“Este montañero es del Carmen de Viboral, un municipio al oriente de Antioquia, a unos 45 kilómetros de Medellín”, expresa Antonio González Montoya, El bobo del Carmen, artista antioqueño cuya carrera musical inició en 1981 participando en diversos festivales de trova en Bucaramanga, Puerto Boyacá y otros lugares de Colombia.
“En 1998 grabé mi primer tema parrandero que se llama El tetero de Toño y La loca de Roberta, en el 2000 grabé mi primer Cd, La parranda del milenio”. Dueño de una trayectoria exitosa agrega que todos los años graba un Cd con diez o doce temas parranderos llevando, hasta el momento, más de ciento veinte canciones producidas.
Dice que en Antioquia y el Eje Cafetero se maneja la música de parranda con una picardía y un humor propios y característicos de la gente paisa. Destaca a varios artistas en este género como a Gildardo Montoya, una de las personas que más grabó música en compañía de Joaquín y Agustín Bedoya; Octavio Meza, quizá el arriero de mayor reconocimiento en Colombia y el mismo Leonel Ospina con canciones como Ya nació el niño.
Los temas de El bobo del Carmen que suenan con mayor éxito son Yo maté el coronavirus, La niña preguntona, Mi mujer es de hoyo rico y Las nuevas adivinanzas, tema que grabó al lado de Mario Tierra con profundo humor y crítica social y política.
Antonio González Montoya es un paisa sencillo y parlero –atributo muy común entre la gente de Antioquia– con una generosidad admirable (sin ningún problema y, por iniciativa suya, improvisa unos versos a guisa de trova para quien realiza esta entrevista).
En relación con Mi mujer es de hoyo rico dice que venía de Angosturas con otros trovadores, Marco Tulio Patiño y Mario Tierra, este último uno de los mejores trovadores, humoristas y costumbristas del país, y entrando a Santa Rosa vio un letrero que decía “A Hoyo Rico 6 kilómetros” e inmediatamente dijo: “Vea, aquí está el tema para diciembre”, y compuso Mi mujer es de hoyo rico, un éxito de parranda muy recorado.
Orgulloso de su carrera musical, El bobo del Carmen pertenece a una estirpe de creadores colombianos que sin llegar a la vulgaridad y con un talento y un costumbrismo innatos (no olvidemos que Antioquia es la tierra de Tomás Carrasquilla) imponen sus temas, especialmente en los días de diciembre cuando la alegría y las convenciones sociales se relajan.
Su voz es particularmente agradable y hace honor al campesino antioqueño permitiendo también que su carrera sirva de peldaño para otros talentos como el de su hijo Eider con quien grabó Toñito el atravesado o con su hija, una bella niña de trece años que incluye en el tema La niña preguntona. Y, así, espera que en ellos se mantenga y conserve la herencia de la música parrandera antioqueña.
Antonio González Montoya es la garantía, ese sello de la tierra antioqueña para que cada año los paisas y los colombianos en general podamos disfrutar de letras irónicas, ambiguas y de doble sentido acompañadas de música de cuerdas particularmente pegajosa, lo cual hace parte del variopinto y enorme patrimonio musical del pueblo colombiano. Larga vida para Antonio y su talento.