La tarde del jueves 15 de octubre se citó un confuso debate que seguro pasará a la historia de la movida social de Medellín. En el tradicional barrio Carlos E. Restrepo, ubicado en inmediaciones a la Biblioteca Pública Piloto, diferentes sectores ciudadanos citaron a Juan Pablo Ramírez, secretario de participación ciudadana y amigo íntimo del alcalde Quintero, para que respondiera una serie de inquietudes. Aunque el espacio fue convocado por sectores preocupados por ciertas decisiones del “alcalde imprevisible”, se terminó convirtiendo en un auténtico campo de batalla verbal sin ninguna metodología de discusión o capacidad de control. El secretario Ramírez y varios de los organizadores se alteraron en extremo en medio de gritos e improperios. Un espectáculo bochornoso al cual asistí como ciudadano y colaborador de Las2Orillas. Poco se habló de las inquietudes de la ciudadanía y más bien se confirmó la polarización que la figura de Quintero genera en la ciudad.
¿Por qué el sector social de Medellín se resiste a Daniel Quintero?
En la victoria de Quintero fue determinante el apoyo del sector social, juvenil y ciudadano. A una excelente estrategia de comunicación que posicionó un candidato que poco conocía la ciudad y que venía de hacer política en Bogotá, se sumó una atípica división de la derecha y la neutralización de la narrativa “castrochavista” a la que Uribe intentó reducir la contienda. Montado en los hombros de un discurso independiente y anti-partido (aunque contó con el apoyo de políticos de carrera y varios partidos) Quintero derrotó al uribismo y de paso a los poderosos “cacaos” que habían puesto alcalde desde Sergio Fajardo. Sin duda fue una sorpresa y en la diferencia con Ramos el factor de los jóvenes y gran parte del sector social de Medellín fue clave; sin embargo, esa fue una confianza que se empezó a deteriorar muy pronto, casi que desde el empalme (donde apareció Juan Carlos Vélez en el componente de seguridad), pero se reventó exactamente el 20 de febrero.
Ese día Quintero tomó una decisión insensata: autorizó el ingresó de la fuerza de choque del Esmad al campus de la Universidad de Antioquia. Sin consultar con el Consejo Superior Universitario (que preside el gobernador) decidió que el Esmad ingresara a una universidad profundamente afectada por el conflicto como medida de un supuesto protocolo que nunca consultó con la comunidad académica; además, fue extremadamente arrogante porque afirmó en caliente que “lo haría las veces que fuera necesario”. Tanto esa decisión como su actitud arrogante fueron suficientes para romper confianzas construidas durante la campaña. Poco le importó poner en aprietos al concejal Álex Flórez (antiguo líder estudiantil que tiene su investidura en vilo porque hizo campaña estando inhabilitado) o congraciarse con el uribismo que aplaudió a rabiar su impulso autoritario. Esa decisión reventó muchas confianzas con un sector de la ciudad con gran capacidad de movilización y agendamiento.
Al impulso autoritario se sumaron una seguidilla de cuestionamientos que relacionaron a elementos de su gabinete con la politiquería más tradicional (siendo el ejemplo más notorio el de su secretario de Hacienda Oscar Hurtado); su intento de posicionar su imagen en medios con pauta emocional y en el intermedio censurar una nota del espacio Las igualadas de El Espectador; el incumplimiento de promesas de campaña como bajar las tarifas de los servicios públicos; la polémica en torno al uso de datos de la plataforma Medellín me Cuida y los “perfilamientos” a periodistas y opositores. Un cóctel que un movimiento social que ha resistido al uribismo en una ciudad tan conservadora no se podía tragar. Todo ese influyó para que su perfil de “independiente” y antipartido se derrumbara desde los cimientos. Antes se creó un nuevo perfil de Quintero como autoritario, represor y con ínfulas de “dictador”. Todo eso lo resumió La Pulla en un video cuando menos demoledor.
¿Cuáles fueron las inquietudes que la ciudadanía planteó en el debate?
El tema medular del debate en Carlos E fue EPM y las decisiones que desvertebraron el ideal paisa de gobierno corporativo. Esa es una discusión con múltiples matices y posiciones; hasta Petro tomó posición a favor de Quintero y en el otro extremo el uribismo (con el apoyo de Fico Gutiérrez) anda moviendo una agitación en las redes sociales con la finalidad de ambientar una revocatoria, es decir, a la oposición del sector social también se suma el de parte del empresariado y el uribismo (con el cual venía gobernando viento en popa). No resultaría extraño que en la plataforma de revocatoria se encuentren la extrema izquierda, el fajardismo (con el concejal Daniel Duque como punta de lanza) y la extrema derecha, una rareza, pero dado el carácter tan pragmático de Quintero, no sería extraño. Por el momento, queda claro que el tema EPM ha profundizado la polarización en torno a su figura. Ya lo golpeó restándole algunos puntos en las encuestas.
Otro tema que agitó el debate y que alteró en extremo al secretario Ramírez fue el de la relación de Quintero con la clase política tradicional. Cuando se habla de política tradicional en Antioquia hay dos nombres que despuntan: Aníbal Gaviria y Luis Pérez. Ahora, aliados prácticos de Quintero. A pesar de que en campaña fue muy cauto y “no se tomó la foto con Aníbal”; parte de las estructuras de Gaviria se movieron con el “independiente” y Ramírez, entonces coordinador político, fue el encargado de tramitar esos apoyos. A la par, en tarima Quintero no bajaba a Gaviria de privatizador y tradicional al auspiciar tras su paso por la alcaldía en 2014 la fusión de Une con Millicom. ¿Por qué le incomoda al secretario que le recuerden el papel que jugó en la campaña?, ¿no tendrá presente que varios de los concejales que hoy integran la coalición gobiernista apoyaron esa fusión? Solo dirá que la “política es dinámica”.
¿Por qué se alteró tanto el secretario Ramírez?
Quienes conocen al secretario saben de su vocación social. Su liderazgo se remonta a los procesos de presupuesto participativo en la comuna 4 y en los últimos años su presencia fue constante en las principales movidas sociales de la ciudad, especialmente el plebiscito y la consulta anticorrupción. Inclusive, muchas de las personas que lo citaron el debate fueron sus antiguos compañeros de calle y tertulia. Ahora, siendo la cara más visible de una administración reventada con el proceso social; cuestionada por su cercanía orgánica con la clase política tradicional; y con un alcalde que gobierna con el consejo de César Gaviria, Aníbal Gaviria, Luis Pérez y hasta Vargas Lleras, seguro puede estar en una situación incómoda. No creo que sea el único y tal vez muchos formulan las críticas en voz baja o a regañadientes. Quintero es muy imprevisible debido a su extremo pragmatismo, escucha muy poco y seguro muchas de sus decisiones también “sorprenden” a sus hombres más cercanos.
¿Qué sigue?
Debido a la ausencia de metodología y la efervescencia de múltiples pasiones, el debate solo dejó confusión y un ambiente enrarecido. Se redujo a una confrontación entre partidarios y detractores de Quintero con el secretario como catalizador de una inconformidad e indignación contenida. Sin ninguna aclaración a las preguntas de la ciudadanía y tras una serie de insultos e improperios, se acordó diseñar un nuevo espacio más orientado al diálogo y la rendición de cuentas. Un compromiso que deben asumir todas las partes interesadas en seguir promoviendo los diálogos de ciudad. Lo que sí queda claro es que la figura de Quintero cada vez polariza más y en parte obliga a tomar posiciones que anulan los puntos medios. Ese fallido debate también dio cuenta del estado de ánimo en el que se encuentra la ciudad.