Un año largo después del triunfo electoral de Donald Trump ha ido quedando claro que su triunfo no fue limpio y que en éste contribuyó una estrategia de manipulación de información en redes que influyó en la decisión electoral de los votantes. El mes pasado se reveló que Cambridge Analytica, una consultora política contratada por Trump y otros integrantes del Partido Republicano, entre ellos el millonario Robert Mercer y el estratega Steve Bannon, logró obtener indebidamente acceso a datos sobre 87 millones de usuarios de Facebook, incluidos 71 millones de estadounidenses. El análisis que realizaron sobre estos datos, les permitió perfilar a los votantes y posiblemente manipular sus votos mediante el envío de mensajes diferenciados desde diferentes países de Europa del Este y Rusia. La compañía finalmente reconoció la semana pasada la dimensión del problema en el que "actores malintencionados" pudieron identificar y recopilar datos de usuarios de Facebook en una escala tan masiva que la mayoría de los 2,2 mil millones de usuarios de la compañía se vieron afectados.
El poderoso, aunque tímido Zuckerberg empezó por disculparse. Frio. Reconoció una serie de pasos en falso que pusieron en peligro la privacidad de decenas de millones de estadounidenses y permitieron la difusión tanto de noticias falsas como de desinformación por parte de la cúpula rusa. "Está claro ahora que no hemos hecho lo suficiente para evitar que estas herramientas se usen también para causar daño", dijo Zuckerberg en la audiencia del Senado. "Y eso se aplica a las noticias falsas, la interferencia extranjera en las elecciones y el discurso de odio, así como a los desarrolladores y la privacidad de los datos”
El senador Bill Nelson (Florida), El demócrata de más alto rango en el Comité de Comercio, le indicó a Zuckerberg durante la audiencia: "si Facebook y otras compañías en línea no pueden o no pueden arreglar estas invasiones de privacidad, entonces nosotros el Congreso, lo haremos".
Una hora después de que comenzara el testimonio, y cuando quedaban 25 minutos para el cierre de Wall Street, las acciones de la red social subían un 4,85%. El mercado volvía a confiar en Facebook, y la posibilidad de que se endureciera la regulación sobre la red social en particular, y sobre internet en general perdía terreno.
Se vio un Zuckerberg de 33 años con una fortuna de USD 66 billones, atento, pero inmutable respondiendo con argumentos técnicos las preguntas en un debate que tomó cuatro horas. Como uno de los hombres más influyentes, sin duda jamás pensó en terminar cuestionado públicamente, ni teniendo que asumir responsabilidades sobre los contenidos que circulan sobre su plataforma social, y menos en un escenario tan complicado que seguramente lo forzará a tomar decisiones de fondo sobre su comportamiento