Río de Janeiro en 2007, o sus peleas en los Olímpicos de 2008 que eran parte de su sueño. Ganar una medalla olímpica para su país.
Ese sueño se vio truncado, la pelea fue reñida, Eleider fue superior y merecedor del triunfo, pero para los jueces no fue así y le dieron la victoria a su oponente ingles. Álvarez explica con facilidad y sin remordimientos lo que cree que pasó en aquella ocasión: “yo me sentí ganador, pero usted sabe que era Inglaterra contra Colombia. Si hubiera ganado sería medallista Olímpico, la pelea quedó 5-5 pero le levantaron la mano a él. Lo que influyó fue la potencia del país”. La explicación no esta muy lejos de ser verdad; Eleider se quedó sin medalla, pero empezaron las ofertas para convertirse en boxeador profesional. Alemania, Argentina y Canadá fueron las propuestas más sonadas, el país del norte, sin embargo, hizo la más seria y Álvarez se decidió. “Montreal es una de las mejores plazas de boxeo en este momento, decían en HBO” recuerda el boxeador y agrega, “quiero ser campeón de todo lo que alcance y retener los títulos”.
Quien lo quiere ahora en su equipo es 50 Cent, el afamado rapero nacido en Nueva York quien curiosamente se volvió promotor de boxeo. Entre las peleas que ha organizado hubo una donde Eleider pelearía con Allan Green, era la primera pelea promovida por el rapero y era la tercera vez que se promovía una pelea entre Green y Álvarez, además sería transmitida por ESPN. Pero 20 minutos antes de empezar, Green dijo sentirse mal del estomago y la pelea fue cancelada de nuevo. Eleider arrancó el afiche de la pelea y se fue a su casa.
En el pesaje previo a la pelea, Eleiner recuerda cuando el rapero se acerco a decirle que lo quería en su equipo. “Él ya me tenía en sus planes, estábamos en el pesaje de la pelea y yo estaba sentado en la ultima silla, él acercó otra, se sentó a mi lado y me dijo: ‘I want to go with you to Las Vegas’ y le dije que yo también y el empezó a hablarme pero yo no entiendo mucho ingles”.
La carrera de Eleider “Storm” Álvarez parece ir en ascenso. Él, admirador de Antonio Cervantes, Kid Pambelé, pasará el resto del año preparándose para su próxima pelea el 18 de enero de 2013. En sus promotores está la decisión si la pelea es directamente por el título mundial del peso semi-pesado, o Light-heavy weigth, o es una eliminatoria.
Sumando ya casi 15 años dedicado al boxeo, Eleider ha inspirado artistas que han seguido su carrera deportiva. El cantante caleño Yulian Boy le escribió una canción que lleva por nombre Tributo a Eleider Álvarez y que el púgil hace sonar cuando camina hacía el ring previo a la pelea, y en Valledupar una compositora vallenata está componiéndole otra canción llamada El boxeador de mamá, él apenas logra tararear el coro que le enseñó su hermana.
¡Campeón!, le grita la gente a Eleider cuando se pasea por las calles de Turbo, algunos se le acercan, otros desde las motos le pitan y alzan la mano en señal de saludo. Él pasea por las calles de San Martín, su barrio, y se sienta con sus amigos a jugar domino, toma cerveza, de pronto whisky, acompañando con su voz todo cuanto suena en los bafles. Pero, sobretodo, a hablar de lo que más disfruta: el vallenato.
“Los campeones no se hacen en gimnasios. Están hechos de algo inmaterial que está muy dentro de ellos. Es un sueño, un deseo, una visión” decía el gran boxeador Muhammad Ali. Y de eso parece estar hecho Eleider.
Vídeo pelea