1053 cajas de dinamita llegaron al puerto de Buenaventura. Siete camiones militares las recogieron. La misión era llevarlos a Cundinamarca. La idea era construir carreteras en Cundinamarca. El régimen de Gustavo Rojas Pinilla botaba sus últimos estertores. El entusiasmo popular que lo había acompañado en los primeros meses se fue diluyendo. Ya se había olvidado los logros sociales como el derecho voto a la mujer, la traída de la televisión al país, la construcción de carreteras. Pero Rojas Pinilla resultó siendo otro chafalote, un monstruo dictador con excesos como la masacre de la plaza de toros de la Santa María o el asesinato sistemático de estudiantes. Sin embargo, lo que pasó el 7 de agosto de 1956 fue el último clavo que crucificó su dictadura.
A medianoche los siete camiones repletos con 40 toneladas de dinamita llegaron al barrio San Nicolás, justo donde quedaba la estación del Ferrocarrill. Allí descargarían el material y lo enviarían hasta la capital por la vía férrea. Pero todo salió mal. En circunstancias que no han podido develarse aún la dinamita explotó dejando un cráter de 50 metros de ancho por 25 de profundidad, matando a más de 4.000 personas y dejando 12 mil heridos. Calculen, Cali tenía en ese momento 400 mil habitantes. En Cali, los testigos afirman haber visto, levantarse sobre el cielo de la noche, un hongo de 50 metros de altura, parecido al que se levantó en Hiroshima en agosto de 1945. Había pedazos de cuerpos por todas partes.
Aunque se manejaron varias hipótesis la más difundida es que, por un descuido de uno de los soldados, arrojó un cigarrillo a uno de los compartimentos atestados de dinamita y eso produjo la explosión. La historia de Cali cambiaría para siempre. En el cine, Carlos Mayolo, a comienzos de los años ochenta, inicia su magistral Carne de tu carne con el episodio de la explosión. Ella marcó una generación, una manera de abordar el mundo, la cultura, el arte. Nada más miren las películas de Luis Ospina o la obra de Andrés Caicedo. El horror se instaló en la ciudad de los terratenientes, de los ingenios, de los vampiros. Por eso, en esa ciudad, se fundó lo que se conocería como el Gótico Tropical.
64 años después Cali vuelve a ser el escenario de la violencia. El domingo 9 de mayo civiles vestidos de blanco apuntaron y dispararon sobre la Minga Indígena. Ellos reaccionaron desatando una de terror contra los ricos. Se metieron a los conjuntos, asustaron a conductores de autos quemando lo que se encontraran por delante. Nadie sabe cuántos muertos hay en 12 días de protestas. A nadie le sorprendería que, la represión iniciada por Zapateiro, pueda dejar una cifra parecida a la que dejó la explosión de 1956. El horror vuelve a tomarse a Cali